Toda persona que enfrenta una enfermedad refractaria a tratamiento responde de diversas formas, siendo la familia el entorno inmediato y más cercano para considerar y acudir. Esta cercanía no es solo en ayuda de sustento económico, sino también para formar una red de apoyo cuando el estado de equilibrio de uno de los miembros se debilita.
En nuestro país, al enfrentar un invierno demográfico con un envejecimiento poblacional y patologías que no tienen tratamiento curativo, hace que la familia busque estrategias nuevas, invirtiendo innumerables recursos económicos, materiales y servicios de profesionales para atender las necesidades en salud de sus seres queridos
En este proceso de búsqueda y satisfacción, la familia y específicamente el cuidador familiar, sostiene en forma permanente las atenciones de un paciente que se encuentra en precarias condiciones físicas o mentales que va desde la dependencia moderada a la dependencia total, significando la postración y el cuidado absoluto de las necesidades más básicas de la vida, como la alimentación y aseo.
Como consecuencia de esta condición de trabajo se genera la sobre carga del cuidador, llegando a convertirse en un "paciente oculto", por la condiciones de esfuerzo físico y mental permanente y sin encontrar las condiciones de bienestar adecuada para sobrellevar la situación, ya que no puede enfermar, no tiene descanso, mantiene múltiples roles y en general con un escaso sustento económico que no le permite mantener un servicio de cuidadores remunerados en el domicilio y menos costear una residencia con servicios especializados en salud.
Para evitar el cansancio físico y emocional del cuidador, una de las estrategias más recomendada, barata y efectiva, es la comunicación permanente y sincera. Esta habilidad se hace necesaria para descargar sentimientos negativos y buscar soluciones a situaciones particulares que no se han vivenciado en el pasado, situaciones inusuales que provocan descuidos de funciones o roles que habitualmente se han presentado en el diario vivir, y que genera temor a los prejuicios de otras personas sobre todo en otros familiares.
Lo importante, es saber que el cuidador tiene riesgo al desarrollar un actor de tanta generosidad. Sin embargo, si este cuidador no es capaz de darse cuenta de la situación de cansancio, serán otros familiares que deberán con generosidad contribuir en la asistencia. Por lo tanto, se hace primordial la comunicación para prevenir una enfermedad de alto costo y larga duración como es la depresión por cuidar.
Nancy Plaza, académica de Enfermería
Universidad Católica de la Santísima Concepción.