Patricio Vera Muñoz
La noticia que dio cuenta de la mortal balacera que protagonizó el médico veterinario Osvaldo Campos en el casino Monticello, y que le costó la vida a dos funcionarios del recinto, ha despertado preocupación respecto de la seguridad al interior de estos locales. Por esas cosas que tiene el destino, el ñublensino Ismael Irarrázabal trabaja en aquel casino como supervisor. En el momento del incidente se encontraba descansando, pero relató a Crónica Chillán los duros momentos vividos el pasado domingo.
"Este tipo estuvo acudiendo a jugar por varios días al casino. Llevaba entre tres a cuatro meses asistiendo. Era un cliente fuerte y bastante retraído. Mis colegas dicen que lo vieron durante la noche y que volvió a las ruletas a eso de las 10 horas. Perdió bien seguido un par de jugadas y de la nada extrajo un arma para atacar directamente a la gente de las mesas", comentó.
Irarrázabal, nacido en la comuna de Yungay y quien lleva nueve años trabajando en casino Monticello, apuntó que el atacante le disparó a cuatro croupiers, un gerente y un supervisor.
"El tipo jugaba fuerte y las últimas manos que jugó eran de un millón y medio de pesos por bola. Sin duda, puede haber perdido una cifra considerable, pero es difícil decir con exactitud cuánto había perdido", dijo. Perpetrado el ataque, el médico veterinario se parapetó en un baño, donde acabó con su vida inyectándose una solución que traía consigo.
Voz de alerta
Ismael Irarrázabal recordó que hace un tiempo atrás había sucedido un incidente similar que, aunque no terminó con víctimas fatales como en este caso, resultó con un guardia herido por un forcejeo.
"En la anterior ocasión, era un tipo que quería más fichas para seguir jugando, en su mente enferma decía incluso que iba a robar fichas para eso. Pero en este caso, el agresor entró a matar croupiers y se descargó contra la gente de las mesas", explicó.
Con lo sucedido anteriormente, Irarrázabal exigió a la gerencia que se tomaran medidas de seguridad, donde incluso -dijo- se le pidió que se quedara callado. Finalmente, no se tomó ninguna medida.
"Yo le dije a los gerentes en sus caras que iban a matar a algún colega. Nadie me escuchó, ni siquiera mis colegas me apoyaron. Ahora es todo diferente. Mis colegas están alzados y hoy (ayer) tenemos una reunión para ver qué medidas se van a tomar. El tema está fresco aún, estamos en los funerales de nuestros colegas fallecidos. En esa reunión vamos a ver qué medidas van a tomar los empleados con la empresa", sostuvo.
Antiguas peticiones
Si algo preocupaba a los trabajadores del casino desde hace varios años ya, era su seguridad. De hecho, Ismael Irarrázabal explicó que una de las cosas que vienen solicitando hace años es la instalación de detectores de metales.
"En esa solicitud, la respuesta siempre fue que eso podría molestar a los clientes y atenta contra el sano juego de ellos. Si la Superintendencia de Casinos y el gobierno deciden declararnos entidades estratégicas nos beneficiaría mucho, pues ahí nos van a tener que escuchar finalmente", dijo.
Según dijo Irarrázabal, el problema está en que al casino sólo le interesaba el bienestar de los clientes, no el de sus empleados. "A los funcionarios que debieron declarar ante la policía, ni siquiera se les puso un bus para que regresaran a sus casas", finalizó.
El violento perfil del atacante del casino
Osvaldo Campos tenía un extenso prontuario policial que daba cuenta de varios episodios violentos. Riña en la vía pública, cuasidelito de lesiones, amenazas simples, lesiones menos graves, estafas, amenazas y detención por retener a menores por el no pago de una consulta engrosan su historial. El médico veterinario había sido expulsado del colegio profesional que los aglutina por una serie de denuncias por maltrato animal. Una ex pareja del atacante indicó que el hombre mantenía una lista de personas contra las que planeaba vengarse.