Tenemos que ponernos en marcha sin mayor dilación. Tenemos que desarrollar toda nuestra iniciativa, demostrar las capacidades que nos distinguen, aflorar nuestra identidad de gente organizada y creativa, avanzar sobre la huella dejada por quienes lanzaron originalmente la idea de convertirnos en Región.
Se nos hace urgente asumir los grandes desafíos con la sencillez del que puede hacerlo. Es imperativo, en consecuencia, no sólo pensar en grande, sino actuar en grande. Con la grandeza que nos debe llevar a la acción tras la palabra. Con la generosidad de la ilusión compartida. Con la ética y la moral que nos obliga la Historia.
Se nos pasan los días, las semanas… y avanzamos poco. No busquemos culpables -porque perderíamos más tiempo aún-, sino que nosotros mismos démonos el campanazo que anuncie la partida hacia la concreción de las ideas, ya aprobadas en la legislación.
Esa veintena de soñadores que se lanzó a la calle a exigir el derecho propio a crecer, a gestionar lo nuestro con nuestras propias capacidades, ahora nos exigen a asumir el papel que nos corresponde y seguir la tarea hasta conseguir las cotas de desarrollo que Ñuble y su gente merecen.
Surgen muchas ideas grandes. Nos hemos manejado demasiado en las ideas chicas. Luego entonces, debemos trabajar el proyecto de crear una Universidad de Ñuble. Que sea pública, gratuita y potente en lo que nos falta. Porque necesitamos cualificar la mano trabajadora, esa Universidad debería tener el carácter de Técnica, primer paso para seguir subiendo en la educación con futuro.
Debemos potenciar las comunicaciones inter ciudades, ahora que tenemos tres provincias en la nueva Región. Carreteras decentes, adecuadas para la conectividad que exige el crecimiento armónico.
Debemos pensar en puerto y en turismo, si miramos el mar que tenemos en nuestra geografía. Abrirnos a la pesca y a los deportes náuticos. Construir instancias de veraneo costero y ampliar a todo el año el turismo de la cordillera.
No sólo se debe industrializar el campo, perfeccionar nuestra agricultura, sino hacerla acorde con las necesidades de los nuevos mercados. Por ello, necesitamos también capacitar a nuestros agricultores, para que aporten a los nuevos tiempos que se nos avecinan. En fin, son tareas importantes, esfuerzos titánicos, futuros que no están lejanos si nos ponemos serios en la construcción de los peldaños de esta escalera que conduce a transformar en realidad los sueños de ayer. Somos capaces. ¡Hagámoslo ya!.
Miguel Ángel San Martín Periodista.