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Adiós a Jeanne Moreau, la musa perfecta del cine francés

Truffaut, Godard, Fassbinder, Welles... la mujer que falleció esta semana a los 89 años de edad trabajó con todos y dejó un legado incomparable. De hecho, Welles la bautizó como "la mejor actriz del mundo".
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El director William Friedkin ("El exorcista") estaba tan obsesionado con la Nueva Ola Francesa que en 1977 se casó con Jeanne Moreau, como si a través de ese vínculo pudiese, de alguna manera, formar parte de uno de los movimientos más explosivos del cine contemporáneo. La relación duró poco. Ella no se pudo acostumbrar a Estados Unidos ni a los compromisos de la vida conyugal. No estaba destinada a seguir las pautas de una existencia común y cargaba con un historial de romances que incluyen al guionista y director Jean-Louis Richards, a los cineastas Tony Richarson, Louis Malle y François Truffaut, al diseñador Pierre Cardin y al jazzista Miles Davis, entre otros.

Esa mezcla de sensualidad, carácter, vanguardia e inteligencia marcó su vasta trayectoria en la pantalla tras una aplaudida incursión sobre las tablas. Partiendo por "Ascensor para el cadalso" (1957), de Louis Malle, obra maestra noir en la que Moreau interpreta a una mujer que, junto a su amante, busca asesinar al marido de ella. En "Los amantes" (1958), el director la perfiló como una dueña de casa aburrida que mantiene un affaire con otro hombre. La polémica estalló de inmediato. Medios católicos trataron de boicotear el estreno en el Festival de Venecia y en Estados Unidos la película inició un debate legal sobre qué material debería ser considerado pornográfico.

Después de esa poderosa irrupción, la actriz comenzaría a construir una filmografía difícil de sintetizar, porque está llena de grandes revelaciones: un desafiante protagónico en "Moderato Cantabile" (1960), de Peter Brook (basado en la novela de Marguerite Duras); una complicidad perfecta con Marcello Mastroianni en "La noche" (1961), de Antonioni; un papel en la expresionista "El proceso" (1962), de Orson Welles, y otro para "El fuego fatuo" (1963), una de las mejores películas de Malle. Hay mucho más: películas de Marcel Ophüls ("Peau de banane"), Luis Buñuel ("Diario de una camarera"), Arthur Penn ("El tren"), Fassbinder ("Querelle"), Theo Angelopoulos ("El paso suspendido de la cigüeña"), Wim Wenders ("Hasta el fin del mundo"). Jeanne Moreau, quien también dirigió películas, fue la musa de cineastas que renovaron el lenguaje, artistas que cruzaron barreras. Es casi imposible encontrar en su filmografía una película mala o poco desafiante. Después vendrían Juliette Binoche o Isabelle Huppert. Moreau fue la madre intelectual de todas ellas.

Mención aparte merece "Jules et Jim" (1962), de Truffaut. Ahí la actriz interpretó a Catherine, chica entrañable que enamora a dos amigos en una obra fundamental para entender a la Nouvelle Vague. O, bajo la dirección del mismo director, en "La novia vestía de negro" (1968), película que sirvió de inspiración para Quentin Tarantino en "Kill Bill".

"La mejor actriz del mundo", como la bautizó Orson Welles,falleció el lunes, a los 89 años. "El cliché es que la vida es una montaña. Que subes, llegas a la cima y bajas", dijo alguna vez.

una escena histórica de JEanne Moreau: la carrera en el puente en 'Jules et Jim' (1962), de Truffaut.

la actriz jeanne moreau.


en resumen

Otras películas en las que actuó Jeanne Moreau son "Mademoiselle", "El marinero de Gibraltar", "Nathalie Granger", "Mr. Klein" y "El último magnate".

Por Andrés Nazarala R

Raymond Cauchetier

Francisco Ortega y su visión tenebrosa en "Salisbury"

Un hogar sureño y sus fantasmas de terror

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francisco ortega escribió "salisbury" inspirándose en victoria, su ciudad natal.

-¿Cuáles son tus relatos favoritos del "chilean gothic"?

-"El obsceno pájaro de la noche" de José Donoso es la gran novela de horror gótico chileno con toda su estela de monstruosidad y caserones decrépitos. También el cuento de Manuel Rojas, "El Colo Colo", gran relectura del vampirismo que me dejó sumido en el terror un buen tiempo. En la línea del goth cósmico, "Lo que merodea en la lluvia", del olvidado Hugo Correa, es una obra maestra de clima y tensión. También hay que mencionar la versión de "La Quintrala" de Magdalena Petit y el genial Doctor Mortis que nos legó Juan Marino.

-¿Por qué nunca hay que dejar de temer a la oscuridad?

-Temer a la oscuridad es parte del instinto de conservación del género humano, nos advierte que hay que cuidarse de las fuerzas oscuras que siempre están pendientes sobre los desprevenidos. Desde tiempos inmemoriales los monstruos han existido, de hecho viven bajo las camas, sólo cambian de forma y acechan de noche, aunque luego el sentido común y la luz del día los desmientan. De niños las visiones que creemos atisbar entre la oscuridad son fantasmas y vampiros, de adultos la oscuridad llega a molernos con deudas, fracasos y rompimientos.

-¿Cuándo te sientes más cerca del niño que fuiste?

-Eso me pasa exclusivamente cuando escribo o cuando estoy craneando alguna ficción. Tengo la sensación, en todo caso, de que siempre estoy escribiendo el libro que de niño me hubiese gustado leer, que ese ha sido mi norte durante todo este tiempo como narrador, hallar el relato que hubiese seducido a ese niño que fui en esas tardes eternas del invierno en Victoria. A veces tengo la impresión, cual capitán Ahab de "Moby Dick", que mis libros son mis propias ballenas blancas, una especie de obsesión de infancia que persigo por cielo, mar y tierra.


En resumen

3 preguntas

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EDO GARCIA

2

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Francisco Ortega, periodista y escritor, es autor del best seller "Andinia" y con "Salisbury" (Planeta) plantea una historia en el sur de Chile, inspirado en su natal Victoria. Los protagonistas son un grupo de adultos que tras 16 años vuelven a encontrarse para enfrentar un terror que acecha a la ciudad.