Desde bloqueador hasta mordeduras de perros: las anécdotas de los censistas
ÑUBLE. Quienes participaron valoraron la jornada en que los recibieron con las puertas abiertas.
Obligados o voluntarios. Lo cierto es que más allá de eso, gran parte de quienes participaron como centristas durante la jornada de ayer valoraron la experiencia.
Salieron temprano rumbo a los hogares de los ñublensinos, pero a los pocos minutos comenzó una tenue llovizna que pronto se convirtió derechamente en lluvia, elemento que a la larga fue factor a la hora de desempeñar su función. Había que protegerse y también cuidar que las hojas del cuestionario no se mojaran.
Infaltable fue la invitación a tomar un café, bebida o incluso almuerzo, pero terminar con la encuesta era el principal objetivo, además, la alimentación estuvo asegurada con una colación consistente en jugo, barras de cereal o una especie de bizcocho bajo el nombre de "Quequito Vainilla".
Daniela Cifuentes, asistente social en búsqueda de trabajo, fue una de las censistas voluntarias y como tal aseguró que "la experiencia fue súper buena". "La gente me recibió muy bien, me invitaban a tomar desayuno, la verdad es que me ofrecieron de todo, comida, bebida, incluso un caballero me sirvió el desayuno y me hizo sentarme en la mesa. La gente fue súper acogedora y no tuve problemas con nadie. Esto me gustó bastante", dijo.
Bárbara Araya es profesora del liceo Arturo Pacheco Altamirano y si bien no pasó por las casas, formó parte del proceso. "En mi caso fue algo distinto, me tocó supervisar y para ello hubo que estar en un punto fijo para que los otros censistas llegaran a hacer alguna pregunta o si tuvieran dudas sobre el formulario, por eso estoy mojada y muerta de frío".
Al igual que otras personas, Bárbara recibió un bloqueador solar, el cual no usó entendiendo que las condiciones del clima no lo permitían, quizás era cosa de ver el informe del tiempo o revisar la aplicación del celular para evitar su entrega. "A lo mejor es impermeable", dijo Bárbara a modo de broma.
Nicol Baeza es estudiante de Arquitectura, pero hizo un alto en la semana y se transformó en voluntaria del censo. "La experiencia fue gratificante porque la gente fue bien amena, nos habían preparado para enfrentarnos a personas que podían ser un poco conflictivas, pero en general todos respondían de buena manera, en el sector en el que a mí me tocó me hicieron pasar".
Afortunadamente, la estudiante no tuvo problemas con los caninos que estaban en las casas. "Habían varios perros, pero soy empática con ellos así que no tuve problemas, además la gente me veía y le ponía cadena para mantenerlos un poco más lejos", comentó.
Yessenia Labrie, asistente de la educación del Jardín Infantil Padre Hurtado de Chillán Viejo, expresó que estaba un poco nerviosa. "No sabía con qué tipo de personas me iba a encontrar, pero a final todos me recibieron bastante bien, ya estaban informados y sabían cómo era el sistema. Lo malo es que algunas direcciones están cambiadas o cuesta encontrarlas ya que hay algunas que no tienen los letreros con los nombres. Pero todos fueron súper amables".
"Es una experiencia que volvería a repetir; de primera estaba un poco asustada, pero todo salió bien", dijo la "tía".
Mónica Marinado, trabajadora municipal, concluyó que "la recepción de la gente fue súper buena, varias personas me ofrecieron café".
Un poco mojados, con dolor de pie más de alguno, pero con la sensación del deber cumplido, se retiraron a sus hogares los censistas locales a la espera de las cifras que ayudaron a recopilar.
Con el paso del tiempo será una experiencia que transmitirán a las futuras generaciones, una distinta a la de este 2017.