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Botánico español habló de turismo y gastronomía

TURISMO. Programa de Inacap invitó a destacado conferencista en la materia para abordar claves y desafíos de la nueva Región de Ñuble en turismo gastronómico.
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En la sede de Inacap Chillán,el pasado martes, se llevó a cabo un inédito taller a cargo del biólogo-botánico español Evarist March, quien en Europa ha redescubierto el uso gastronómico de cientos de hierbas y flores que son utilizadas en los menús del restaurant Celler de Can Roca, elegido el mejor del planeta en 2013 y 2015.

En el marco del Programa Raíces, a través del cual INACAP busca promover la puesta en valor y desarrollo de las cocinas de nuestro país, el Área Hotelería, Turismo y Gastronomía (HOTUGA), el invitado visualizó y proyectó a la nueva Región de Ñuble en la materia.

"La idea es que se pueda valorizar el territorio y sus potencialidades. Por ello, es relevante que el grupo asistente sea tan diverso, y que abarque desde dueños de restaurantes y hoteles, hasta gestores municipales de turismo, guías y productores locales de avellanas, trufas o viñedos", destacó March.

Empresarios y profesionales ligados a los rubros vitivinícola, hotelero, turístico, gastronómico, y agroindustrial, quienes junto a estudiantes y egresados de carreras del área conocieron de primera fuente las tendencias europeas referidas a la creación de experiencias turísticas a partir de productos y materias primas propias de un territorio.

"Un territorio con menos superficie permite poner una mirada más específica en lo que se puede destacar del lugar. La producción trufera puede ser algo anecdótico, pero que puede atraer a un tipo de público que hasta ahora nunca vendría a la región. Lo mismo pasa con el vino que hoy se está revalorizando y que lo podemos vincular a la gastronomía, lo central es que podemos tener un público visitante distinto, porque los productos y las miradas del territorio tienen que ser distintas", explicó March.

Ayer, en tanto, durante la segunda jornada de la actividad se realizaron visitas guiadas a viñas de Ñuble, además de zonas productoras de trufas y avellanas.

El 'anticumpleaños' 103 de Nicanor Parra fue con plateada trufada y vino

CUECA LARGA. Cocinero sancarlino, al igual que en los últimos cuatro años, visitó al poeta en su casa de Las Cruces.
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Matías Troncoso Carrasco

En la obra/antipoesía de Nicanor Parra, la buena mesa chilena y el festejo en torno a ella son recursos poéticos, maniobras del lenguaje, muy presentes desde sus inicios. Para el día de su cumpleaños 103, el pasado miércoles 5 de septiembre, el creador de "Versos de Salón" comió perpicaz y ganoso una variedad de "manjares de Ñuble" (como él mismo llama a los productos gastronómicos elaborados en la nueva región) mientras conversaba distendido y vital, y las cuecas sonaban de fondo en su casa de Las Cruces.

El encargado de llevar a la mesa las preparaciones fue David Vivero Arriagada, cocinero de San Carlos, dueño del restaurante Casona Violeta de la misma comuna y quien ha cumplido con el ritual de visitar y cocinar para Parra, en el día de su cumpleaños, ininterrumpidamente desde 2013.

Cerca del mediodía, como tentempié, se sirvieron embutidos clásicos; longanizas, prietas y arrollado (de los favoritos del festejado). El almuerzo consistió en una plateada al horno de barro cocinada por cinco horas, papas con betarraga y cebolla, horneadas, y risotto de mote con charqui - todos trufados- y pan amasado de campo. Vinos del Valle del Itata llenaron las "cañitas" que utiliza el poeta.

El vínculo entre el chef patrimonial y el Premio Cervantes 2011, a estas alturas, va más allá de un compartir mesa. Una cercanía que ha ido acrecentándose con el pasar de los años, desde aquella primera vez que David y un amigo se plantaron frente el poeta, explicándole que llegaban en representación del alcalde de San Fabián de Alico (lo que no era del todo cierto). "¿A qué vinieron?", les preguntó. "A verlo, don Nicanor", respondieron. "Bueno, ya me vieron" fue su sentencia -parriana total- antes de convidarlos a unos "tintos", que se prolongaron en almuerzo, que con sobre mesa y todo terminó a las siete de la tarde en un restaurante frente a la playa de Las Cruces.

"Para mí es un honor indescriptible poder acompañar a don Nicanor en sus cumpleaños, sentirme acogido en su hogar y escuchar lo que tiene para decir, su sabiduría sobre todo. Es uno de nuestros artistas más grandes, así que me siento un privilegiado", cuenta Vivero.

Anteayer, Nicanor Parra estuvo acompañado de su hijo Ricardo ("Chamaco"), de algunos de sus nietos, amigos y de Milena y Rosita, actual e histórica cuidadoras, respectivamente.

La jornada fue "familiar y tranquila", comenta David Vivero. La serenidad y lucidez del antipoeta, a sus 103 años, no deja de sorprender. Según el relato del cocinero, uno de los pocos indicios de la longevidad de Parra es una incipiente sordera en su oído derecho. Por como habla -aún con esas disquisiciones humorísticas propias de su "montaña rusa"-, pero, sobre todo, por cómo logra la atención de sus interlocutores, parece envuelto en un manto zen.

Su hermana Violeta fue recuerdo central durante toda la tarde. También el arte compartido, San Fabián de Alico, el Liceo de Hombres de Chillán, los recovecos de antaño; la añoranza de la tierra de su primera niñez.

Pensando en los 104

David Vivero es claro y directo: quiere que Nicanor Parra celebre su cumpleaños 104 en Ñuble. La idea ya le fue transmitida al autor de "Sermones y prédicas del Cristo de Elqui", quien se mostró entusiasmado en venir junto a su nieta Cristalina.