Violeta y su fuerza incauta, antes de ser la universal Violeta Parra Sandoval
CENTENARIO. El folclorista local Osvaldo Alveal rememora los cinco años que pasó cerca de la difunta cantora y su magnetismo.
Teatro Cariola. Santiago, 1962. Sobre el escenario del recinto de calle San Diego Osvaldo Alvear, un provinciano recién llegado a la capital, armado de su guitarra canta las tonadas que su abuela le había enseñado en el campo profundo de Ñuble. Una vez terminada su presentación, en el tras bambalinas, una menuda mujer le pregunta "¿tú de dónde eres?". "De Chillán", le responde. "Ah, mira, somos vecinos porque yo soy de San Fabián", replica ella.
Ese fue el primer diálogo que Alveal -asegura- estableció con Violeta Parra Sandoval (1917-1967). Si bien explica, sin miramientos, que no eran amigos entrañables ni mucho menos, sí compartieron decenas de viajes y veladas. Las giras de "Chile ríe y canta" y la carpa de La Reina (la universidad del folclore), se le aparecen latentes, hoy, cuando se cumplen 100 años del natalicio de la artista más universal que ha nacido en Chile.
El folclorista chillanejo (quien actualmente dirige el Ballet Folclórico Municipal) mira los retratos que muestran a una Violeta veinteañera, en plan traje de época, con familia. Los cuida como un tesoro. "Parece otra persona, al verlos uno ni se imaginaría el tremendo carácter que había detrás de esa figura, una mujer con una fuerza impresionante", resume. Junto con las imágenes, otro objeto de culto que guarda desde hace años es un cuatro venezolano que perteneció a la hermana menor de Nicanor y con el que ella grabó buena parte de su repertorio, ahora, archi-conocido y vasto.
"Durante cinco años pude compartir de cerca con la Violeta; giras, vinos y, sobre todo, música. No era fácil caerle en gracia, tenía una personalidad extremadamente compleja, igualmente proporcional a su infinito talento. Para mí siempre será la mejor de todas, la más grande que ha dado Chile. Me deslumbró de inmediato", relata Alveal.
En aquellos años, medianía de los 60', él junto a un grupo compuesto por Rolando Alarcón, Patricio Manns y hasta Víctor Jara (con Cuncumén), entre muchos otros, salían de gira por el país para presentar sus proyectos artísticos, siempre dentro de la música de raíz. Casi no había mujeres. Violeta Parra fue una de las pocas y, qué duda cabe, la más destacada.
"En uno de los primeros viajes que hicimos -que eran muy largos- todos queríamos dormir en el bus ("góndola" por entonces), así que cada uno se acomodó en su asiento. De pronto comenzamos a escuchar un rasgueo y encima un balbuceo. Era la Violeta que pretendía componer una canción ahí mismo, pasando por encima del sueño de nosotros. El 'Pato' Manns le tiró un zapato por la cabeza, pero a ella le importó un bledo y siguió en lo suyo. Si tenía una corazonada no le importaba nada", rememora el músico, quien fue testigo ocular de toda una época.
Los últimos días
En el verano de 1967, el elenco de "Chile ríe y canta" estaba listo para salir de gira al sur. Según Osvaldo Alveal, en los días previos al viaje Violeta Parra fue hasta la casa de René Largo Farías (organizador de las giras) para exigirle el pago anticipado de las presentaciones que darían. Al recibir una respuesta negativa, se negó a viajar.
Los integrantes del colectivo folclórico pensaron que se trataba de "uno más de sus caprichos". Pero Alveal, 50 años después, recuerda que en los albores del febrero del 67' la cantora y artista plástica (que ya había expuesto en París) se notaba angustiada. "Era depresiva", dice.
Cando él la conoció, ella habría cargado con dos intentos de suicidio. Amores irresolutos (en general, existe coincidencia de que el suizo Gilbert Favré fue su gran amor, aunque el último habría sido el uruguayo Alberto Zapicán) y desavenencias con parte de su familia le rondaban.
El término de la vida de Violeta ya es conocido. Sola y con el peso de existir en un mundo que se la había tornado insoportable. Alveal asegura que se suicidó en la media agua en la que habitaba, al lado de la carpa de La Reina, y recostada sobre una guitarra.
"Violeta se fue a los cielos"
La relación de Violeta Parra con sus hijos siempre ha estado en entredicho. "Cómo se explica que en la película la Isabel (hija de Violeta) no aparezca por ninguna parte. Eso se explica porque el Ángel (hijo) escribió el libro, en el que se inspira la película, cuando estaba peleado con su hermana. Y con la Violeta también se peleó. Incluso no la invitó a su matrimonio, pero ella igual llego". Osvaldo Alveal hace referencia a la cinta "Violeta se fue a los cielos" (2011), dirigida por Andrés Wood y protagonizada por Francisca Gavilán. El filme convirtió para muchos en un material biográfico que retrató de buena manera la intensidad de vida que tuvo la autora de "Arriba quemando el sol". Para otros, como Alveal, es una historia coja.