Preocupante. Así podría calificarse el informe que esta semana dio a conocer el Observatorio en Gestión de Riesgo de Desastres de la Universidad Bernardo O'Higgins, el cual reveló cuáles son las cuatro comunas de la nueva región de Ñuble que actualmente presentan una probabilidad "alta", es decir que son más propensas, a sufrir desastres naturales.
De las 21 comunas que conforman la actual provincia de Ñuble, son precisamente Cobquecura, Trehuaco, Portezuelo y Ránquil las que este estudio consideró en situación más compleja para abordar los riesgos asociados a emergencias derivadas de eventos naturales.
En efecto, su analizamos la historia más reciente, Cobquecura estuvo prácticamente en el epicentro del último terremoto del año 2010 y si bien no sufrió mayormente con los efectos del posterior tsunami, debió enfrentar una compleja reconstrucción y adoptar sistemas de evacuación preventivos que luego fueron puestos a prueba tras el terremoto de Japón en 2011. En el caso de Portezuelo, Ránquil y Trehuaco son comunas que debieron enfrentarse a las consecuencias de devastadores incendios forestales. Para Ránquil la prueba de fuego la vivió a principios de 2012, junto a Quillón y Florida, durante el llamado mega incendio que consumió 28 mil hectáreas de bosque nativo y plantaciones, destruyó 224 viviendas y dejó a más de mil damnificados.
Este verano, en tanto, una realidad similar la vivieron vecinos de Portezuelo, donde las llamas arrasaron con 4.351 hectáreas, de un total de 22.127 hectáreas consumidas en Ñuble.
Un factor que estas cuatro comunas tienen en común es que su población se acerca a las 6 mil personas y, por tanto, sus municipios, que son los primeros estamentos en reaccionar frente a situaciones de emergencia, cuentan con escasos recursos para hacer frente a hechos de catástrofe y en la mayoría de los casos tampoco cuentan con protocolos adecuados de gestión. Hoy es posible observar, por ejemplo, que otra comuna de Ñuble, Pinto, está recién trabajando en actualizar mapas de riesgo y planes de acción frente a la eventualidad de una erupción volcánica, aun cuando el complejo volcánico Nevados de Chillán se encuentra en estado de Alerta Amarilla desde el 31 de diciembre de 2015.
En este contexto, es importante que las autoridades que encabezarán la instalación de la región comiencen a visualizar desde ya estas realidades comunales y apoyen a los municipios en la elaboración de protocolos de acción concretos, acciones preventivas dirigidas a la comunidad, mapas de riesgo, entre otros aspectos, que permitirán actuar proactivamente ante cualquier eventualidad futura y evitar así pérdidas humanas que mañana debamos lamentar.