Cierto y conocido es el desprestigio que ha sufrido la política en nuestro país. Las razones, en este caso, son parte de otro análisis que por ahora no está en mi afán profundizar, aun cuando resulta evidente que este proceso se ha producido por una multiplicidad de factores.

Dicho esto, como en muchos de los acontecimientos que nos toca apreciar día a día, existe un lado positivo, que en este caso fue el retorno de la educación cívica a las aulas escolares luego de ser eliminado a fines de la década del '90. Fue en 2018 cuando el Consejo Nacional de Educación (CNED) aprobó la nueva asignatura de "Educación Ciudadana" para el currículum nacional de 3° y 4° medio, formación que desde este año ya está incluida dentro de las materias que estudian nuestros jóvenes.

Enmarcado en este esfuerzo por el "retorno al civismo" en nuestro sistema educacional es que desde nuestra Gobernación hemos querido contribuir con una pequeña acción en ese sentido y estamos recibiendo la visita de cursos completos de escuelas y colegios de la provincia para que nos conozcan y sepan en qué consiste el trabajo del gobernador y todos quienes conforman esta joven repartición pública.

¿Hacia dónde apuntamos con esta acción? A que sean los jóvenes, los mismos que mañana serán ciudadanos a cabalidad y ejercerán sus derechos y deberes como tal, para que sean ellos quienes repliquen este conocimiento en sus hogares. Queremos que ellos actúen como agentes de dispersión de lo que aquí puedan reconocer como valioso para entregar a sus familias, a sus vecinos y empecemos a cambiar una imagen muchas veces distorsionada o equívoca del trabajo que aquí hacemos o de lo que implica ser una provincia que ahora es parte de una nueva región.

Sin el afán de caer en la autorreferencia, lo que nos interesa es poder contribuir a una labor que nos parece de suma importancia. Queremos jóvenes interesados en el devenir de sus comunas, provincias y regiones, en saber cómo éstas funcionan y que mañana puedan intervenir y ser protagonistas de esa toma de decisiones, no solo desde un cargo político, sino como agentes ciudadanos que juegan un rol preponderante en nuestra sociedad, en primer lugar, dentro de sus familias o en sus organizaciones vecinales y luego en sus lugares de trabajo.

Para eso hay que trabajar en la facilitación y en la entrega de esta cada vez más necesaria formación cívica.

Cristóbal Martínez Ramírez Gobernador de Punilla.

Nuestro país, como todo grupo humano, tiene entre sus miembros a personas que atentan o corrompen la sociedad siendo sometidos a los mecanismos de control y sanción dispuestos para estos casos. Así, nuestro orgullo estuvo por mucho tiempo puesto en la idea que las instituciones funcionan y que incluso algunas, nos entregaban cierta garantía de bondad y rectitud.

Pero en las últimas semanas nos queda la sensación de que eso ya no existe. El desfile de sospechosos y acusados que comenzaron empresarios y políticos, seguidos por sacerdotes, obispos, generales, pastores evangélicos, jueces y fiscales no se cierra con aplausos, sino con la decepción y la sospecha que de la corrupción nadie se salva y que en nadie se puede ya confiar.

En varios de estos casos, a veces nos quedamos con la idea de que no se trata solo de acusaciones, sino que de delitos. Las responsabilidades no son iguales, puesto que hay quienes tienen en la sociedad una responsabilidad mayor. Bien podemos citar un refrán latino que dice: "la corrupción de los mejores es la peor". Se trata de aquellos que, con razón o no, se les cree depositarios de la bondad o la justicia.

Ante este panorama, estamos lejos de ser la copia feliz del Edén. Por lo mismo, es normal que nos preguntemos si existe una salida o tendremos que rendirnos al triunfo de la maldad y vivir bajo "la ley de la selva" para sobrevivir, cuales primitivos primates, en una sociedad engalanada con mil progresos tecnológicos.

Es imposible cerrar los ojos ante los acontecimientos desacertados y caóticos que provoca la inmoralidad del ambiente que nos rodea y asumir que la realidad es como es y no como quisiéramos. Paradojalmente, esto mismo se vuelve una luz y un camino de salida. Existen personas honestas y laboriosas que día a día realizan sus trabajos y aunque todos respiramos el aire de la corrupción, muchos no han cedido. En medio de la desesperanza hay signos de avances, índices de progreso en todos los ámbitos. No todo es desalentador.

Una sociedad honesta no se construye sin ciudadanos honestos. No lo somos, pero reconocerlo es un paso, pues, al honrar la verdad y reconocer los errores daremos muestras de madurez y esperanza. Vivir la verdad y asumir las consecuencias dará consistencia a la esperanza de una sociedad que no es paraíso para nadie, pero quiere mejorar la vida y la calidad de vida de todos con la colaboración de todos. Se trata de cosas tan simples como hacer el bien y no mentir.

Luis Flores Quintana. Sacerdote católico.

Cuando se acerca el día del trabajo es importante tener en cuenta que los números hablan por sí solos, pero son el reflejo de una sociedad que demanda cada vez mayores fuentes laborales y la pregunta es sí la mano de obra está preparada o especializada para los futuros requerimientos.

De acuerdo a los últimos números del Instituto Nacional de Estadísticas, la tasa de desocupación de la Región de Ñuble fue de 6,5% en el trimestre diciembre de 2018 - febrero de 2019, disminuyendo 1,6 puntos porcentuales en doce meses, debido a la expansión de 3,6% de los ocupados, superior al incremento de la fuerza de trabajo (1,9%), según informó el Instituto Nacional de Estadísticas, (INE).

Los ocupados crecieron 3,6% en doce meses, equivalente a 7.808 personas, siendo incididos principalmente por hombres que aumentaron 5,3%. En el caso de los las mujeres, éstas crecieron en 1,1%.

La tasa de desocupación fue 6,5%, bajando 1,6 puntos porcentuales en doce meses, debido a la expansión de 3,6% de los ocupados, superior al incremento de la fuerza de trabajo (1,9%); por su parte, los desocupados disminuyeron en 17,8%.

Esos son los fríos números, pero detrás de cada uno de ellos hay personas que los interpretan. Hay seres humanos que tienen trabajos que desde el silencio de sus escritorios influyen en el devenir de la ciudad, mientras que otros son emprendedores y gestores de servicios y productos, pero también están aquellos que tienen labores que comienzan a desaparecer con el paso del tiempo y que tienen la opción de buscar nuevos horizontes o reconvertirse de la mano de la tecnologización.

Ejemplo de lo anterior es el trabajo de relojero, el cual no deja de ejercer su profesión u oficio porque quiera, sino que debido a la cada vez menor existencia de los aparatos. Ahora nadie arrienda una película o compra un CD, el internet mató dicha necesidad. En menor medida están los sastres, zapateros, lecheros y otras actividades que sucumben merced a la dinámica de la política.

Es en estos casos donde las deben encontrar una opción de generar nuevas fuentes laborales o mutar la naturaleza de su producto y es ahí donde está la capacidad de cada ser humano de influir en los número del INE u otras instituciones.