El primer recorte de clasificación de Chile, en 25 años de evaluación, del que venía advirtiéndose en el último tiempo, se hizo efectivo esta semana y está fundado en al menos 4 razones de fondo, aludidas por la Agencia S&P: (1.) El prolongado crecimiento del producto a tasas bajas que ha experimentado nuestra economía, lo que impacta los ingresos fiscales; (2.) Lo anterior, junto a crecientes presiones políticas por aumentar el gasto; (3.) El consecuente incremento de la deuda. Se estima que este año la deuda bruta alcanzaría 25,7% del PIB. Aún contando con una regla fiscal, ya se han acumulado varios años con déficit fiscal, el cual pasaría de 2,1% el 2015 a 3,1% el 2017. Esto, en contraste con un promedio de superávit de 2,3% del PIB durante el período 2003-2012; y (4.) Un bajo precio del cobre al tiempo que la confianza empresarial continúa en rangos pesimistas.
Gran parte de las razones del deterioro son decisiones políticas, que se iniciaron a fines de 2013, cuando la campaña presidencial de Bachelet, con mayores probabilidades de triunfar, confirmaba un conjunto de reformas que -en la opinión de los especialistas- dañaría las condiciones económicas de Chile. Esas reformas comenzaron a concretarse en 2014, con la tramitación de una reforma tributaria, el punto de partida del mal camino que optó por seguir el primer gobierno de la Nueva Mayoría, y un discurso que bloquea la inversión privada y desprecia el crecimiento económico como motor de progreso social. Y, al mismo tiempo, implementa reformas de altísimo costo fiscal, que han llevado el déficit y la deuda pública a máximos históricos.
El resultado ha sido una caída ostensible del crecimiento (de un promedio de 5,3% entre 2010 y 2013, a 1,9% a partir de 2014) y, con ello, el deterioro del mercado laboral en número y calidad de empleos, y de las expectativas de progreso de una amplia clase media. La perspectiva neutral del informe se debe a que se espera que el déficit se recupere, que se retome la senda del crecimiento y que la inflación permanezca controlada en nuestro país. La misma agencia insiste en que la recuperación de Chile pasa por dos metas: Volver a crecer sostenidamente y reducir el déficit fiscal.
Un punto en el debate que comienza a instalarse es la expectativa de un próximo gobierno encabezado por Chile Vamos, con Sebastián Piñera, que en opinión de la agencia y otros especialistas internacionales recuperaría la confianza y mejoraría las proyecciones de nuestro país a partir de fin de año, por la experiencia 2010-2013 y por el programa de gobierno que está formulando y que pondrá el foco en el crecimiento, generación de empleo y nuevos emprendimientos. Mientras eso ocurre, el efecto inmediato será un recorte significativo en el presupuesto del 2018, restringiendo beneficios sociales que los chilenos ya tenían incorporados como derechos adquiridos. Mala noticia para la clase media endeudada y los más humildes.
Frank Sauerbaum M. Ingeniero Comercial-MBA y Ex Diputado por Ñuble.