Estremecedor impacto ha producido entre nosotros la triste noticia del reciente accidente automovilístico, que le quitó la vida a dos padres, uno de sus hijos y dejó grave a su pequeño hermano. Después de una hermosa vacación en familia, en un paraje que anticipaba el cielo para ellos, abruptamente los planes en carpeta cambiaron para siempre. La angustia y el dolor invadieron el corazón de los más cercanos, de los amigos, colegas y vecinos que los conocían.
La muerte, toda muerte, provoca en nosotros un natural desconsuelo, desata muchas interrogantes, y potencia cierta angustia en el corazón. Frente a ello, el hombre no tiene respuestas ni explicaciones convincentes. Ni con toda su ciencia e inteligencia, puede el ser humano superar el agobio que le trae el sólo hecho de pensar en la muerte. Cuando no hay fe en Dios, tampoco hay explicaciones ni consuelo, ante situaciones tan dramáticas como las ocurridas durante esta semana. Sin embargo, cuando nos dejamos iluminar por la fe y dejamos que Dios nos explique lo inexplicable humanamente, las cosas se transforman y la muerte es vencida, dejando lugar a la esperanza y certeza de que la vida en este mundo se proyecta a la eternidad.
Para los cristianos, no solamente es necesario encomendar a Dios las almas de nuestros difuntos mediante la oración sino también fortalecernos mutuamente en la esperanza y dar testimonio sereno de nuestra fe, de que los bautizados resucitarán con Cristo. Ello nos hace entender que la vida hay que vivirla lo mejor posible, mientras estamos en camino a la eternidad con Dios, y descubriremos la insignificancia de las pequeñeces que nos dividen o hacen enemigos. La muerte está vencida y la eternidad ya la podemos vivir en este mundo, en la medida en que anticipemos el cielo, cultivando el amor en todas sus expresiones de caridad, perdón, reconciliación, unidad solidaridad y servicio.
La familia que nos ha dejado, nos ha mostrado el camino que todos seguiremos un día, y nos ha recordado la necesidad de dejar de lado las pequeñeces humanas y comenzar ahora mismo a vivir anticipadamente la grandeza de la eternidad que Dios nos ofrece.
Carlos Pellegrin Barrera Obispo de Chillán.