En mi experiencia de vida bajo el modelo cooperativo, he comprendido lo necesario que éste puede resultar para el desarrollo de una sociedad global justa, solidaria e igualitaria. Luego de la reciente participación que tuve en el XIX Congreso de la Federación Argentina de Cooperativas de Electricidad, tengo una perspectiva que deseo compartirles y que fundamento en el quinto principio del cooperativismo: la educación; que por cierto, está establecida en el primer artículo de nuestra Ley General de Cooperativas.
En la permanente búsqueda de lograr el bienestar común, es imprescindible la promoción de una enseñanza cooperativa, en los colegios y universidades, incluso en las comunidades.
Al comparar nuestra realidad en Chile con Argentina, observamos que ellos tienen 250 cooperativas eléctricas y nosotros apenas 7. ¿La razón de esto? Pues, hay cátedras de educación cooperativa en las universidades de ese vecino país. Cuando hablo de instaurar en las aulas el concepto de la asociatividad, tenemos que hacerlo partiendo en la básica, a fin de crear la base sólida de una estructura, que a futuro, se consolidará y crecerá. Ejemplo de ello es el programa pedagógico cooperativo que ofrece la Universidad de La Pampa, además de la multiplicidad de ofertas académicas en universidades e institutos argentinos para capacitarse en esta materia. En Chile solamente puede mencionarse la Universidad de Los Lagos, que enseña cooperativismo a estudiantes del último año de Ingeniería Comercial, gracias a la gestión realizada desde la Asociación de Cooperativas del Sur.
Debemos romper el estereotipo individualista e incorporar la praxis cooperativa, esto sin duda, implicaría un cambio de actitud en el que los monólogos se convertirían en diálogos solidarios, en el que se unirían fuerzas, se trazarían proyectos, se minimizarían las barreras geográficas, se avanzaría hacia la descentralización, se impulsaría así la economía local y en definitiva se atenderían las demandas sociales que nosotros como sociedad hemos estado haciendo desde hace muchos años, ejerciendo nuestros derechos a tener mejor educación, salud, una canasta familiar regulada, acceso al agua potable y en definitiva: el bienestar común.
Con esto quiero referirme a que el cooperativismo debe enseñarse y practicarse hasta que se convierta en un estilo de vida que permita al final de una carrera universitaria, prestar un servicio en base a la asociatividad. Pero, precisamente esto es lo que no tiene Chile, pues sólo ofrece oportunidades individualistas. Si esto dejara de ser un sueño y se materializara, lograríamos un mundo asociativo profesional.
Manuel Bello Núñez Presidente de Cooperativa Copelec y Fenacopel.