En la Región de Ñuble se vislumbraba desde muy tempranas horas de ayer una alta afluencia de votantes en las urnas, en comparación a las primarias. No obstante, las cifras del Servel dieron cuenta que el escenario no varió demasiado con respecto a las elecciones municipales del año pasado, ocasión en que la participación electoral nacional cayó a su mínimo histórico desde 1989, apenas un 34% del padrón electoral correspondiente a cerca de 14 millones de electores.
En Ñuble votaron entonces poco más de 193 mil personas; ayer, en tanto, sufragaron en las 21 comunas de la nueva región cerca de 195 mil electores.
De acuerdo a las cifras oficiales dadas a conocer anoche, con un 100% de las urnas contabilizadas, un total de 6 millones 500 mil ciudadanos concurrieron a ejercer su derecho a voto en el país y con ello se rompió con una tendencia que preocupaba no sólo al gobierno, sino que también a los conglomerados políticos. Ya en los comicios municipales del 2012, con el debut del voto voluntario y la inscripción automática, la participación en las urnas fue del 43,2%, mientras que para la misma elección en 2008 alcanzó una asistencia del 58%.
Desde el gobierno, donde se desplegó una campaña comunicacional a pocas semanas de la jornada de votación para incentivar la participación, se esperaba que la concurrencia a las urnas fuera de un 46%, lo que efectivamente se logró.
En medio de este escenario, ayer, en plena marcha del proceso electoral en Ñuble, el senador del PPD, Felipe Harboe, reiteró su postura de volver al voto obligatorio, pues considera que más que un derecho, acudir a votar en las elecciones del país es un deber de los ciudadanos. Su postura, que es coincidente a la que planteó durante la campaña la candidata de la DC, Carolina Goic, contrasta con el escenario mundial donde sólo un 13% de los países del orbe tiene un sistema de voto obligatorio (es decir 26 naciones, de las cuales 12 son de América Latina) y en el 87% es voluntario.
Precisamente este factor ha sido gravitante para que en América Latina vaya en alza la participación electoral, pues entre 1990 y 2016 creció de un 63,4% a un 70,1%. La gran duda que surge, tras conocerse los resultados de la elección presidencial, es cuánto bajará la votación efectiva en segunda vuelta, al no existir el factor de las parlamentarias. El elector vuelve a tener la palabra.