Secciones

"En panne" está hoy la Primera farmacia popular móvil de la región

SAN IGNACIO. En enero de este año, el municipio mantenía una deuda con Cenabast por $66 millones, la que fue repactada en 48 meses. Por otra parte, alcalde Osiel Soto asegura que el móvil para reparto está inservible.
E-mail Compartir

Maribel Zúñiga Riquelme

Corría el año 2015 cuando el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, inauguraba la primera farmacia popular en el país, iniciativa a la que se sumaron otros 135 municipios, entre ellos San Ignacio, en 2016.

Sin embargo, la idea de surtir de medicamentos a bajo costo a los sanignacinos se transformó en un dolor de cabeza para el alcalde Osiel Soto debido a que, hasta enero de 2017, la Municipalidad mantenía una deuda de $66 millones con la Central Nacional de Abastecimientos (Cenabast), dineros que deberán ser pagados en 48 meses, con una cuota mensual de 1 millón 600 mil pesos.

"Hicimos un convenio y estamos pagando, las autoridades de Cenabast me dieron todas las posibilidades de ir pagando mensualmente, durante 48 meses", dijo la máxima autoridad comunal.

El edil junto a funcionarios de salud del municipio se reunieron el mes de enero en Santiago con la Central de Abastecimiento y lograron repactar la deuda, tras pagar $7 millones.

Según indicó el alcalde, los $66 millones forman parte de una deuda que se arrastra desde la administración pasada.

La Municipalidad de San Ignacio mensualmente gasta $3 millones en medicamentos y "no hay problema para surtir los remedios, porque nosotros hicimos convenio con la Cenabast", recalcó Osiel Soto.

A pesar de esta inmensa deuda, el municipio jamás ha pensado en cerrar la farmacia popular. El alcalde aseguró que "cuando uno va a hablar con las autoridades y les dice la verdad, no hay para qué hacerlo. Ellos entendieron la situación y no tuve ningún problema".

Fracasa la farmacia

En septiembre de 2016, el ex alcalde Wilson Olivares cortaba la cinta de la recién inaugurada Farmacia Popular móvil, por lo demás la primera del país sobre ruedas. Sin embargo, el actual edil Osiel Soto afirmó que ésta nunca funcionó.

"La farmacia fue inaugurada en una ambulancia que está mala, no sirvió para nada. No tenemos ambulancia en este momento. Fui a hablar con la ministra de Salud para que nos apoyara en comprar una ambulancia, porque casi no funcionan", aseveró.

Una vez que los remedios llegan a la comuna son los pacientes los que deben ir hasta el municipio a retirarlos. "No tengo la ambulancia para poder salir a entregar a domicilio. Recursos no tenemos para arreglar la farmacia móvil, nos sale $6 millones y no estamos en condiciones de arreglar una ambulancia que está mala desde que llegué acá", recalcó.

Ñiquén: la otra cara

Un panorama diametralmente distinto vive la farmacia comunal de Ñiquén, que el 15 de abril de 2016 se transformó en la segunda farmacia en la Región del Bío Bío en entrar en funcionamiento y la primera en Ñuble.

Manuel Pino, alcalde de Ñiquén, sostiene que hasta ahora no han tenido problemas con Cenabast ni con los 20 laboratorios con los que mantienen convenios.

Al ser consultado si el municipio tiene deudas con la Central Nacional de Abastecimientos, el edil indicó que "yo no podría asegurar eso, porque nosotros siempre estamos endeudados, desde el punto de vista que pedimos este mes y pagamos el otro, o en dos meses más, depende. Pero de que Cenabast nos haya puesto problemas, no he sido informado. Tenemos la farmacia abierta, está funcionando y hay medicamentos", recalcó.

Por otra parte, el alcalde Pino calificó el proyecto como un "éxito total". "Porque la comuna no tenía farmacia y ésta ha funcionado bien, están la mayoría de los principales remedios que pide la gente y no tenemos inconvenientes, como en todo orden de cosas puedes mejorar".

Una de las mejoras en las que está trabajando el edil es en el sistema de pago. "De que sea con la tarjeta en el mismo lugar, porque los municipios tenemos la problemática, sobre todo los chicos, que tenemos una sola tesorería".

El alcalde Pino agrega que junto a sus pares de la Asociación de Punilla buscan establecer un convenio para que todas las farmacias populares estén en línea. "Para que una farmacia que no tenga un medicamento en específico sepa que sí lo tiene la otra, porque están en línea, igual que en una farmacia de cadena, si no está en un local está en el otro", señaló. "Pretendemos que a partir del próximo año esté implementado, porque eso requiere un software que tiene un costo, pero no es tanto", dijo el edil.

La farmacia comunal de Ñiquén atiende alrededor de 30 personas diarias y no es necesario estar inscrito para poder adquirir medicamentos. "Si vienen y el remedio está, nosotros lo vendemos. Lo único que nos interesa es que, si es con receta retenida, que venga con la receta y que sea un ser humano (ríe), porque todos son importantes, no importa si son de Arica, Chillán o extranjeros".

El municipio adquiere mensualmente entre $800 mil y $1 millón en medicamentos en la Central Nacional de Abastecimiento.

Chillán sin deudas con Cenabast

En la farmacia comunal de Chillán hay 700 variedades de fármacos y se han despachado un total de 9.500 recetas, cada una con un promedio de tres a cinco remedios, para los 3.825 inscritos. Hasta la fecha se han recaudado más de $210 millones. Desde el Departamento de Salud Municipal informaron que no mantienen deuda con Cenabast ni con ninguno de los laboratorios privados con los que mantienen convenio.

millón en medicamentos adquiere mensualmente el municipio de San ]Ignacio en la Central Nacional de Abastecimiento. $1

millones forman parte de una deuda de la farmacia popular, la que se arrastra desde la administración pasada. $66

Organización de las naciones unidas inaugura una reserva de combustible atómico para garantizar el suministro

E-mail Compartir

Garantizar el suministro de combustible nuclear en caso de interrupción por problemas políticos o de mercado es el objetivo del banco de uranio que el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) inaugura hoy en Kazajistán.

La reserva almacenará cerca de 90 toneladas de uranio, ingrediente esencial para fabricar el combustible que alimenta los reactores atómicos para generar electricidad.

El material es adquirido habitualmente en el mercado abierto o por acuerdos bilaterales entre países.

Reserva atómica

El OIEA insiste en que esta reserva es un "mecanismo de último recurso" para situaciones en las que un Estado miembro del organismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no pueda acceder al elemento por las vías habituales.

Las 90 toneladas suponen una cantidad "discreta" en relación al consumo mundial y éstas alcanzarían para realizar una carga completa de un reactor de tipo agua ligera, objeto capaz de suministrar electricidad a una gran ciudad durante casi tres años.

Compra de uranio

El OIEA, que gestiona la reserva, estableció una serie de estrictos criterios para que un Estado miembro pueda solicitar y comprar uranio de este banco.

Para empezar, tiene que haber una interrupción de suministro "debido a circunstancias extraordinarias" que hagan que el país en cuestión no pueda obtener el combustible por los medios habituales.

Además, el OIEA tiene que certificar que previamente no hubo traspaso de material nuclear y que el país cumple con todas las medidas de seguridad ante una eventual emergencia.

Otro punto, es que el país comprador debe comprometerse a utilizar el uranio sólo para producir combustible, nunca para armas y no volver a procesarlo o transferirlo a terceros sin expreso consentimiento del Organismo Internacional de Energía Atómica .

Cumpliendo todas las condiciones, y una vez abonado su valor a precio de mercado, el material será introducido en cilindros especiales que serán trasladados desde el norte de Kazajistán hasta una instalación donde el elemento pueda ser transformado en combustible.

Acuerdo con rusia

Para asegurar el transporte del uranio, el OIEA firmó, el 2015, un acuerdo con Rusia para permitir el tránsito del material por el territorio de ese país.

El banco se instaló en la planta metalúrgica de Ulba, en el norte de Kazajistán, y asegura a los Estados el uso pacífico de la energía atómica sin necesidad de desarrollar un costoso programa de enriquecimiento.