Es el nombre del libro que, por disposición de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, escribió la periodista Úrsula Villavicencio, profesión que estudió en la Universidad Central de Venezuela, ubicada en Caracas. Posteriormente en Chile, se especializó en comunicaciones corporativas en la Universidad Diego Portales de Santiago. Vive actualmente en Chillán, donde se ha integrado a actividades del Grupo Literario Ñuble, con cuyo patrocinio ha dictado talleres de redacción a quienes deseen perfeccionarse en el manejo narrativo de nuestro lenguaje. También ha contribuido con su concurso al escritor Máximo Beltrán que con tanto éxito editó, durante un buen tiempo, ediciones de la revista "Chillán Antiguo", publicación que prosiguió con Vitrina Urbana y Revista EÑE. Asimismo, se ha preocupado de incentivar proyectos de lectura y realizar talleres de escritura creativa para niños en la Escuela México. Esta amplia manifestación de apoyo a la escritura, se ha concretado también en un libro de crónicas, el primero de autoría, editado con el nombre de "La difunta está de vuelta".
Esta buena disposición con las letras fue el aval que respaldó esta nueva responsabilidad de hacerse cargo de escribir la historia de una Facultad Universitaria, tarea que no es menor, como compromiso editorial. Enfrentada a tal tarea, en sus palabras iniciales, reconoce que para concretar la aspiración de salir adelante con esta iniciativa, es indispensable contar con la presencia y el testimonio de algunos de sus protagonistas. Dice de "Algunos", porque muchos ya no están, han fallecido. Sin embargo, y ahí está su gran mérito, varios de los protagonistas que participaron en la creación y consolidación de esta Facultad están vivos y vigentes. También validó los documentos, especialmente los discursos de cercanos, cuando asumían o cuando entregaban sus cargos. El lugar preferencial ocupan los primeros profesores, quienes son ante cualquier hora que comienza, vitales en los días primeros.
Páginas novedosas son aquellas que los momentos cruciales por los cuales ha pasado la Facultad, especialmente las dificultades provocadas por la intervención del gobierno militar.
Es grato leer este libro y lo es mucho más, cuando varios de los profesores que aquí trabajaron y otros que aún lo hacen, por ejemplo, los fallecidos Alejandro Valenzuela Avilés, Luis del Villar Zarco y el profesor artista, a quien recuerdo con mucha simpatía Leonel León, por su gran afición al teatro y a la poesía. Escribió un libro de poemas, afición que lo acercaba a las humanidades, en un medio laboral aparentemente alejado de las letras. En resumen 160 páginas de historias, de una gran institución nuestra.
Por Carlos René Ibacache I. Miembro Correspondiente
por Chillán de la Academia Chilena de la Lengua.