El último día del año 2017 quedará registrado como uno de los más trágicos en lo que a violencia de género se refiere en la nueva región de Ñuble, luego que a sólo horas de finalizar el año dos violentos crímenes tuvieron como principales víctimas a mujeres que perdieron la vida a manos de sus parejas. Los hechos remecieron profundamente a las comunidades de San Ignacio y Copihual, en Coihueco, debido a que en ambos casos las mujeres recibieron un disparo con escopeta y los presuntos autores posteriormente se habrían quitado la vida. En el primero de estos femicidios, donde existía una separación desde hace un año, el hombre dejó una carta para explicar su motivaciones.
Con estos dos hechos de sangre, la región de Ñuble subió a tres los casos de femicidio registrados durante el año 2017. Anteriormente, en febrero del año recién pasado, Andrea del Pilar Riquelme Toledo, de 34 años, había sido asesinada en el sector de San Luis, comuna de Pemuco, su cónyuge quien luego se habría suicidado tras la agresión. Ambos tenían un hijo en común de 14 años.
Inmediatamente, desde el gobierno la ministra de la Mujer, Claudia Pascual, condenó estos femicidios que significaron un incremento en las cifras de muertes violentas de mujeres durante el año 2017 -que cerró con un total de 43 femicidios consumados y 112 femicidios frustrados- con respecto al año inmediatamente anterior, esto es, 34 casos durante 2016.
Pascual llamó a "desnaturalizar" estas prácticas, a generar los espacios de un cambio cultural desde la educación primaria y hacernos cargos como sociedad y como entorno de involucrarnos e intervenir si sospechamos o somos testigos de hechos de violencia contra las mujeres. Y recordó al mismo tiempo que en el país funcionan 103 centros de la Mujer y 43 casas de acogida, además de la línea gratuita: 800 104 008, que funciona las 24 horas.
Lo ocurrido, en efecto, no puede quedar solamente como un hecho más del año que culminó, para dar vuelta la página; por el contrario, debe movernos nuevamente como sociedad a preguntarnos dónde estábamos para visualizar a tiempo este tipo de problemas y porqué no actuamos para prevenirlo. El impacto de estos crímenes debe redefinir las prioridades en función de hacer de la erradicación de la violencia de género una de los desafíos principales del 2018 que se inicia y provocar el cambio cultural necesario, no sólo para reducir el tiempo en el cual las mujeres víctimas de violencia de género demoran para denunciar a sus agresores (en promedio 7 años), sino para reforzar las redes de apoyo familiar y social que permitan realmente actuar a tiempo.