Rugendas
El escritor siempre ha sido una especie de medio entre la gente y su cultura, dice Patricia Cerda interviniendo en la novela que es un real aporte a la historia de Chile desde una perspectiva amable y fidedigna, incluyendo personajes y hechos históricos delicadamente endilgados por la autora, dando cuenta de un Chile de mitad del siglo XIX igualmente confuso y desigual como lo vemos hoy. Juan Mauricio Rugendas y Carmen Arriagada, jamás imaginaron que su historia de amor y que ellos mismos trascenderían en el tiempo. Rugendas, en la pintura y Carmen como inspiración para las generaciones postreras, siendo catalogada como la primera mujer escritora de Chile, pero más que eso, una mujer dedicada primeramente a la lectura y a través de esta a la consciencia de su entorno, trasvasijando sus conocimientos en la escritura y traducción de textos emblemáticos.
El rescate histórico de Patricia Cerda es clarificador, "No soy yo quien ha encontrado estas cartas, son ellas las que me han encontrado a mi" dice la autora, en una reflexión que al comienzo no solo revela el profundo amor y admiración entre Rugendas y Carmen, sino también el importante aporte del pintor alemán al retratar y colaborar en trabajos etnográficos junto a Claudio Gay en extensos recorridos por Chile, llegando a la Araucanía sin problemas, percatándose de la exquisita gentileza de los "indios", que nada tenía que ver con el miedo y horror que se contaba en Santiago en torno a ellos.
El escenario de la historia son paisajes de un Chile democráticamente joven, casi pueril. Es en la hacienda Llancanao donde se encuentran estas almas. Carmen está casada con Gutike, un coronel alemán retirado, mayor que ella, quien no entiende en lo absoluto de sensibilidad. Esto fue lo que llevó a Juan Mauricio Rugendas cuestionarse: ¿Cómo llega un hombre como él a una mujer como ella? Aludiendo a las cualidades de Carmen, a su absoluto dominio de la lectura y la amplia visión de la problemática política y social, desde en un territorio hostil para su pensamiento y aptitudes. Es en esa hostilidad y soledad que la encuentra Rugendas en Llancanao, desprovista de alegría, de conversación, entregada solo a sus libros y diálogos con los personajes de sus novelas. Rugendas se convierte en luz para su espíritu mustio, coincidiendo en la superlativa diferencia entre compañero y acompañante. Juntos emprenden con ahínco una relación epistolar que la hace vivir nuevamente, aun frente al oscuro panorama del compromiso conyugal. Aunque esto no es impedimento para explorar otros territorios, escribiendo artículos para una revista argentina y traduciendo algunos boletines de Balzac. Fue la única mujer en el llamado circulo de cultivados de Talca, replicando las tertulias ofrecidas por Isidora Zegers en Santiago.
Existen fragmentos de las cartas de Carmen Arriagada a Mauricio Rugendas en la novela que datan desde 1835 hasta 1858, en total son 235 cartas que se encuentran en Berlin, que fueron donadas por el sobrino-nieto de Rugendas tras encontrarlas después de constatar los daños provocados por una bomba en 1945.
El resto, es pura cercanía, desde los amores contrariados hasta un Chile que sigue convulsionado por las desigualdades sociales y políticas. Solo agradezco a la autora, revivir la figura de Carmen Arriagada, quien representa un referente de liberación y empoderamiento, con opinión y autonomía, en una sociedad todavía desigual en oportunidades.
Por Laura Daza Valenzuela.