No soy experto en seguridad ni en situaciones de emergencia, pero me atrevo a insistir en que la prevención es lo fundamental para casos de peligro inminente. Todo ello, lo señalo basado en lo que está ocurriendo -en este mismo instante-, en Guatemala.
La erupción del Volcán de Fuego ha provocado hasta ahora un centenar de muertos, unos 50 heridos y alrededor de 200 desaparecidos. Hay más de 5 mil evacuados y unos 2 millones de personas afectadas de alguna forma por aquella actividad volcánica.
Las informaciones generales señalan que la gente fue "sorprendida" por la erupción volcánica, que se reaccionó tarde, sin saber muy bien qué hacer en tales circunstancias. O sea, les faltó prevención.
Nuestro país es muy propenso a estos avatares de la naturaleza. Hemos sufrido devastadores terremotos, se han producido avalanchas, maremotos, incendios forestales, inundaciones, temporales, erupciones volcánicas, todos con trágicas consecuencias. Y ahora mismo, tenemos una emergencia volcánica naranja en nuestro Ñuble.
El sistema volcánico Nevados de Chillán está especialmente activo, con movimientos sísmicos permanentes en su entorno, con emisión de gases, con pulsos de significación, a través de nuevos cráteres.
El tema no es para causar pánico, pero sí es motivo de preocupación para adoptar medidas de prevención y evitar sorpresas desagradables en caso de una erupción mayor.
Debemos aprender de lo que ocurre en Guatemala, sacar conclusiones y adoptar las medidas precautorias que el caso requiere. La población de los alrededores del sistema volcánico debe saber cómo serán las alarmas y quién las dará. Si se usarán sirenas o se comunicará por las redes sociales que las nuevas tecnologías nos ofrecen. Cómo y cuándo se harán las evacuaciones. Por qué vías, en qué vehículos y hacia dónde dirigirse. Dónde estarán los albergues, quiénes serán los responsables de vigilar los bienes de los evacuados, etc.
Luego de elaborado ese plan de emergencia, darlo a conocer, hacer ejercicios y simulaciones con el máximo de gente posible. Es decir, que cada persona potencialmente en riesgo de ser sorprendida por una situación de estas, conozca a la perfección lo que debe hacer. De esta forma, rebajaremos esos riesgos, minimizaremos los efectos y tendremos mayor seguridad.
Sin duda que todo lo que digo resulta redundante, pero creo que ante la posibilidad de evitar la pérdida de vidas, la insistencia es más que necesaria.
Miguel Ángel San Martín Periodista.