Fue a los 35 años de edad cuando Eduardo Arias, antiguo conductor de locomoción colectiva en Chillán, comenzó a tener problemas con la vista sin saber que al cabo de meses su visión se nublaría completamente pues especialistas de la ciudad de Santiago le diagnosticaron una Retinitis pigmentosa, enfermedad degenerativa y poco frecuente que no tiene cura.
Eduardo ya no está al frente del volante, pero sí se mantiene en el mundo de los buses y microbuses, pues desde hace una década repara unidades de transporte tras aprender la mecánica como un nuevo oficio que le sirve de sustento para su hogar, conformado por su esposa y cuatro hijos, siendo su familia unos principales propulsores para seguir adelante.
"No iba a estar demasiado tiempo sin hacer nada. Eso no es sano para nadie, estar encerrado sin hacer nada y porque tengo una pensión muy bajita y precaria, así que de una u otra forma el hecho de que tuviera un poco más de ingreso eso me ayudaba", afirma Arias.
Siempre tuvo cierta afición por la mecánica, por lo que comenzó poco a poco ayudando a su hermano Jorge en el taller hasta aprender el oficio.
Eduardo, hoy con 53 años, se desplaza con seguridad dentro del área del taller, que está ubicado en Libertad Oriente #11, mientas recuerda cómo encontró la forma de identificar las herramientas que necesita para trabajar. "Como no puedo ver las herramientas en el tablero puse pernos de diferentes tamaños porque de repente venía a buscar una llave y me equivocaba. Y ahora que los puse en orden, cuando vengo a buscar una llave sé cuál es la que me sirve, aunque con el tiempo uno se acostumbra y a veces sé cuál es la llave sin probarla", explica.
Reconoce que no realiza labores complejas pues se encarga de lavar piezas, montar y desmontar motores de microbuses, mientras que su hermano Jorge Arias hace los trabajos que ameritan ser más minucioso, como revisar las cajas de cambio o motores.
Superación
Aprender de mecánica le ha proporcionado satisfacciones a lo largo tiempo, y lo más importante es que se siente de gran utilidad al poder ayudar a su familia. La dificultad visual ha sido una manera de autosuperación ante la adversidad, que aproximadamente hace 18 años le dio un giro de 360 grados a su vida.
"Por el hecho de estar trabajando uno se siente útil, el hecho de no trabajar en nada, estar en la casa encerrado prácticamente viendo las cuatro paredes, en caso de las personas que puedan ver las cuatro paredes, no es sano; es bueno sentirse útil. Las veces que estoy en mi casa me desespero porque no me gusta estar sin hacer nada", dice entre risas Eduardo.
No tiene días ni horario de trabajo establecidos, pero asegura que sí es de trabajar los domingos, desde tempranito en la mañana lo hace. "Cuando llega el trabajo, se trabaja", señala.
La historia de vida de Eduardo es un fiel ejemplo de determinación y progreso para quienes como él, transitar por los caminos de este mundo ha tenido más obstáculos que para otros, pero sin embargo la constancia y voluntad para sobreponerse y avanzar siempre valdrá la pena.
Se adjudicó un proyecto FOSIS en el 2017
En mayo del pasado año participó en el programa de Emprendimientos de Microempresas de Personas con Discapacidad del FOSIS Biobío, adjudicándose el subsidio de alrededor de $1 millón para la compra de herramientas e implementos para el taller mecánico. Arias adquirió una hidrolavadora para lavar las piezas de manera más efectiva y rápida, lo que le permitió reducir los tiempos de trabajo, pues anteriormente lo hacía empleando una brocha. Dos cajas de herramientas, dos juegos de dados mecánicos y una gata forman parte de los artículos que se compró con los fondos recibidos.