"Esto es un abuso de las empresas, justo cuando uno necesita estar con la familia se aprovechan del gente"
Walter González — Usuario de buses interprovinciales.
"Ante el eventual aumento de consultas, la red de salud se encuentra preparada"
Iván Paul, — Director Servicio de Salud de Ñuble.
En una verdadera fiesta se convirtió la última versión de la Marcha de los Enfermos, que ayer dio vida y color a las céntricas calles de Chillán. Unas 200 personas se congregaron en las afueras de la gobernación provincial de Ñuble para emprender la caminata en solidaridad con las personas que padecen enfermedades graves.
Atento a las negociaciones del municipio se encuentra el diputado radical, Carlos Abel Jarpa, quien calificó el futuro parque urbano de Chillán como una prioridad en materia de urbanización y medio ambiente. Jarpa, en ese sentido, detalló que en su calidad de parlamentario intervendrá apenas se tengan los terrenos.
La Presidenta Michelle Bachelet invitó a todos los chilenos y extranjeros residentes en el país a participar e involucrarse en el proceso que buscará elaborar una nueva Constitución. En un mensaje entregado por cadena nacional, la Mandataria dijo que ya culminó la etapa que estaba dirigida a explicar esta iniciativa.
Estoy desolado. Un estudio internacional descubrió que la mayoría de los malvados del cine norteamericano son calvos. Me preocupa, por razones que saltan a la vista en la foto que ilustra esta columna, que los chilenos vayan a creer que todos los "pelados", "pelones", o como usted quiera llamarlos, son perversos.
El tema partió, obviamente, en Hollywood, en 1943. Desde entonces, casi siempre, los malos del cine han carecido de pelo. Los ejemplos abundan: Lex Luthor, el eterno enemigo de Supermán; Hannibal Lecter, un villano más allá de lo imaginable, y mucho más. Hay otros camuflados, como Tom Cruise, quien usa peluquín. Una de las pocas excepciones es Sean Connery, el recordado y auténtico James Bond.
Si fuera cierto que ser calvo es igual a ser canalla, el 90% de los hombres chilenos lo serían. A partir de los 40 años (algunos antes) se inicia la caída del cabello. ¿Las causas? En un 95% son hereditarias. O sea, tendríamos que culpar a nuestros padres, a los que tanto amamos. Otro peligro científico: las canas aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, en el mundo de hoy abundan las explicaciones. Algunos estudios culpan al estrés, vinculado al desesperante estilo de vida que lleva la mayoría de las personas. Afirman que las tensiones pasan la cuenta, primero en las famosas "entradas" en la frente; luego, en la coronilla, para culminar en la calvicie total. Algunas investigaciones médicas culpan de la calvicie a los medicamentos anticoagulantes, antihipertensivos, anticoagulantes y también a que buscan tratar la diabetes. Otras plantean que la quimioterapia, muy empleada contra el cáncer, asegura la caída del pelo. Los ejemplos abundan.
En el plano de la salud mental también sostienen que las grandes penas, en particular los duelos por la partida de seres queridos, son las principales responsables. Otros, mirando el calendario, sostienen, con filosofía barata, que "son los años".
De todo esto sacan buen provecho numerosos laboratorios y médicos emprendedores. Los primeros aseguran ofrecer un medicamento poco menos que infalible para detener la caída o recuperar el pelo. Hasta publicitan sus bondades en TV, garantizan resultados en 90 días y, si ello no ocurre, devolución del dinero. Los facultativos de ciertos centros "especializados" no lo hacen mal: ofrecen desde implantes indoloros hasta la técnica del "colgajo". Esta última consiste en retirar piel con pelo de los costados de la cabeza e implantarla en el centro o en la coronilla. Lo cierto es que la calvicie tiene un lado divertido. Los que la sufren no tienen un pelo de tontos, no gastan en peineta, no pierden tiempo en secarse el pelo y no tienen que mirarse al espejo. Además, dato para los galanes, algunas mujeres encuentran atractivos a quienes la padecen.
Esta columna se escribió para no hablar del precio del pescado y de la confusión creciente de los chilenos entre semanas santa y semana del turismo.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.
Resulta paradojal hablar de Chillán como una ciudad competitiva en el concierto nacional, cuando en los primeros meses de este año se han perdido 240 empleos en el sector privado. Pero lo cierto es que el Índice de Competitividad de Ciudades 2016 así lo reconoce y posiciona a la capital de Ñuble en el noveno lugar -de 27 urbes- de este ránking, incluso por sobre Temuco o Puerto Montt.
Aspectos como mejores condiciones en infraestructura y calidad de vida fueron gravitantes en este estudio que fue elaborado por un grupo de investigadores para la Fundación Red de Desarrollo Descentralizado ChileConTodo (CCT) y Desarrollo Biobío.
De un total de cinco parámetros medidos por los expertos se concluyó, por ejemplo: En Gobernanza, que Chillán cuenta con una competitividad alta, esto es, una buena capacidad de los principales actores de la ciudad para adoptar perspectivas estratégicas para su desarrollo, y en Sociedad también presentó un indicador de competitividad alta en cuanto al grado de conectividad de los grupos sociales con las redes globales, confianza de sus habitantes y movilidad social. Asimismo, el capital humano de la urbe y el aporte de sus profesionales jóvenes a la fuerza de trabajo fueron parte de la positiva valoración del informe.
¿Qué falla? Mejorar aspectos de urbanismo (ambiente físico) y el entorno en el cual se desarrollan las actividades productivas preponderantes para la ciudad. Aspectos como el déficit de áreas verdes con que cuenta la ciudad, el inorgánico crecimiento de sus arterias versus el explosivo auge de los vehículos o la contaminación del aire en los meses de invierno atentan contra la calidad de vida de sus ciudadanos.
Estos dos últimos aspectos son coincidentes con otro indicador clave para el desarrollo de la ciudad, cual es el Índice de Calidad de Vida Urbana, estudio en el cual -como se recordará- Chillán cayó del lugar 36° que ocupaba en 2015 al puesto 51° en el 2016. ¿En qué fallamos? En condiciones socioculturales, conectividad y movilidad, Chillán superó el promedio nacional de estos factores, mejorando sin embargo en otros, como condiciones laborales, ambiente de negocios, vivienda y entorno.
Una vez más, los instrumentos de planificación de la ciudad, como el Pladeco o el Plan Regulador, actualmente en elaboración o modificación, deben contar con una visión de ciudad moderna y que incorpore sin duda cambios en aquellos aspectos que los estudios nacionales nos indican que tenemos fallas que superar. En ello, la participación ciudadana es clave.