En medio de tantas noticias preocupantes sobre la crisis que se vive en la Iglesia, la segunda visita de los enviados papales, Arzobispo Charles Scicluna y Monseñor Jordi Bertomeu, ha permitido mirar un poco más esperanzados el futuro de nuestra comunidad cristiana chilena.
Su presencia en las comunidades de la Diócesis de Osorno, en representación del Papa Francisco, ha sido un alivio y ha generado la posibilidad de encuentro para superar las divisiones que experimentaba la comunidad. Como todo proceso de sanación, no será una cosa fácil y, tomará mucho tiempo hasta que los católicos de esa Diócesis vuelvan a compartir el pan de la eucaristía como hermanos reconciliados y unidos. De los pasos que puedan dar los fieles católicos de esa Iglesia diocesana, marcados por la escucha del que piensa diferente, la diversidad de visiones, pero en torno al mismo amor a Cristo y su Iglesia, podremos todos aprender.
El sufrimiento que ha significado para tantos fieles la situación de vergüenza ante los abusos cometidos por consagrados contra menores, encuentra un respiro que acrecienta la confianza de la deseada justicia para las víctimas y la recuperación de la credibilidad perdida en nuestra Iglesia.
Un signo concreto de ello, es la nueva instancia para escuchar y canalizar denuncias que se ha creado, en un esfuerzo de atender a las personas que no lograron reunirse con los enviados papales. El equipo está formado por dos mujeres: Pilar Ramírez, y la psicóloga Josefina Martínez, quienes, junto a la religiosa Marcela Sáenz, y los sacerdotes Larry Yévenes y David Albornoz, asumirán la misión de escuchar y atender a las denuncias que puedan presentarse. Junto a ello, se mantiene a nivel diocesano, la alternativa de denunciar ante el promotor de justica, el vicario general o el obispo.
La fortaleza que nos da Cristo y su evangelio debería seguir siendo nuestro puntal, en medio de las dificultades, sin olvidar que Dios nunca nos dará una cruz más pesada que la que podemos cargar. Como tantas veces en la historia de la Iglesia, hoy vivimos tiempos de purificación que nos regalarán la justicia, la paz y la verdad que, aunque frecuentemente olvidadas, están en el corazón de nuestra fe. De este doloroso proceso de saneamiento vamos a salir más fuertes, más humildes, y más confiados en el Señor que en nuestras propias capacidades.
Carlos Pellegrin Barrera Obispo de Chillán