Los CEOs también cambian
Los seres humanos tenemos el hábito de ver el mundo como algo que, variable más o menos, siempre será más o menos igual. Así nos vemos a nosotros mismos cuando decimos que estamos más viejos. Vale decir, somos los mismos que antes, pero con alguna arruga o cana adicional que antes no estaba ahí, en lugar de asumir que somos personas con elementos distintos, porque hemos sumado experiencias en la vida que nos transforman y forman. Esa manera de mirar el mundo hace que muchas veces no logremos tomar la dimensión de los cambios que se dan a nuestro alrededor. Y también trae como consecuencia que perdamos de vista el sentido que ellos implican para nuestras organizaciones y para la sociedad en general.
Un dato interesante a compartir es que en la actualidad, la edad promedio de los CEOs ha bajado considerablemente, lo que habla de que se está configurando un cambio generacional de características importantes. Se trata de personas que incorporaron dentro de su entendimiento del mundo que el CEO es mucho más y, a la vez, mucho menos que la totalidad del negocio en el cual se desempeñan.
El cliente, la marca, el posicionamiento y el propósito de la organización para la cual trabajan hoy lo superan y deberán trascender su propia existencia. Antes, el CEO era el responsable solo del resultado de la operación. Eso quedó atrás y la nueva generación lo sabe en detalle.
El nuevo CEO quiere tener causas y motivaciones en su horizonte profesional, no solo estar para cumplir con métricas de rendimiento. Este profesional, hoy en día, quiere un equipo, no una nómina de personas que llegan a trabajar.
Mucho más atractivo suena hoy, además de una buena compensación, la posibilidad de refundar la credibilidad de una organización, elaborar una reputación mejor o llevar a la organización hacia el próximo nivel en materia de innovación, por citar algunos de los factores esenciales de la dinámica laboral actual.
Es posible ver en estos elementos aquello que se puede entender como los componentes del "salario emocional" de los CEOs actuales. Algo que parece estar más cercano a la posibilidad de ir por la gloria que a la mera búsqueda de beneficios complementarios a la retribución salarial.
Por otro lado, un aspecto fundamental a considerar es que, cada vez con más frecuencia y peso, las personas en general necesitan entender cuál es el propósito social de una organización que les acerca una oferta de empleo. Ese, puede ser un diferencial entre una propuesta y otra. Y una persona motivada por algo más que el dinero, tendrá siempre un potencial y una entrega diaria que difícilmente pueda igualarse. Porque, en definitiva, la motivación verdadera no tiene precio.
Alberto Behtke