La nueva región del Ñuble ya es una realidad. Expresión de luchas y anhelos de organizaciones y ciudadanos que por años hicieron suya la demanda por ser una región distinta de Bio Bio y que hoy ven, finalmente, satisfecha su demanda. Pero el panorama en que nace la región no es del todo auspicioso. Las cifras recientemente conocidas de la Encuesta CASEN 2017 sitúan a Ñuble con uno de los más altos porcentajes de población en situación de pobreza por ingresos (16,1%) y multidimensional (24,6%), muy por sobre los promedios nacionales y de la región de Bío Bío.
Esta no es una situación de extrañar considerando que Ñuble es una región eminentemente rural y que, lamentablemente en Chile, como prácticamente en toda América Latina, las zonas rurales se encuentran en una situación de manifiesto rezago respecto de las zonas urbanas. Así lo viene demostrando desde el año 2011 el Informe Latinoamericano sobre Pobreza y Desigualdad, cuyo análisis de brechas territoriales en distintas dimensiones del desarrollo concluye persistentemente que los territorios más rezagados en todas las dimensiones son más rurales y aislados.
La versión 2017 del mencionado Informe formula un conjunto de recomendaciones de política para cerrar estas brechas que mantienen persistentemente a algunos territorios en situación de rezago, que pueden resultar particularmente oportunas en el marco de una nueva región en proceso de instalación.
Lo que ahí se propone es, desde un enfoque territorial que reconozca la diversidad de problemas y oportunidades que registran las distintas localidades de la región, avanzar decididamente en materia de articulación entre distintos niveles de gobierno y distintos actores para formular e implementar soluciones integrales y sostenibles.
La región nace justo en el momento de la entrada en vigencia de la nueva ley de transferencia de competencias, escenario especialmente propicio para una mejor articulación entre el gobierno central y el nuevo gobierno regional. Nace además, con la fortaleza que da contar con un conjunto de actores comprometidos con el desarrollo regional, como las asociaciones de municipios, entre otros públicos y privados que deberán ser convocados a sumarse para enfrentar coordinadamente los no poco desafíos de la nueva región.
El fin último no debe ser haberse constituido como región. Ello es sólo un medio para avanzar, ahora de manera más articulada y pertinente a las demandas y necesidades locales, hacia un mayor bienestar de los habitantes del nuevo Ñuble.
Restablecimiento de la dignidad
El día viernes recién pasado se llevó a cabo en Chillán la inauguración de la oficina que alberga al "Departamento de denuncias, acogida y acompañamiento de víctimas de abusos" de la Iglesia Católica. Esta instancia viene a manifestar, de una manera concreta, el compromiso de la Iglesia para ayudar a romper el silencio que ha permitido que ocurran y se mantengan las situaciones de abuso que tanto dolor han provocado.
Este hecho no es irrelevante y, es más, me atrevería a decir que además es una acción de consecuencia con el Evangelio de Cristo, pues el que la Iglesia colabore con la búsqueda de la verdad y reconozca el daño causado significa poner al centro a los más pequeños, a los más débiles, a las víctimas; y así devolverles de alguna manera la dignidad que les fue arrebatada.
El abuso sexual es de aquellas situaciones humanas difíciles de poder explicar y entender. La teoría no alcanza para poder ponerse en el lugar de las víctimas y se requiere de un trabajo profesional y generoso para acogerlas, ayudarlas a reconstruirse y así poder mirar con esperanza el futuro.
Por otra parte, el recibir denuncias también implica un compromiso con el hecho de buscar la verdad y además con el promover las sanciones que correspondan para los responsables de estos abusos. En la Iglesia no puede haber espacio para quienes abusan de los que les fueron confiados. Hay que acabar con la cultura del abuso de la cual nos hablaba el Papa Francisco en su carta del 31 de mayo, no hay que tener miedo a mirar de frente y con la verdad.
En este contexto también es importante considerar que el funcionamiento de esta oficina no resuelve nada, si es que no se trabaja en la construcción de espacios sanos y seguros. Para esto es necesario fortalecer el trabajo, que desde hace ya varios años se viene haciendo, en el ámbito de la prevención. Los abusos sexuales tienen a su base los abusos de poder. Hay alguien que somete a otro, hay alguien que está dispuesto a transgredir la dignidad de una persona y también hay otros que están dispuestos a callar, a no ver o a no decir lo que está ocurriendo. Juntos debemos desterrar el miedo o la indiferencia que nos paralizan: para detener los abusos y a los abusadores, debemos estar todos atentos.
María Ignacia Fernández, Directora Ejecutiva Rimisp.
Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural.
Paulina Benavente Vargas Psicóloga. Obispado de Chillán.