Un informe de la Unicef y de la Organización Mundial de la Salud precisa que Chile está entre los países líderes en vacunación infantil en Latinoamérica. Algunas cifras: 99% contra la difteria, tétanos y tos convulsiva; 97% contra la TBC. Un 93% ha recibido protección del sarampión y un 95% de la poliomielitis. Esto se debe a una eficiente política que se inició poco antes de la década del 50´. El resultado, obviamente, hay que celebrarlo.
El ideal de la vida nacional, no necesariamente vinculado a la salud física, es que también estuviéramos vacunados contra muchos males que nos acechan. Por ejemplo, parece urgente inmunizar contra la corrupción y las falsas promesas de muchos políticos, males que registran no sólo brotes, sino también rebrotes en la mayoría de las colectividades y que podrían convertirse en una epidemia. En este mismo plano, el científico que cree una vacuna contra las ideologías enfermizas que prometen refundar Chile cada cuatro años, seguramente obtendrá un Premio Nobel.
Es urgente, a la luz de los lamentables hechos que ocurrieron en Carabineros de Chile, iniciar una campaña con dosis intensivas que prevengan los abusos, vía previsión, mutualidad, gastos de representación, etcétera. Este mal es uno de lo que más ha dolido. Se ha expandido tanto que empieza a parecer una epidemia.
También es indispensable una vacuna contra la ineficiencia de algunas reparticiones públicas y organizaciones privadas. Entre las primeras, figura la Superintendencia de Salud y el Sernac. Por experiencia persona, este cronista sabe que sólo se limitan a recibir reclamos y mediar…a veces. Por ley, no pueden ir más allá. Entre las segundas, como se demostró recientemente, ENEL, que, más que energía, generó más de 300 mil reclamos por corte de suministro. Aparece como urgente la necesidad de vacunar a ciertos bancos, cajas de compensación y multitiendas, a fin de que no cobre intereses excesivos por sus créditos y servicios.
Vacunas y salud están indefectiblemente unidas. De allí que debería vacunarse a ciertos médicos, hospitales y clínicas que cobran aranceles, honorarios, derechos, o como se llamen, más allá de lo razonable. El día que aparezca la inmunización contra la agresividad creciente de los chilenos será inolvidable. Mejor aún, cuando se descubra la vacuna contra la "reforma judicial", que ampara a los delincuentes, y no a las víctimas, será inolvidable.
En fin, no se trata de enfermedades físicas, sino de trastornos que afectan seriamente al cuerpo social del Chile de nuestros días. Nadie morirá a causa de ellas. Pero afectan gravemente la calidad de vida y la existencia ciudadanas.
Raúl Rojas Periodista y Académico.