Me quedo con el vaso casi lleno del Censo 2017. Me fijo en lo positivo, que es abrumadoramente superior a los fallos que se han producido en este acto ciudadano, necesario para nuestro propio futuro.
El Censo 2017 ha sido una fiesta cívica en la cual los ciudadanos salimos a la calle a realizar una actividad que se viene practicando desde los albores de nuestra independencia, en 1813. Quienes protagonizaron páginas enormes de la Historia de Chile, ya tenían claro que debíamos saber con precisión cuántos somos, para poder realizar la planificación necesaria para el desarrollo del país.
Llevamos una veintena de censos desde aquel del Siglo XIX. Esos datos que se han ido registrando, constituyen una excelente base para proyectar las políticas que se deben impulsar para construir con equidad nuestro futuro. Sea el gobierno del signo político que sea.
Ésta ha sido una jornada complementaria del censo del 2012. O sea, parcial, de sólo 21 preguntas. Nos indica con claridad quiénes somos, dónde estamos y cómo vivimos. Y como cada diez años se realiza uno nuevo, en el 2022 tendremos la oportunidad de completar otros datos relacionados con discapacidad, religiosidad, nacionalidad, opción sexual, etc. Todo esto ha sido informado ampliamente por los medios de comunicación, con el fin de que nadie pueda ser manipulado, para que nadie se equivoque.
Soy optimista por naturaleza y me quedo con la imagen magnífica del medio millón de censistas. La mitad de ellos, voluntarios. O sea, gente con ansias de participar, de aportar al desarrollo de nuestro país. Gente que quiere empujar el carro del progreso, de la equidad y de la transparencia.
Son personas comunes y corrientes, como nosotros, que han salido a la calle, sabiendo que están trabajando por Chile. Sabiendo que todos contamos.
El rostro sonriente de la juventud estudiantil, la voluntad decidida de los adultos mayores, el esfuerzo de nuestros funcionarios públicos, de los municipales, de las fuerzas armadas y de orden, muestran con claridad que nuestro futuro está asegurado, que hay voluntad ciudadana por ayudar a construir un futuro mejor, lejos de los corruptos, de los agoreros y de los manipuladores tergiversadores de la realidad.
Estamos por Chile, por la generalidad de nuestra gente. Por el modesto campesino, por el profesional, por la dueña de casa, por el sufrido obrero, el estudiante, el minero… Somos la gran mayoría. Si, sin duda, me quedo con el vaso casi lleno de la jornada del miércoles pasado.
Miguel Ángel San Martín, Periodista.