"Es clave que el gobernador regional no se transforme en un operador político más"
DESCENTRALIZACIÓN. El ingeniero dice que no basta una elección para asegurar un proceso bien hecho y acá aporta sus claves.
Jaime Lindh es investigador del centro de estudios Idea País y su especialidad es la descentralización. Antes de estallar la crisis social, llevaba meses revisando cómo Chile puede alcanzar el desarrollo sin olvidar a las regiones, un problema histórico que desde el 18 de octubre de 2019 se volvió crítico.
Este ingeniero comercial dice que antes de la crisis, "veníamos que nuestro sistema político tenía ciertos problemas para poder reaccionar y responder a tiempo a los problemas sociales y que estaba haciendo agua en materia de representatividad".
Una de las cosas que reveló octubre, explica, "fue la necesidad de repensar nuestro sistema político, principalmente su capacidad de responder a las necesidades de los territorios. Si recordamos bien, muchas de las manifestaciones y crisis previas tuvieron un carácter territorial. Lo que ocurrió en Aysén, en Freirina, son ejemplo de ello".
Lindh y su equipo decidieron estudiar el actual proceso de descentralización que comenzó con la comisión asesora presidencial de Michelle Bachelet (2014), para poder, desde la investigación y la discusión académica, lograr un diseño "para un sistema de gobierno descentralizado con instancias subnacionales de participación ciudadana que están totalmente invisibilizadas y subaprovechadas, como los gobiernos regionales y cores. Un primer paso es poder identificar las condiciones clave para que la descentralización sea exitosa, porque descentralizar per se no asegura el éxito".
-¿Por qué?
-La mera descentralización no implica necesariamente que vamos a tener un sistema más representativo desde el punto de vista territorial.
-¿Por qué eso no bastaría?
-La descentralización tiene un gran desafío, que es asegurar que los gobernadores electos sean actores políticos realmente enfocados en las necesidades, en los dolores de sus territorios, y que este nuevo actor no sea un operador político más del sistema. Eso es clave. La magnitud de la crisis que estamos viviendo no da margen para una nueva frustración ciudadana respecto de la política. Si antes era importante esta figura que va a tener todo el poder y el capital político asociado a los votos de una región entera, es clave que no se transforme en un operador que canjea, que hace lobby con el poder central. Para lograrlo, necesitamos buenos líderes, pero el éxito de la descentralización depende en gran parte del diseño institucional, cómo van a ser las reglas del juego en las cuales se va a mover este gobernador regional. Más que preguntarse qué o cuánto descentralizar, lo importante es cómo se van a descentralizar esas competencias y esos recursos.
-¿Dejaría, por ejemplo, salud, educación y vivienda en manos de un nuevo gobernador regional?
-Me genera mucho ruido que uno tenga que definir antes qué competencias deben tener las regiones. Tenemos que fomentar un proceso de abajo hacia arriba, que las mismas regiones vayan solicitando las competencias más necesarias. Es utópico ver antes la totalidad de competencias que una región va a tener. Tenemos que llegar a octubre hacia un mecanismo que regule ese proceso, con un gobernador al que le puedan recortar las competencias si hace mal la pega y, si la hace bien, que pueda pedir más. Y también que haya criterios objetivos con respecto a eso. Hoy la ley es completamente ambigua.
-¿Qué tan importante es que elija la ciudadanía a su nueva autoridad regional y cómo repercute la crisis en que puedan aparecer caudillos locales o populismos?
-Es clave. La elección de la máxima autoridad regional es condición fundamental para un proceso de descentralización exitoso. La elección es además un proceso de rendición de cuentas, porque recordemos que los gobernadores regionales van a tener la posibilidad de reelegirse una vez más y su partido probablemente va a aspirar a mantenerse en el poder y también va a tener que rendir cuentas frente a la ciudadanía. La elección obliga a la autoridad regional a gestionar de cara a la gente. Hoy, con la autoridad designada, el intendente está más bien mirando La Moneda que mirando las regiones.
-¿Cómo se puede plasmar la descentralización en una nueva Constitución? No está garantizado que así sea.
-La discusión constituyente genera una cuota de incertidumbre, pero desatender el proceso político de la descentralización, que viene desde antes, sería totalmente irresponsable en caso que la discusión constituyente no lo considere o tenga resultados que vayan en la dirección opuesta.
-Había legisladores que antes del 18 de octubre querían, por ejemplo, postergar la elección de gobernadores regionales.
-Creo que uno de los factores del 18 de octubre es que la política falló en su capacidad para anticiparse y responder a las necesidades de los ciudadanos. Dejar de ver en la descentralización una oportunidad para responder a estar percepción, creo que es ser medio miope. Seria consistente profundizar este proceso. De hecho, sería muy esperado un gran acuerdo en esa materia y, por el contrario, los esfuerzos de algunos parlamentarios de aplazar la elección serían un gran error.
-¿Cómo ha visto la crisis en regiones desde la política?
-La crisis tiene una cara regional invisibilizada. Mientras saqueaban y quemaban el centro de Valparaíso, el de Antofagasta, el de Concepción, uno de los temas más candentes de la discusión pública eran las manifestaciones en un mall del sector oriente de Santiago. Eso, frente a cualquier vara no tiene explicación, en cuanto a magnitud del problema público. Que no duela el saqueo de locales en capitales regionales y no genere el sentido de urgencia, refleja que estamos frente a un sistema político obsoleto e incapaz de identificar y reaccionar a los problemas de los territorios.
-Suena a que estamos incubando nuevos Freirina, Quintero, Aysén.
-No puede ser que los conflictos sociales en regiones tengan que explotar para que se tomen decisiones. La política precisamente tiene la responsabilidad de identificar a tiempo los problemas de vivir en comunidad. Cuando uno ve crisis, es porque el sistema está fallando. Una descentralización bien hecha, puede ser una alternativa para poder hacernos cargo de este problema que más bien es sistémico.
"La magnitud de la crisis no da margen para una nueva frustración ciudadana. Es clave que el gobernador no se transforme en un operador que canjea, que hace lobby con el poder central".
"La elección obliga a la autoridad regional a gestionar de cara a la gente. Hoy, con la autoridad designada, el intendente está más bien mirando La Moneda que mirando las regiones".
Gestión, ingresos y presupuestos
Para Lindh, la elección de gobernadores regionales debe ir acompañada de una buena gestión de las fuentes de financiamiento. "Hoy casi la totalidad son fondos provenientes del gobierno central, que se distribuyen con ciertas fórmulas, y uno de cada cinco pesos que reciben los gobiernos regionales para inversión es con fondos discrecionales que los define un proceso político". Lindh propone que haya criterios conocidos sujetos al control ciudadano y que los gobernadores regionales tengan más ingresos propios: "Hoy cerca del 10% de los fondos regionales corresponden a ingresos de actividades económicas; son impuestos que se cobran, van al fisco y se transfieren directamente a los presupuestos regionales. En la medida que esos presupuestos dependan de la actividad económica local, vamos a anclarlos a la gestión".