Chillán Viejo está viviendo momentos difíciles. Su Alcalde ha sido citado, junto a algunos de los altos cargos de la administración municipal, para ser procesado bajo acusaciones muy serias de corrupción. Esto adquiere una gravedad inusual en una sociedad que cree en la democracia y que elige con su voto a quienes le representan para ejercer los cargos de conducción ciudadana. Gente que acudió a las urnas convencida de que iba a estar bien representada y que los programas de gobierno ofrecidos se iban a cumplir con eficacia.
En junio del 2013 se hizo la primera denuncia de manipulaciones económicas fraudulentas en la gestión municipal. En el 2014, el propio Alcalde se "autodenunció", con el fin de que se aclararan las cosas. Otros concejales se sumaron a la causa.
Como la rueda de la justicia es lenta, hubo más de alguien que realizó investigaciones en forma personal, otros buscaron documentos y pruebas de que las denuncias tenían asidero. Todo ello, en una danza de politización desorientadora. Pero las instituciones, en toda democracia, están para cumplir con su rol. Y en este caso, los últimos hechos así lo demuestran.
El titular del Juzgado de Garantía de Chillán, Carlos Antonio Benavente García, citó para el 27 de noviembre a diez personas, incluido el Alcalde, para la Audiencia de preparación del juicio oral. La acusación, con documentos probatorios en la mano, pide un total de 133 años y 17 días de prisión para los imputados. Desde los 3 años para uno, hasta los 25 años y 3 días para otro, pasando por cuatro peticiones de 20 años y 3 días de cárcel para otros tantos acusados.
Ante hechos tan graves, la justicia está reaccionando. Es su papel. Y todos los ciudadanos lo debemos reconocer. Es lamentable todo esto. Pero más lamentable sería si abriésemos un "juicio paralelo" al de los tribunales. Todos debemos ser muy cuidadosos con estos temas. La presunción de inocencia es la base de todo acto judicial. Pero, hay mucha gente dolida porque se siente engañada.
Debemos mirar las cosas con otros ojos, porque las instituciones funcionan y deben hacerlo con transparencia y eficacia. Nunca se aceptará que la corrupción corroa las bases de nuestra convivencia. Además, es una advertencia contundente a los partidos políticos y un ejemplo para la participación activa de los electores. Todos debemos adoptar las medidas que garanticen que nuestra vida republicana siga transitando por los caminos de la decencia, la justicia social, el desarrollo y el progreso.
Miguel Ángel San Martín Periodista.
