¡Qué notable aptitud de quien la tiene para reflexionar. Le reconozco esa fortaleza a la escritora María Olga Mansilla, de la ciudad de Temuco. Ella me ha enviado recientemente dos libros. El primer, titulado "Resignación", un poemario de 118 páginas y el segundo "Impresiones" de prosa clara y sensible, de 96 páginas, demostrando ambos las bondades de su lenguaje, cuando se trata de evidenciar su excelencia en el buen manejo del idioma. Ambos, se me ocurre, inspirados en el mismo tema: la muerte prematura de uno de sus hijos, que siempre será muy injusto, cuando ellos se van antes que sus padres, en este caso la madre. El título del primero "Resignación", es justamente el que corresponde cuando un suceso de este tipo nos ocurre en la vida. En este, su caso, que ella deplora con su más alta sensibilidad.
Quienes tenemos en la literatura una gran confianza, como fuerza o como consuelo, especialmente cuando tenemos una experiencia literaria, sabemos que el eterno poder de la palabra, sin límites, en alguna medida nos ayudará a cobijarnos en momentos plenos de belleza y armonía, con mayor razón cuando nos enfrentamos con el silencio y con la muerte. Yo viví la resignación, cuando mi esposa falleció hace dos años, recuerdo que ese fue el título de mi primera crónica.
Los dos libros recientes de esta escritora, son el mejor testimonio de su compromiso con la literatura y particularmente con el lenguaje, ese mismo que nos muestra, que hay una manera diferente de mirar las cosas. Apreciemos como lo demuestra, cuando versifica su dolor, cuando escribe sobre su hijo muerto.
"Me venció la noche, me asoló el silencio;
En altar de sombras, me mató el suspenso."
Sin duda, nuestra escritora tiene y mantiene una rica imaginación. Apoyo esa idea, con la información que ella misma nos entrega, cuando sostiene bajo el título "Éxito de un día", lo siguiente: "Si en determinada circunstancia de la vida, quisiéramos encontrar un punto de apoyo de la mayor precisión que pueda permitirnos disfrutar de la belleza natural de nuestro ambiente, tal vez podamos darnos cuenta de que no es tan difícil de lograr dicho objetivo". Estoy absolutamente de acuerdo con esa afirmación de la escritora, porque yo también he logrado comprobar que cada punto de la superficie terrenal o aérea está sujeto o expuesto a momentos especiales en el ir y venir en la vida del universo.
Nuestra experiencia, aquella que nos dan los niños, nos han demostrado que en nuestra realidad, hemos tenido momentos de alta reflexión, si pensamos intensamente, de modo positivo, en una puesta de sol, si miramos el paisaje o en una obra buena, si pensamos en algo positivo que nos ocurrió o en una excelente idea que de repente acudió a nuestra mente. Es una feliz referencia que nos entrega esta autora, para encontrar momentos felices. Mi gratitud para esta dama temuquense, María Olga Mansilla, por sus dos últimos libros.
Por Carlos René Ibacache I. Miembro Correspondiente
por Chillán de la Academia Chilena de la Lengua.