Un manual para salir
Una compañía para atravesar la oscuridad y ver la propia luz es lo que ofrece Maliki, Marcela Trujillo, en au "Diario oscuro" (Reservoir Books). Es su regreso en blanco y negro a las librerías tras "Ídolo", su anterior novela gráficax.
Hay días, y sobre todo noches, en que las lágrimas nublan la vista, entorpecen el corazón y quiebran la posibilidad de hilar ideas. Es estar encuclillas en el fondo de una noria mientras afuera la vida fluye, los pájaros cantan y nadie ni nada espera. Esa existencia tan preciada, ahora transcurre en blanco y negro, solo habitada por los propios monstruos: así es el "Diario oscuro", de Marcela Trujillo, quien esta vez muestra un camino, su camino, para "entender por qué me pasan las cosas", afirma la autora.
Antes de "Diario Oscuro" Maliki publicó "Las crónicas de Maliki 4 ojos", "El diario íntimo de Maliki 4 ojos", "Maliki en tinta China", "Ídolo" y "Quiero ser flaca y feliz", todas novelas gráficas con alto contenido autobiográfico.
Marcela Trujillo estudió en la U. de Chile y en The Art students league of New York. Ha expuesto su obra plástica en distintos museos, entre ellos el MAVI. Actualmente hace clases en distintas universidades y tiene un podcast llamado "La polola". Después de la academia, la depresión y el libro.
"La única manera de poder seguir adelante con tus proyectos es reconocer que tu vida está hecha de cosas que te gustan y otras que no. Y las dos cosas valen igual. Hay muchas situaciones que me han pasado de las que me siento súper orgullosa. Otras me dan vergüenza, pena y rabia, pero también son importantes. No sirve nada esconderlas porque en algún momento van a salir. (…) Las valoras: una es lo que es por todas las cosas que te han pasado. La vida es cíclica depende de muchos factores", dijo la integrante de la Liga de estudiantes de arte de Nueva York, escuela de Bellas Artes donde Trujillo se especializó en pintura.
La portada del volumen, de 258 páginas, muestra a la dibujante, conocida también como Maliki, en las profundidades de la Tierra, iluminando bichos con una linterna, y empieza así: "Creo que dibujar y escribir me hará bien. Me da miedo eso sí, pero tengo que hacerlo. Debo", quizás como una forma de exorcizar sus demonios. "Siempre me he sentido muy valiente para hacer las cosas, pero ahora me encontré con una parte de mí que se desarmó y no tenía idea que estaba ahí. (…) Esta vez conté cosas muy íntimas, que no había podido contar a nadie, (…) Porque es muy bajoneante hablar con una persona depresiva, nadie quiere escuchar que estás mal. Yo sobreactuaba que estaba bien y eso me generaba mucha angustia, me quitaba mucha energía, porque como siempre fui muy alegre, muy optimista, no quería defraudar a los demás", explica la dibujante.
Sin embargo, reconoce la autora, "cuando cuentas siempre estás trabajando con cierto nivel de ficción, porque uno se acuerda de lo que se quiere acordar, lo más emocionante, tu punto de vista, una mirada solamente", razón por la cual "tenía el problema de que en muchas cosas que conté está incluida mi familia. Estaba nerviosa de que se lo fueran a tomar mal, se enojaran". En las primeras páginas, ocupadas por la visión materna Maliki dice "te prohibo que hagas un cómic de mí".
Ahí comienzan a aparecer diversas experiencias, como el ser mal evaluada como docente universitaria, con estudiantes a quienes hay que "gustarles", describe la Premio Municipal de Literatura de Santiago (2018). También narra su lucha contra el sobrepeso, la siempre difícil sobrevivencia en el mercado del arte, el ser madre de dos niñas y cómo no perder la cabeza entre la casa y el trabajo, porque las mujeres "tenemos una relación con el dolor, la martirización, encontrarnos culpables y acarrear la pena de todos encima de uno para mantener la felicidad, la armonía y además mantener la belleza propia".
Terapias
Trujillo comenzó a escribir y dibujar "Diario oscuro" en 2017, "la primera parte fue hecha en tiempo real, mientras hacía terapias alternativas", detalla. Su paso por la "biodecodificación, o la conexión con abuelos y bisabuelos" le hizo entrar a territorios sórdidos. Luego pasó por una etapa détox con plantas, para seguir con clases de diversos tipos de yoga. Incluso hizo un retiro espiritual con Isha, una controvertida representante de la medicina alternativa.
"Tenía muchos prejuicios con la terapia tradicional. Desconfianza también, porque es muy cara. Además, en Chile no hay una tradición de ir a terapia, en la generación de mis padres, por ejemplo. (…) Por eso decidí hacer terapias alternativas porque son mucho más económicas y cortas, como de shock. Duran uno, dos o tres meses a lo más. Mientras que una terapia psicológica es larga", sostuvo la autora. Sin embargo, reconoció, con este tipo de tratamientos "me sentía bien un rato pero después volvía a sentirme mal, cada vez más mal", dijo la artista.
"Fue bonito porque me conecté con la espiritualidad, algo que siempre me ha costado mucho. Empecé a meditar, pero eso te hace bien mientras lo haces. Dejas de hacerlo y vuelves a sentirte mal", reflexionó Trujillo, agregando que el relato, en un momento, "lo dejé porque estaba muy mal, entonces no quise seguir dibujando", continuó la también coeditora de "Brígida", una revista de cómic hecha por mujeres. En este punto empieza la segunda parte de la narración, donde Trujillo decide ir a terapia psicológica, momento en que "me empecé a estabilizar, con antidepresivos recetados por psiquiatra. Después de seis meses ahí, volví a hacer el libro".
"Y es completamente distinto. Todos los prejuicios (sobre la salud mental tradicional) que tenía se me derrumbaron en dos o tres semanas, me entregué completamente y empecé a sentirme mejor", porque al final lo mejor del tratamiento psicológico "es el hecho de que te escuchen con atención lo que quieres decir". Alguien con quien hablar.
Trujillo cuenta que "en un principio, me convencí que la causa de la pena era la menopausia. (…) Leí libros más holísticos al respecto y dicen que es una etapa muy buena para la mujer, porque te liberas del tema de la procreación, la carga hormonal, de gustarle a los otros, por eso no le tenía miedo a la menopausia", pero luego, en la consulta de su psicóloga, cayó en cuenta que se trataba de una depresión, que en "Diario oscuro" describe como "una sensación de angustia, pena y derrota permanente".
Este sentimiento "se aloja entre la guata y el pecho, que me susurra al oído que mi vida no vale, que todo lo que he hecho no ha servido para nada, que no he cumplido con mis expectativas, ni con las de mi familia, mis amigos", detalla Maliki. "Y así la rueda gira y se repite y mi energía agoniza, y me culpo y lloro en los semáforos y en el baño", donde veía todo en blanco y negro, igual que las páginas del libro.
La escritora y dibujante sufrió un abuso sexual en 1988: "Esa fue la historia clave en mi terapia. Ahí empieza y termina todo, porque es algo que es tan actual, ocurre tanto", dice con la voz entrecortada. "Mis hijas supieron hace poco, les conté cuando había toque de queda. Me dio pena, me cuesta mucho contarlo en persona, entonces opté por dibujarlo" en el libro de Penguin Random House, así como en la antología de cómic "Drawing Power: Women's Stories of Sexual Violence, Harassment, and Survival" ("Poder de atracción: historias de mujeres sobre violencia sexual, acoso y supervivencia"), publicado en Estados Unidos durante septiembre pasado. Además, parte de esta vivencia, apareció en "Avisa cuando llegues" (Editorial Bifurcaciones, 2019). "Es una historia que salió tres veces pero ahora se la conté a mis hijas, porque las historias uno las cuenta como quiere y como puede no más, y yo tenía todo el rollo de cómo 'le cuento a mis papás, no me atrevo'".
El formato de "Diario oscuro", asimismo, obedeció al estado interno de la autora, porque "algo que me encanta del cómic, que no tiene la pintura, es la relación unipersonal que tiene el lector con el libro: lo tomas, lo lees cuando quieres, lo cierras cuando quieres y tienes una relación íntima con él, por eso ahí funciona que le cuente mis problemas a ese lector. (…) Cuando me conecto emocionalmente con una historia, lo único que quiero es seguir leyendo", y viendo reflejos de la propia agua turbia apozada en el corazón, hasta que se vuelva más clara.
del fondo de la noria
Una de las piezas gráficas que conforman la nueva obra de Maliki.
"Cuando me conecto emocionalmente con una historia, lo único que quiero es seguir leyendo", dice maliki.
Por Valeria Barahona
"Conté cosas muy íntimas, que no había podido contar, (…) Porque es muy bajoneante hablar con una persona depresiva", dice la autora.
cedida
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