Brasil, en crisis permanente un año después de Dilma Rousseff
POLÍTICA. El país afronta la impopularidad de Temer y los casos de corrupción, mientras Lula intenta volver a Planalto.
Un año después de la caída de la Presidenta Dilma Rousseff, Brasil está lejos de haber superado los malos tiempos. La tormenta económica comienza a amainar, pero el gigante latinoamericano se tambalea aún de crisis en crisis, con un Gobierno muy cuestionado y escándalos de corrupción que amenazan con sacudir los cimientos de la nación.
El conservador Michel Temer llegó al poder el 12 de mayo de 2016, inicialmente de forma interina, con la promesa de "unir" y "salvar" al país tras la suspensión de Rousseff por un tormentoso proceso de impeachment que terminó sólo en agosto.
Atrás quedaban meses de intrigas y luchas de poder, iniciadas cuando el ex líder de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha - hoy preso por la operación anticorrupción "Lava Jato" ("Lavado de autos")- puso en marcha, en diciembre, el proceso de destitución de Rousseff por haber ocultado el verdadero déficit público.
Supuesta excusa
El proceso por irregularidades fiscales, cometidas ya por gobiernos anteriores, fue después ampliamente criticado como una excusa para defenestrar a una Presidenta impopular.
Rousseff, sin embargo, cargaba con el lastre de la grave crisis económica que empezó bajo su gobierno (la recesión fue del 3,8%, en 2015, y del 3,6%, en 2016), después de un sólido boom durante los mandatos de su predecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, y de haber sido dilapidado su capital político.
Con fama de mujer íntegra pero inflexible, Rousseff perdió a todos los aliados de su coalición de Gobierno, hasta que su entonces Vicepres idente, Temer, le dio la espalda para apoyar el polémico juicio de impeachment en el Senado. Un año después, los frentes de la crisis son varios, entre ellos los que se destacan a continuación: