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Visitando la jungla mental de Wilson Alves-Bezerra

El brasileño Wilson Alves-Bezerra es traductor de Horacio Quiroga y autor de los "Cuentos de zoofilia, memoria y muerte" publicados en Chile por Lom. Sus relatos describen espacios freudianos donde lo animal cobra una libertad más allá de lo humano. Acá, el heredero del amor, la locura y la muerte.
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Una criatura de jaula devenido en profeta, una metódica pirómana, la mujer de las culebras, un hombre hechizado por la locura, una divorciada de piel verde bilis a punto de morir, una perra de nombre Fenoménica que ve tocar "las cuerdas del ayer" de su amo. Exóticos personajes habitan las páginas del estreno literario en Chile del escritor, traductor, crítico literario y profesor de literatura brasileño Wilson Alves-Bezerra.

"Cuentos de zoofilia, memoria y muerte" es una aproximación a lo grotesco de la existencia humana que toma como tema central la zoofilia, "entendida como una condición perturbadora y feroz donde lo animal, lo atávico y lo onírico componen un mundo inverosímil e inhabitable".

Los cuentos suceden en ambientes salvajes, rurales o periféricos de Brasil, también en México. Pero en Alves-Bezerra lo realista no impera, lo suyo son los ambientes oníricos, siempre. "No es el Brasil de Jorge Amado, es un Brasil alucinante, como ahora de hecho es mi país", cuenta en su reciente visita a Chile para promocionar el libro.

Algo de Horacio Quiroga, el cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo, tiene la voz literaria de Alves-Bezerra. El mismo que ha traducido al portugués en tres oportunidades: "Cuentos de la Selva", "Cartas de un cazador", "Cuentos de amor, de lcura y de muerte". Y sobre quien escribió una investigación: "Reverberaciones de frontera en Horacio Quiroga".

"La traducción es una experiencia literaria incomparable a ninguna otra. Es leer y escribir a la vez, es conocer el estilo de otro escritor desde adentro. Es reportarse a su mundo. Pero, por encima de todo, traducir es fracasar. Más allá de los tormentos de quien traduce, es un privilegio llevar a la lengua de uno, a la escritura de uno, la obra de un escritor a quien se leyó con pasión. Traducir a Quiroga es leerlo, vivir su selva y llegar a la otra orilla del Paraná", dice.

-¿Cómo es la selva imaginaria de Wilson?

-La selva imaginaria de uno es un territorio donde habitan sus miedos, anhelos y utopías. Pero ninguna selva imaginaria puede con la selva real. En Brasil, el país era toda una jungla hasta el 1500. Cada vez lo es menos. Queda poco o casi nada de la Mata Atlántica y cada vez menos de Amazonía. En el momento de nuestra historia, en el que tenemos un Presidente que defiende que se pueda seguir talando la selva, me resulta asombroso que las peores pesadillas puedan ser las de la realidad histórica.

"Cuentos de zoofilia, memoria y muerte" fue también su libro de estreno, en Brasil, hace cinco años. Ahora, con traducción de Fabiola Fernández, llega a las estanterías locales en el idioma de sus autores favoritos: Roberto Arlt, Julio Cortázar, Felisberto Hernández, Roberto Bolaño y Quiroga, por supuesto. "Para mi era fundamental publicar en español. Tenía que dialogar con los lectores de los escritores que son referentes fundamentales para mi escritura. La publicación, sin embargo, es el resultado de una cadena incontrolable de decisiones, ocasos, pasiones, posibilidades".

El animal que nos mira

Página13: "Divino la volvió a contemplar de arriba a abajo, lentamente, mientras ella profería, hacía algunos minutos, de forma entrecortada, ponderaciones, reclamos, preguntas. Nada comprensible. El delgaducho demonio, de medio metro de altura, miraba fijamente a la chica que parecía hipnotizada por el poder eyector de sus propia lengua, infectando el cuarto oscuro con palabras variadas".

-¿Qué ideas y obsesiones inspiraron trozos como este?

-Mirándolos desde aquí, ahora puedo decir que la selva que me presentaron los cuentos de Quiroga y la reflexión sobre lo humano que ofreció Sigmund Freud se cruzaron en mi jungla mental. Esos cuentos, como moscas, giran alrededor no de la luz, sino de la oscuridad de preguntas como: qué es un cuerpo, cómo vive, cómo se excita, cómo se enferma, cómo se muere. Los animales nos ofrecen la imagen del cuerpo sin las trabas de la cultura - Ellos me sirvieron para pensar en la animalidad que llevamos dentro, fueron el resorte mismo de esta escritura.

¿Por qué escribir sobre lo grotesco del alma humana? ¿Qué te llama la atención de aquello?

-¿Por qué callarse sobre lo grotesco del alma humana? ¿Por qué limitarse a los cuentos higiénicos, a los senderos ya recorridos? Porque el rol del escritor es incomodar. Si un escritor no produce inquietud en quienes lo leen, ¿para qué sirve? Me llama la atención cómo lo grotesco de lo humano, que traté de retratar en esos cuentos, se salió del ambiente onírico de este libro para llegar a la vida cotidiana de los brasileños. Mi última novela, infelizmente, ya muestra cómo vivimos uno de los momentos más salvajes y violentos de la vida brasileña.

-¿Crees que realmente seamos distintos a los animales?

-Somos distintos a los animales por el lenguaje. Y porque muchos de nuestra especie nos rasuramos los pelos, mientras los animales los lucen orgullosos.

-Háblame de tu relación (real o literaria) con lo animal y lo onírico.

-El gato negro de Poe. El incapturable pez del Viejo y el Mar, de Hemingway. El axolotl de Cortázar. El primer murciélago que encontré una noche y al que vi su mirada humana, sus manos humanas. El animal que nos mira y nos interroga. La carne fría de un muerto. Un grito de agonía de alguien al borde de la muerte.

¿Cuáles son tus referentes poéticos?

-La poesía en prosa me interesa mucho. Quizás por esto mi prosa tiene algo de lírico y mis poemas tienen mucho de prosa. Charles Baudelaire, en una carta que hoy sirve de introducción a su Spleen de Paris funda una reflexión sobre esta forma híbrida, el poema en prosa. Desde que lo leí, persigo esta forma. De los poetas chilenos me seducen Pablo de Rokha, Vicente Huidobro y entre los contemporáneos me interesa la obra de Héctor Hernández Montecinos. En otros tiempos y latitudes James Joyce, Oswald de Andrade, Herberto Helder, Roberto Piva e Hilda Hilst, para nombrar a algunos.

-¿Qué opinas del psicoanálisis? Atraviesa bastante el libro...

-Sigmund Freud y Jacques Lacan son también grandes escritores. Freud tiene libros que se leen como novelas y la idea que tuvo de escuchar lo que mucha gente despreciaba, el sueño, fue una idea revolucionaria. En relación al sueño, opino que Freud fue muy lejos y por caminos bastante distintos a los de Breton y los surrealistas. Esos senderos, que entonces bifurcaban, se encuentran en mi escritura. Lacan, por su parte, tiene un gesto revolucionario, pues reemplaza los casos clínicos por textos literarios: el Hamlet de Shakespeare, la Antígona de Sófocles y el Finnegans Wake de Joyce son el centro de reflexiones importantes suyas. Como creador, como escritor, el psicoanálisis me resulta fundamental. Como sujeto, como bicho humano, también. Mi último libro, la novela Vapor Barato, recién publicado en Brasil, tiene como uno de sus protagonistas a un psicoanalista. Es decir, en distintas posiciones, en mi escritura, el sueño, la analogía, la psique van a estar.

Estar en la biblioteca

-Cuéntame una historia real que te haya quedado rebotando en la memoria.

-De verdad no sé si hay alguna historia que se me haya quedado rebotando en la cabeza y que no la haya escrito. Escribo por compulsión. Lo que no puedo saber de antemano es el género: puede que sea un cuento, una novela, un poema, una crónica en un diario, pero algo tiene que ser. Las historias deben contarse, en eso creo.

-¿Por qué escribes?

-Descubrí la escritura cuando descubrí que la lectura servía para leer relatos. Siempre tuve una relación afectiva con este objeto tan lindo llamado libro. Un día, a los once años de edad, miré a mis libros en la estantería y quise un día tener un libro mío ahí, con aquellos autores que entonces me resultaban tan geniales: Julio Verne, Mark Twain, Robert Louis Stevenson, José Mauro de Vasconcelos… Escribía cuentos en la escuela, con humor. En la adolescencia, escribía con la desesperación de un cuerpo en metamorfosis. Actualmente escribo por todo eso y por mucho más: porque olvidar no alcanza, porque soñar no alcanza, porque vivir no alcanza. Porque hay que despertar a la gente, perturbar a la gente, decir cosas a la gente. Escribo porque hay que escribir, porque no me queda otra.

Brutos

Página 25: "A veces María incendia la casa. Cuidadosamente echa alcohol en las alfombras, empapa bien las almohadas y crea un caminito que une cada una de las partes de la casa. Pero también toma las medidas previas. Deja ir a la muchacha de servicio, pone en el celular el mensaje de una larga ausencia. Suspende las entregas de los periódicos, del gas y del agua… Llama a los amigos cuya presencia es constante en su casa, pero no explica que va a ausentarse, nada más mantiene un amistoso contacto"

-¿Quién es María?

-Lo que usted quiera.

-¿Cómo es tu relación con el amor y la locura?

-El amor y la locura son de los pocos temas que importan, ¿no? Hay unos cuantos otros. El amor y la locura no son lo mismo en la literatura que en la vida de uno. La locura es algo tristísimo cuando la vive un sujeto a quien se quiere; sin embargo, es un material tremendo para la creación literaria. También el amor. Creo que lo importante es que la locura real, el amor real, hay que vivirlos en la intimidad.

-¿Qué te evocan las mujeres?

-Las mujeres me evocan pensar lo brutos que somos en nuestra vida social. Cómo en el siglo 21 todavía no se ha podido aún construir una sociedad en la que no se las considere como objeto, sino sujetos.

-¿Cuáles son tus "pecados capitales"?

-Hace unos días, me puse a pensar sobre los pecados, estos de la Iglesia. Hay unos que me resultan aburridísimos: la envidia, la avaricia y la soberbia. Por otra parte, aunque trabajo mucho, la pereza me resulta sumamente seductora. La lujuria, si no trabajara tanto y no tuviera que vivir ahí pagando cuentas, también sería interesante. La gula me interesa mucho, pero es igual de cara para el cuerpo de uno. La ira puede ser productiva o destructiva. Creo que Francisco (el Papa) podría proponer unos nuevos pecados y sacar otros tantos de la lista.

-¿Le hacemos el quite a hablar de la muerte?

-No nos resulta placentero, cotidianamente, hablar de la muerte. La muerte es el tema que siempre se quiere evitar, porque nos resulta duro pensar que luego las personas que amamos no estarán vivas, que nosotros mismos nos vamos a morir. La religión nos alivia de este peso. Pero mi libro es un libro en el que la religión es un tema, no un consuelo. Así que la obra cierra con unos cuantos relatos sobre la muerte: porque la literatura es uno de los espacios en los que hay que afrontar a la finitud. Si todos habláramos de la muerte, quizás no sería un tema literario. Es decir, la literatura importa porque no hay plenitud.

Algo de Horacio Quiroga, el cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo, tiene la voz literaria de Alves-Bezerra. El mismo que ha traducido al portugués en tres oportunidades.

Por Alejandra Delgado

Mari Ignatios

"Un día, a los once años de edad, miré a mis libros en la estantería y quise un día tener un libro mío ahí".

Actualmente escribo (...) porque olvidar no alcanza, porque soñar no alcanza, porque vivir no alcanza. Porque hay que despertar a la gente".