El vínculo entre una madre y su hijo o hija no sólo se reduce a la concepción, embarazo y alumbramiento, trayendo a un nuevo ser humano al mundo, sino que se extiende para toda la vida. En la mayor parte de los casos en que los hijos tienen la posibilidad de ser acompañados por sus madres hasta la adultez, reconocen que es un vínculo afectivo que nos prepara y forma desde niños para la vida madura.
En Ñuble nacen al año 5.705 niños, de acuerdo a cifras del Anuario de Estadísticas Vitales 2014, publicado en septiembre del año pasado por el Instituto Nacional de Estadísticas, (INE), pero su tasa de natalidad es de las más bajas de la región del Bío Bío, con un 12,3%. Y así ocurre también con los matrimonios, con una tasa de nupcialidad del 3,2%, nuevamente la menor del territorio.
Esa es nuestra fotografía hoy. Pero hay otra realidad, aún más compleja que se da en nuestro país y es la de 1.900 niños que deben vivir, crecer y desarrollarse apartados de sus madres biológicas. Son los menores que forman parte de los programas de atención de las Aldeas SOS, que en nuestra provincia funciona con un centro en la comuna de Bulnes, quienes han sufrido el trauma de la separación de su vínculo afectivo materno al no contar éstas con las herramientas necesarias para cumplir dicho rol, ya sea por contextos sociales vulnerables o por negligencia parental.
Esta organización sin fines de lucro, que trabaja por el derecho de los niños a vivir en familia, apoya brindándoles desde servicios de contención y acompañamiento, promoviendo entornos familiares seguros. Es en esta institución donde nace un nuevo concepto de madre, que permite que los pequeños crezcan conociendo una figura materna, si bien sustituta, pero que entrega muchas veces el amor y la formación de valores que no pudieron recibir en sus hogares.
Y es que el Chile de hoy enfrenta un problema que viene desde la juventud. Nuestro país figura entre las naciones de Latinoamérica con las cifras más preocupantes de embarazo adolescente: el 3,7% de las niñas jóvenes están embarazadas o ya han sido madres entre los 13 y los 18 años.
El gran problema es que el embarazo adolescente ha aumentado especialmente en sectores socioeconómicos más vulnerables, según datos del Sernam, y ello conlleva muchas veces al abandono prematuro de los niños.
En la celebración de un nuevo Día de la Madre, recordemos estas distintas realidades de nuestro país y región, poniendo el énfasis en la necesidad de educar sobre una sexualidad responsable en la familia y recintos educativos.