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"Ayni", de Felipe Monsalve, contiene 25 relatos

Viaje al fondo de los pueblos originarios

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-Dos relatos que te hayan sorprendido y por qué.

-No podría elegir uno de los 25 relatos, tampoco dos, cinco o diez. Me parece que todas las conversaciones son necesarias de leer. Pero para que tengan más información, les podría decir que dentro del mundo mapuche hay hierbatero, profesora, historiador, poeta, guardadora de semilla, etc; en el mundo rapanui hay profesor, músico, escultor y cultora popular; en el mundo andino hay arqueólogos, el último cazador de vicuñas, yatiris, profesor, etc. Hay muchas realidades que son interesantes de conocer y que, sobre todo, emocionan.


En resumen

-¿Cómo fue tu viaje?

-Fue largo e interrumpido, porque tuve que ir viajando a medida que iba consiguiendo financiamiento para la investigación. Mis entrevistados, a veces estaban en sus casas y otras no. En total, me demoré dos años y medio, y habré recorrido unos 30.000 kilómetros, de los cuales 5.000 fueron por tierra. El viaje más complicado fue llegar a un pequeño poblado aymará, a 4.800 metros de altura, en la frontera con Bolivia. Valió la pena, por la conversación que ahí tuve y por la maravillosa experiencia de despertar a las cuatro de la mañana y salir de la habitación para ver cómo se veía el valle entre montañas con la luz de la luna.

-Tus entrevistados, ¿te parecieron personas marginadas o felices?

-Me parecieron personas reales, con toda la gama de situaciones posible, y eso incluye que en algunos aspectos u ocasiones han sido marginados, y que en otros son profundamente felices, como potencialmente todos lo podemos ser o estar.Este libro no ha sido elaborado bajo una concepción reivindicatoria, quejosa o como búsqueda de una revelación iluminada. El objetivo de esta investigación fue conocer historias sencillas, emocionantes, bellas, y que a través de su relato podamos adentramos un poco más en nuestros pueblos originarios.

Felipe monsalve vive en buenos aires junto a su esposa y colabora en la revista "sophia".

3 preguntas

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"Ayni" (Grijalbo) significa reciprocidad en aymara. El libro, que es parte de una trilogía, tiene 25 testimonios y un relato fotográfico que recorre en 276 páginas distintos pueblos originarios, desde el apa nui hasta el quechua. Su autor, Felipe Monsalve, buscó voces originales que representaran su cosmovisión. Ahora prepara un libro sobre el calentamiento global y la sobrepesca en la costa chilena.

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gentileza felipe monsalve

"Raw": el placer de la carne

Netflix estrena la película de la francesa Julia Ducournau que provocó desmayos en su paso por festivales internacionales. La historia de una adolescente vegana que se vuelve caníbal aterra ahora en el streaming.
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"Raw", ópera prima de la francesa Julia Ducournau, nos enfrenta a la comentada dicotomía del streaming versus la experiencia en cines. Cuando se estrenó en Cannes el año pasado, llegaron reportes de desmayos. Luego, en el Festival de Gothenburg y en el de Toronto, se sumaron vómitos y decenas de personas que, descompuestas, abandonaron las salas. La gran fantasía de William Castle -director y productor de terror que en los 50 promocionaba sus películas estacionando ambulancias fuera del cine-, cobraba vida. O al menos así lo aseguraba una prensa impresionable que parecía alimentar la mística maldita -y marketeada- de una oferta en busca de una audiencia global.

Pero el reciente aterrizaje de la película en Netflix nos revela que "Raw" no es tan cruda como aseguraba la cobertura festivalera. Y, retomando la inquietud inicial, que la pasividad con la que la consumimos en nuestros televisores se puede explicar por la ausencia de un público que potencie nuestra catarsis. Digamos que los grandes clásicos del horror aterraron en grande. Bela Lugosi se hizo célebre gracias al espanto colectivo.

Sin embargo, el sensacionalismo -alentado por la misma producción- no nos alertó de los méritos de una historia de iniciación en la que la sangre está siempre subyugada a los giros del guión. Justine (Garance Marillier) es una adolescente que está descubriendo su identidad. Matea y fiel a la ruta trazada por sus padres -veterinarios y veganos-, ingresa a una prestigiosa universidad de Francia, donde también estudia su hermana mayor. Ahí, en medio de un violento ritual de mechoneo, comerá, contra su voluntad, un trozo de riñón de conejo crudo. Desde ese momento, algo en ella cambiará. El gusto por la carne la llevará a una especie de estado febril que viene acompañado de una voracidad sin límites por digerir animales y, como era de suponer, carne humana. La hermana también guarda sus secretos. La tensión que se generará entre ellas incrementará la brutalidad de la apuesta.

La analogía que la película hace entre el canibalismo y el despertar sexual de su protagonista le dan a "Raw" otra capa de lectura. Pero Ducournau no es Sofia Coppola. Su principal intención es impactar mediante un gore convincente. El problema es que la verosimilitud de los acontecimientos se ve dañada por la supremacía de la sangre dentro de la jerarquía de elementos. Todo parece funcionar en beneficio de las escenas epatantes. Los personajes (diseñados con trazo grueso), las situaciones límites, la sensación de "peligrosidad" constante y los múltiples excesos alimentan un universo salvaje, pero de pocos matices.

Por su temática, a "Raw" la podemos comparar con "Trouble every day" (Claire Denis, 2001), aunque por su efectismo está más cerca de las películas de Gaspar Noé ("Irreversible") o Catherine Breillat ("Anatomía del infierno"). Julia Ducournau recoge ese espíritu provocador para ingresar en los sensibles salones del cine.

"raW" explora el gusto desmedido por la carne de una joven de padres vegetarianos.


en resumen

Antes de "Raw", Julia Ducournau (1983) realizó un cortometraje ("Junior", 2011) y codirigió una película para televisión ("Mange", 2012).

julia ducournau, directora.

Por Andrés Nazarala R

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