Marcelo Arroyo L.
" Cuando nos presentaron la posibilidad de realizar este proyecto nos interesó el aporte que pueden hacer instituciones como la UC Davis y su trabajo en California que podrían servir para nuestro valle", afirmó Patricio Bustos, presidente de Ecoparra, que integran una decena de productos de Portezuelo. Él es uno de los pequeños y medianos viticultores de los valles de Tutuvén (Maule sur), Itata (Ñuble), Biobío (Región del Biobío) y Malleco (La Araucanía norte) que conforman el Centro de Extensión Vitivinícola del Sur (CEV del Sur) patrocinado por Corfo y co ejecutado por la Universidad de Concepción y el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA).
La iniciativa tiene una inversión de $871 millones para sus tres primeros años de funcionamiento.
"Llevábamos años analizando la zona y nos dijimos: aquí hace falta un centro tecnológico. Había conocimiento local, relaciones que se habían construido, necesidades tecnológicas en la producción de uva y en bodega, además de acciones que estaban en curso", explicó Mauricio Cañoles, gerente de Desarrollo de Programas y Consultorías de UC Davis Chile.
Una pieza clave, dijo, fue el extensionismo basado en la relación con los productores, aplicado por el modelo norteamericano. "Este proyecto creó un centro desde el inicio", dijo.
Cañoles destacó que, en términos económicos, los cuatro valles donde se focaliza el CEV del Sur concentran cerca del 20% de la de producción nacional de vinos y en cuanto a la cantidad de empresas, bordea el 50% de los productores.
Para el decano de Agronomía de la Facultad de Universidad de Concepción, Guillermo Wells, estos cuatro valles poseen un gran potencial para producir vinos de calidad por sus características edafoclimáticas.
"Tutuvén, Itata y Biobío tiene una gran tradición vitivinícola, pero un gran desafío para producir en una zona de secano con sistema de conducción en cabeza, baja mano de obra, alto número de productores y poca superficie", aclaró Wells.
Otra característica, agregó, son las cepas tradicionales como País, Moscatel de Alejandría o Cinsault que cuenta con Denominación de Origen (DO).
"La idea aquí es conjugar a todas las instituciones para desarrollar el trabajo de los vitivinicultores", enfatizó Iván Matus, subdirector nacional de INIA.
El gerente de Viña San Berta, Pablo Herrera, valoró que cada vez más hay una valorización del producto que proviene de una zona y un vitivinicultor específico. "Eso es lo que se debe aprovechar", sostuvo.
Primeras acciones
Una de las primeras tareas del CEV del Sur fue la detección de las necesidades de las empresas que lo integran. También se determinaron ocho "brechas": bajo potencial productivo en variedades de uva, baja calidad de la uva para vinificación, deficiente tecnología e infraestructura, entre otros. A partir de este diagnóstico se definieron tres tipos de servicios en el área de evaluación técnica, la asistencia especialidad en viñedos y en difusión e información tecnológica.
"Nuestra meta a tres años es evaluar por los menos a 200 empresas, apoyar en el aumento de la competitividad en al menos 100 empresas y entregar información de utilidad técnica a más de 300 productores en la zona", dijo Mauricio Cañoles, sobre los desafíos del CEV.
Opera desde la nueva región
"Este centro operará desde Ñuble", dijo el subdirector Difusión Tecnológica y Entorno para la Innovación de Corfo, Sergio Aravena, por este CEV del Sur, único en su tipo, segundo en la región y uno de los 11 que operan en el país. El directivo también destacó que esta iniciativa se focaliza principalmente en los pequeños y medianos productores para que puedan mejorar sus procesos productivos, encontrar nuevos nichos de mercado, incorporar tecnología y logren aumentar su producción. "Veo una gran oportunidad para las pymes locales de la nueva región de Ñuble", comentó el ingeniero civil industrial chillanejo.