"En 2011 se reportaban más de 200 fallecidos por causa asociada al consumo de alcohol, y en 2016 bajó a 148"
Gabriela Rosende, — Secretaria Ejecutiva Conaset.
"La autoridad de gobierno y municipios hacen lo que les corresponde, pero los vecinos deben hacer lo que les corresponde"
Álvaro Miguieles, — Gobernador de Ñuble.
El descubrimiento del SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) se remonta a junio de 1981, cuando médicos del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos dieron a conocer un nuevo tipo de patología mortal cuya causa no sería conocida hasta 1984 cuando dos científicos franceses aislaron el virus que pronto se conocería como VIH (virus de inmunodeficiencia humana). La enfermedad costaría desde entonces 39 millones de vidas hasta el año 2014, por lo que se considera como una de las mayores pandemias de la humanidad. Aún hoy esta patología no tiene una cura, como tampoco una vacuna que lo elimine y sólo el denominado tratamiento antirretroviral puede detener su rápido avance.
En nuestro país existen 23.865 personas que actualmente reciben tratamiento para esta enfermedad, de los cuales 2.160 personas tienen residencia en la Región del Bío Bío. Pero pese a su alta tasa de mortalidad, los contagios por el virus VIH aumentaron 68,7% en los últimos 10 años en nuestro país por la falta de campañas y medidas de protección, afectando principalmente a jóvenes entre 15 y 24 años, según un informe divulgado por el Hospital Clínico de la Universidad de Chile. El contagio del virus ocurre principalmente por tener relaciones sexuales sin protección, pero además por transfusiones de sangre contaminada, agujas hipodérmicas y también existen casos de transmisión de la madre al niño durante el embarazo, parto o lactancia.
Se estima que en nuestro país sólo un 7% de la población sexualmente activa se habría realizado el examen del VIH y un 44% son notificados además en etapas tardías. Por este motivo, paralelo a la fecha conmemorativa que recuerda a las personas fallecidas por SIDA en el mundo, denominado "Conmemoración Candlelight", el Ministerio de Salud informó que desde este año los adolescentes de 14 a 17 años 11 meses pueden solicitar la realización del Test Elisa para VIH sin consentimiento de sus padres o tutores legales. Según datos del Centro de VIH del Hospital Clínico de la Universidad de Chile entre 20 mil y 25 mil personas podrían estar infectadas sin saberlo, y para quienes existe una amplia batería de oferta pública que va desde examen gratuito y confidencial, tratamiento y control (acompañamiento) en toda la red de salud pública de la región, como parte del régimen de garantías específicas en Salud, GES. En los últimos años, los contagios se han elevado significativamente en los hombres de entre 20 a 44 años y más de 300 personas en promedio mueren cada año en el Bío Bío. Tomar conciencia de ello es una responsabilidad de la sociedad entera.
A 8 días de que las autoridades anunciaran la entrada en vigencia la declaración de excepción para las comunas de Chillán y Chillán Viejo, la intercomuna vivió durante la jornada de ayer martes la primera alerta ambiental desde que se inició este proceso. Durante la jornada del lunes se vivió un episodio que se extendió hasta ayer.
Los municipios de Pinto, Coihueco y San Fabián preparan desde esta jornada el nuevo catastro de habitantes ubicados en los puntos críticos y con eventual riesgo de ser afectados por una erupción del volcán Chillán. A ellos se sumaron San Ignacio y El Carmen que según Sernageomin también estarían en riesgo en una emergencia.
La primera Emergencia ambiental adelantada por el sistema de pronósticos enfrentará hoy la intercomuna (Chillán-Chillán Viejo) desde que el 1 de abril entró en vigencia el Plan de Descontaminación Ambiental (PDA), impulsado por la Presidenta Michelle Bachelet, debido a las malas condiciones de ventilación.
Esta semana recién pasada me invitaron a un colegio de Chillán a dar un tema para una escuela de padres y apoderados. Ese día conversamos acerca de la resiliencia. Este concepto hace mención a la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad, de sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas. Capacidad de pararse de nuevo y seguir adelante.
Sin lugar a dudas que resulta fundamental poder trabajar y desarrollar las herramientas que le permiten al ser humano mirar la vida y la experiencia vivida de una manera positiva, pero pareciera que especialmente en nuestros jóvenes esta capacidad está haciendo agua. Nos enfrentamos actualmente a una generación de adolescentes que no han sido educados bajo el concepto de la fuerza de voluntad, del deber ser, del rigor. Les falta esa energía interior que les permita decidirse por grandes ideales, que los impulsen y arrastren a dejar el alma y la fuerza en sus proyectos. Nuestros jóvenes viven en un mundo que les ofrece tanto y a la vez tan poco, pues la ley del mínimo esfuerzo los paraliza y los convierte en verdaderos muñecos de goma que se derriten ante los conflictos y problemas. En esta realidad, gran peso tenemos los propios padres que hemos sobreprotegido y entregado a nuestros hijos un mensaje erróneo. Cuantos de nosotros hemos amparado una mentira cuando ellos no han cumplido con sus deberes escolares y recurren a nosotros para que les ayudemos a no dar una prueba, a no presentar un trabajo o sencillamente faltar a clases porque no han estudiado lo suficiente. Cuántos hemos corrido a dejarles los materiales olvidados, hemos realizado los trabajos para que queden "más bonitos", etc. En definitiva no los hemos preparado para la vida y por ahorrarles malestares y penas no los hemos dejado madurar. Por querer que ellos vivan mejor y que no les falte nada, les hemos entregado muchas cosas que a la larga no les dejan nada.
Para educar se necesita cantidad y calidad de tiempo. El amor sin renuncia no es posible. Tenemos jóvenes con celulares de última generación, con computadores espectaculares, con juegos virtuales cada vez más evolucionados, pero cada vez más solos en sus casas y cada vez con menos destrezas sociales. La resiliencia puede ser la respuesta para muchos de ellos, vamos a ver si las familias nos atrevemos a educarla y vivirla.
Paulina Benavente Psicóloga, Obispado de Chillán.