Los últimos 28 días han sido de una alta tensión para la comunidad ñublensina, buena parte de la cual se sumó con manifestaciones en las calles al estallido social que surgió en el país con motivo del descontento ciudadano hacia la gestión política, las desigualdades socioeconómicas y la necesidad de impulsar soluciones concretas en el corto plazo para superar estas inequidades. No obstante, existe un notorio y abismante contraste entre lo que los vecinos de la región observaron a diario en la televisión y medios informativos, y la realidad con que las movilizaciones se llevaron a cabo en el territorio.

Ad portas de cumplirse un mes de esta llamada crisis social, es posible haber un análisis basado en cifras que permiten revelar que Ñuble fue una de las regiones con manifestaciones más pacíficas del país. Un dato incuestionable se relaciona con la cifra de detenidos por parte de Carabineros y la PDI, que a nivel nacional llegó a las 14 mil personas desde el inicio de la revuelta social. En Ñuble, el último registro policial dio cuenta de 274 detenidos, es decir, el 2% del total nacional.

En tanto, según el catastro realizado por el Gobierno, a nivel país 6.791 micro, pequeñas y medianas empresas fueron afectadas durante movilizaciones, de las cuales 4.782 reportaron siniestros que implican deterioros en su infraestructura, equipamiento y mercadería. En Ñuble, en cambio, el mismo balance reveló que 105 pymes sufrieron daños, es decir, el 1,5% de las afectadas en Chile. Cabe recordar además que las fuerzas policiales evitaron la mayor cantidad de saqueos a locales del comercio y el retail, y que ningún supermercado o repartición pública fue víctima de atentado incendiario. La situación fue inclusive destacada por las propias autoridades de la región, lo que llevó a que Ñuble fuera una de las primeras en levantar el estado de emergencia.

Aún así, desde la Intendencia Regional han informado que hasta este viernes se habían presentado un total de 50 querellas ante el Juzgado de Garantía por desórdenes públicos, maltrato de obra a Carabineros, porte de armas o elementos incendiarios, además de daños a la propiedad pública y privada, los que se centraron principalmente en Chillán y San Carlos. Por su parte, el Ministerio Público informó que ha formalizado a 109 personas e investiga otros 14 casos de maltrato policial a civiles en marchas.

Viendo todo esto en perspectiva, la región destacó a nivel nacional por la pasividad con que llevó a cabo sus manifestaciones, a excepción de pequeños grupos violentos, entre los cuales figuran detenidos con antecedentes penales. Según datos del Centro de Estudios de Conflictos y Cohesión Social de la Universidad de Santiago de Chile, desde el año 2015 que en Chillán no se registraban hechos de violencia en protestas, lo que es parte de un compendio histórico que demuestra una cultura cívica de su gente digna de imitar.

En Decía un sabio que para la tradición china la palabra crisis se compone de dos ideogramas que significan oportunidad y conflicto. En las últimas semanas nuestro país ha cambiado. Por circunstancias que nadie predijo, ha habido una explosión social, que hace un mes atrás era impensable y para la cual no había estrategias de mitigación previstas.

Los problemas que le han dado origen y que son síntomas del malestar estaban allí, pero nadie esperaba que explotaran con tal fuerza. Así al problema de las bajas pensiones, deficiente atención de salud pública, precariedad del empleo y/o remuneraciones insuficientes para necesidades imperativas y que el endeudamiento resuelve, pero que en el cortísimo plazo terminan asfixiando, se agregaban expectativas de consumo que el sistema económico no ha satisfecho, con el consiguiente sentimiento de frustración, sobre todo en los más jóvenes. Toda esta situación de latente tensión se ha alterado drásticamente. Y como siempre ocurre, la protesta que se inicia pacífica y civilizada termina siendo absorbida por la irracionalidad y los excesos, la violencia, en definitiva. Se ha expresado el conflicto.

¿Qué hacer? Nadie lo sabe con certeza. Pero por de pronto, se debe fortalecer la democracia y sus instituciones, para lo cual es requisito elegir a los más idóneos. Luego considerar que las decisiones se toman a través del voto informado, libre y universal entre alternativas definidas. A este respecto es importante asumir que se debe volver al voto obligatorio, como lo fue hasta hace unos años. Se ha hecho consenso común que una vía de solución es una nueva Constitución, pues bien, explorémosla. Estudiemos y preparémonos para participar por las vías y procedimientos que el Parlamento proponga.

En segundo lugar comprometámonos con la paz, todos a nuestro nivel. Desarmando los espíritus, morigerando el lenguaje, no suponiendo intenciones, transmitiendo mensajes positivos no alarmistas en las redes sociales, aislando (no eliminando) a los violentistas. En nuestro país nadie sobra, todos tenemos cabida y un rol que cumplir.

Valoremos lo que generaciones anteriores construyeron. Los medios de comunicación hoy hacen intolerable las desigualdad, cuya conciencia ellos mismos habían contribuido a adormecer. Los políticos deben hacer lo suyo con programas y leyes benignas para el pobre.

La realidad virtual nos hace creer que las cosas suceden en forma automática y sin esfuerzo. La realidad del día a día es muy otra, son graduales, con trabajo persistente y buscando el entendimiento entre las personas. Que esta sea la oportunidad de crear un Chile nuevo y mejor, más justo y pacífico. Que Dios nos aliente y fortalezca en esta tarea.

Guillermo Stevens Moya, Delegado Vicaría de Pastoral Social. Obispado de Chillán.

Desde el 18 de octubre pasado, cuando un grupo de estudiantes del Instituto Nacional comenzaron a manifestarse por el alza de 30 pesos en el transporte público de Santiago, Chile cambió. No solo se trató de una protesta pacífica saltando los torniquetes del Metro, sino de un terremoto absoluto, que está vez no fue de responsabilidad de la naturaleza a la que tanto estamos acostumbrados, sino de lo que todos estuvimos absolutamente seguros y silenciados: la desigualdad que afecta a gran parte la sociedad.

Con el correr de los días, hemos podido ser testigos de diversas opiniones y comentarios a través de los medios de comunicación y redes sociales. Desde todos los sectores del acontecer nacional han redundado los juicios sobre la crisis que vive el país, algunas proclives a ciertas opiniones y tendencias que le son propias de sus intereses y pensamientos, o bien de aquellos en que les interesa que el dialogo no se produzca y el desorden, caos e inseguridad sigan en aumento.

Del mismo modo, hemos sido testigos de planteamientos que, a través de las ilustradas y fundadas opiniones, de uno y otro sector, el problema social existente en nuestro país está total y absolutamente identificado y del cual, las autoridades políticas y sociales deben encontrar soluciones rápidas y eficaces con escuchas y diálogos a lo que el pueblo chileno está solicitando: Igualdad de oportunidades.

La sociedad civil se ha organizado de diferentes maneras. Han sido convocadas por innumerables organismos públicos y privados; colegios profesionales, gremios, juntas de vecinos e instituciones de educación superior, entre otras, que han optado por sumarse a la solución del problema.

Hemos escuchado de parte de la comunidad que quieren aportar en la salida de este conflicto. Este grupo importante de la población tiene la mejor y más efectiva de las herramientas para destrabar la disparidad en la que vivimos: su "comportamiento ético y racional", ese que por estos días es el factor más escaso para contribuir de manera efectiva y que propicie el reencuentro de los chilenos.

No seamos cómplices del mal país en el que vivimos y tenemos que entregar a las futuras generaciones. Estoy lejos de haber estudiado el comportamiento de las personas a través de alguna área del conocimiento o ciencia, pero mi racionalidad y juicio me indica que el camino tomado hasta ahora está muy lejos de contribuir a la normalización de este hermoso y todavía lindo país.

José Luis Franco Montaña, Rector del IP CFT Santo Tomás de Chillán.