Ley de convivencia vial
Señor Director: Gran controversia y confusión ha generado la puesta en marcha de ley de convivencia vial. Principalmente por la fuerte fiscalización de Carabineros a ciclistas, la que lamentablemente no ha sido adecuada pues, en vez de centrarse en los aspectos que la nueva ley dicta, se ha enfocado en elementos de la ley antigua, incluso en algunos derechamente inverosímiles, como el usar chaleco reflectante a plena luz del día. Más allá de lo preocupante que resulta que la autoridad fiscalice mal, se está poniendo el foco en los actores y comportamientos equivocados.
El espíritu de la nueva ley, una de las pocas que ha sido construida con participación de la ciudadanía, es dar a cada modo de transporte el espacio, derechos y deberes que le corresponden. Dado eso, la fiscalización debería concentrarse hacer de la calle un lugar seguro para las bicicletas y que éstas no invadan las veredas peatonales. Es importante destacar que la ley antigua nunca permitió el tránsito de bicicletas por la vereda y que la nueva ley sólo establece excepciones, una de ellas siendo "cuando las condiciones de la calzada, o las condiciones climáticas hagan peligroso continuar".
Se debe fiscalizar que ciclistas no transiten por la vereda a altas velocidades o de forma imprudente, pero no se puede exigir que bajen a la calle si esta no presenta las condiciones adecuadas. Lo "peligroso" es subjetivo: es muy probable que un ciclista poco experimentado perciba la calle como algo muy peligroso, llegando incluso a temer por su vida. Por lo mismo, no se puede aplicar todo el rigor de la ley a los ciclistas de vereda mientras no tengamos una abundante y bien conectada red de ciclovías y ciclobandas, así como un comportamiento bien informado y respetuoso de los conductores de vehículos motorizados. Aplicar "garrote" con demasiada fuerza terminará desincentivando el uso de la bicicleta, lo que sería una tragedia para nuestras ciudades.
Ricardo Hurtubia, Investigador del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería.
Ley Ricarte Soto y el peligro de la judicialización
Señor Director: La semana pasada fue noticia el fallo de la Corte Suprema que obligó al Estado a costear el tratamiento para un paciente diagnosticado de atrofia muscular espinal (AME), cuyo valor asciende a $500 millones anuales. Los magistrados, en su argumentación, señalaron que el derecho a la vida y a la integridad física estaba por sobre los recursos en materia de salud pública.
Este polémico fallo, coincidentemente, se produce cuando estamos prontos a cumplir tres años desde la aprobación de la Ley Ricarte Soto, que busca asegurar el tratamiento para enfermedades de alto costo. Actualmente, la Ley 20.850 otorga cobertura a 18 patologías, entre las cuales no está la AME, razón por la cual la familia del menor afectado interpuso este recurso de protección que fue acogido.
Recordemos que la Ley Ricarte Soto (LRS) vino a dar solución a la problemática de los tratamientos de alto costo, generando un manto de protección a la ciudadanía en esta materia, a través de rigurosos criterios de control que definen tratamientos y medicamentos.
Dado que la LRS constituye el marco institucional para otorgar tratamientos costosos, resulta complejo, sino contradictorio, que los tribunales tomen decisiones fuera de éste. Además, la Ley 20.850 ha venido a insertarse en un contexto de diseño de políticas públicas, donde han participado la sociedad civil y diversos expertos, luego de largos procesos de reflexión y discusión, para dar vida al marco legal hoy vigente.
Es por ello que este fallo junto con saltarse la institucionalidad -siempre perfectible-, que tomó tanto tiempo lograr, asume una decisión médica y de política pública por quienes no tienen la información técnica ni especializada para abordarla adecuadamente o hacerse cargo de sus implicancias sistémicas.
Entendiendo el beneficio de este paciente en particular y el derecho de sus padres de procurar su mejoría, lo cierto es que la judicialización de problemas del ámbito de la salud pone en riesgo la sostenibilidad y la equidad del sistema, considerando que el presupuesto fiscal para el financiamiento de tratamientos de alto costo alcanza sólo los $83 mil millones para 2019.
Sebastián Pavlovic, Académico Facultad de Salud, U. Central.
Cuestión de ruedas
Señor Director:Al principio de todo, Bielsa le puso ruedas de competición a la roja, adecuadas para jugar a gran velocidad; luego Sampaoli insistió en las mismas ruedas, pero además con la ayuda de Jadue, le agregó que fueran para pastos mojados, lo que lo llevó a levantar la Copa América del 2015. En el caso de Pizzi, mantuvo las mismas ruedas de sus antecesores, solo las recauchó, ganó la Copa Centenario, pero pronto fallaron, perdieron aire y no le alcanzó para llegar a Rusia. Reinaldo Rueda recibió el carro de la victoria de la roja, literalmente sin ruedas, además por todo lo que se ha visto y sufrido, sin lugar a dudas, eligió ruedas de carreta. Con esas ruedas, fijo que vamos a un "papelón" en la Copa América de Brasil 2019.
Luis Enrique Soler Milla.