¡Por fin! El Servicio de Impuestos Internos decidió investigar la tributación de los autodenominados "influencers", es decir de personas que, gracias a la TV, las redes sociales u otros medios, facilitan sus rostros para campañas publicitarias. El tema no es menor, dado que los que tienen más de 100 mil ingenuos seguidores perciben ingresos entre US$ 500 mil y US$ 6 millones. Y sólo por aparecer en mensajes en los que recomiendan determinada marca o producto y difundirlos masivamente gracias a la informática. Pregunta clave: ¿Declaran ingresos o, por lo menos, parte de ellos?
Conocedores de la tecnología, se han especializado. Existen instagramers, youtubers, streammers y e-sporters, según la red social que ocupen. La investigación no es casual. Numerosos indicios revelaron que, a su manejo de imagen y dominio computacional suman una desvergonzada evasión de impuestos. Sí, de esos mismos impuestos que el ciudadano común y corriente paga en su vida diaria y en su declaración anual. Al parecer, los "influenciadores" (hay 22 registrados en el país, pero son muchos más), estimaban que su "agotadora" y "extraordinaria" actividad no estaba sujeta a las leyes que rigen para todos por igual.
A los chilenos, por idiosincrasia, les encanta crear personajes de culto. Los primeros, que todavía subsisten, fueron los "rostros" de televisión. Por el solo hecho de aparecer en pantalla y ser identificados por la masa, la mayoría pensaba que debía recibir trato y atención privilegiada en todas partes: oficinas públicas, restaurantes, empresas, etcétera. Su pregunta más habitual era, y aún es: "¿Usted no sabe quién soy yo?".
Los siguieron otros que, para desgracia de la educación y cultura del país, también todavía están vigentes: los "opinólogos". Se auto atribuyeron, y lo hacen hasta hoy, un saber universal. Luego de una tímida lectura del diario en la mañana, y muchas veces sin leerlo, comentan todo: lo humano y lo divino. Lo peor es que lo hacen muchos que intentan aparentar cultura y buen lenguaje, pese a que, hace tiempo, deberían haber recibido el Premio Nobel de la ignorancia y la estupidez.
Más allá de la tontería, mucho más delicada es la evasión tributaria que se investiga hoy. Ojalá que obtenga resultados positivos. Ojalá que no sea prontamente archivada, por falta de evidencia. Ojalá que, si se comprueban defraudaciones en impuestos, no "condenen" a los "influencers" culpables a seguir un curso sobre ética en una universidad o algo parecido. Habrá que tratar de influir para que ello no ocurra. Mientras esperamos, cuídese de ellos.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.