Octubre, proclamado Mes del Adulto Mayor, concentra múltiples actividades consagradas a quienes ya superaron los 65 años: paseos, deporte, conferencias, presentaciones artísticas, etcétera. Parece natural entonces dedicarles esta columna de "Crónica Chillán", medio de comunicación que se ha preocupado generosamente de quienes son ya 3 millones 500 mil chilenos. En busca de la originalidad, examinamos los abundantes mitos y verdades en torno al tema.
Pese a numerosas iniciativas, predomina una visión pesimista sobre la vejez. Muchos la consideran sinónimo o garantía segura de enfermedad. El mito plantea que no hay viejos sanos. Falso. Hoy abundan los que, después de haber mantenido un estilo de vida sano, se mantienen en muy buen estado físico y mental.
La ignorancia también sostiene que la sexualidad desaparece con los años. Falso de nuevo. La sexualidad tiene numerosas manifestaciones, que no siempre pasan por el coito y el orgasmo, sino también por la caricia y la dulzura.
Otra tontería es afirmar que todos los viejos son improductivos. ¿Sabía usted que una encuesta comprobó que casi el 30% de los hogares chilenos son sostenidos, total o parcialmente, por personas de la tercera edad? ¿Sabía que un porcentaje similar se mantiene trabajando o, por lo menos, en busca de ocupación?
En el campo de la salud también abundan los mitos. Se cree, por ejemplo, que los ancianos no necesitan vacunarse, "porque ya vienen de vuelta" de todas las enfermedades. Error. Se trata de un grupo tan vulnerable como los niños y los jóvenes. En el mismo plano, algunos sostienen que son inmunes al sida, creencia grave, ya que hoy se sabe que puede contagiar mediante una transfusión de sangre o a través de fluidos.
Vamos ahora al plano del conocimiento, donde se piensa que los viejos son incapaces de aprender. Falsedad absoluta. Abundan los adultos mayores que estudian y se titulan, así como los autodidactas. Los hay creativos, emprendedores, innovadores, inventores.
Es hora de terminar con falsas afirmaciones, propias de siglos anteriores, no del mundo actual. El viejo activo, inteligente, con vida sexual, estudioso, participativo, optimista es y debe ser el símbolo del mundo de hoy. No importa que camine más despacio o que sufra algún dolor. Lo importante es que avance y sea capaz de superar el dolor. Los fuertes vientos de la vida pueden doblarlo. Pero no derribarlo.
El recado va para quienes se dedican a repetir frases hechas sobre los ancianos y no comprenden que son parte vital del mundo de hoy. Un dato final: en 2050 alcanzarán a 2.100 millones de personas. Es urgente sepultar en un nicho muy profundo los mitos y enfrentar la realidad en torno a ellos.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.