El tema parece simpático para comentarlo en tiempos de tanta tensión: la moda de agregar el sufijo ía a numerosas actividades comerciales de hoy. A través de muchos años, supimos de las "chancherías", que evolucionaron a rotiserías; de fierrerías, que se transformaron en ferreterías; de librerías que se transformaron en ferias del libro. La venta de muebles dio paso a la mueblería. ¿Para qué hablar de la carnicería? Y hay numerosos ejemplos más.
La modernidad significó la llegada de nuevos términos, de ninguna manera originales. Así, hoy se habla sin tapujos, de la whiskería, la churrasquería, la tetería, la cafetería, la pisquería, la sanguchería, la churrería, etcétera. Es más, alguien tuvo el valor de crear un sitio web denominado "la siutiquería". Porque de eso se trata: de nuestra vocación de siúticos, de aparentar lo que no somos, de estar siempre de moda, en la avanzada. Creemos que usar inventar palabras nos hace mejores. Claro, es más elegante tomar un shop en una cervecería que en un depósito de cerveza. Y más fino todavía, consumir un churro de una churrería que en un negocio de churros.
Son modas y parecemos condenados a vivir bajo su imperio. En la década de los 80´, todo el mundo "descubrió" que el sustantivo biblioteca restringía el asunto sólo a los libros. Entonces, se comenzó a hablar de la discoteca, la enoteca. Y por ahí hasta surgió un audaz que abrió una viejoteca, obviamente apuntada a los que pasaron los 40 años. A los centros de diversión se sumaron, en los dos últimos decenios, las salsotecas.
El fenómeno es gracioso. No amenaza el bolsillo ni la salud física o mental de los chilenos, así que no hay que preocuparse. Esta columna sólo quiere plantear qué ocurrirá cuando se extienda a regiones. ¿Se imagina que en Chillán o San Carlos comencemos a hablar de la "longanicería" o de la arrolladoteca? ¿Por qué no puede existir una parrilladoteca? También está la posibilidad de que en los mercados se instalen "cazuelerías". En un homenaje al pasado, podrían aparecer la "sustancierías", para identificar uno de los productos que siempre fue característico de la región.
La Real Academia Española, que "pule, brilla y da esplendor", afirma siempre estar atenta a la evolución del lenguaje y termina por aceptar neologismos y hasta algunas palabras que hasta ayer eran vulgares y hoy aparecen como de uso común. Pero deberá estar muy activa para sumar términos como "pizzería", "hamburguesería", "completería", "papafritasería" y otros que están emergiendo o pueden emerger.
Si el director de Crónica Chillán acepta el término, sus colaboradores en el futuro no escribiremos columnas, sino que practicaremos la "columnería.
Raúl Rojas, Periodista, Académico y Escritor.