Gabriel Vargas se fue al fútbol de China por amor
GOLEADOR. El futbolista de 36 años recorrió un largo camino para convertirse en uno de los arietes más letales de la última década. Pudo haber seguido en Primera, pero tiene una espina clavada con Deportes Concepción.
Bajo el sol de mediodía, un tranquilo Gabriel Vargas posa para las cámaras en el Ester Roa Rebolledo luciendo el escudo de Deportes Concepción. No es de los que demuestran mucho, pero está contento.Sin embargo, esa alegría contrasta brutalmente con la punzada que sintió quince años atrás, luego de que le dijeran que se iba del popular club de la Octava región. Desde que empezó a jugar en las canchas de tierra de la población John Kennedy sus sueños se teñían de lila.
"Cuando partes de chiquitito en un lugar, no solamente son tus compañeros, son tus hermanos, porque pasas todo el día entrenando con ellos. Conocía a todos los técnicos, a los utileros. Sentí que me dieron la espalda, me fui dolido, tengo muchos familiares que son hinchas de Deportes Concepción y yo también. Sufrí y lloré. Yo siempre he sido fuerte en ese sentido, pero tenía tanto cariño por donde estaba, el amor, el sentido de pertenencia", le cuenta a Emol. Por ese entonces, Vargas tenía 23 años y venía de una temporada en la que apenas había anotado dos goles. Sin molestar a nadie, se puso las manos en las rodillas y aceptó su destino. Inició un largo camino con la herida todavía abierta, pero según sus propias palabras lo terminaría haciendo más fuerte. Hoy esa cicatriz es orgullo. Primero estuvo en Puerto Montt y luego en Cobresal. Tanto en el sur como en el norte le fue bien. Ya no era un desconocido, era el "Arcangel del Gol", un delantero de remate instantáneo, eficaz y que aprendió a convivir con la soledad de los delanteros de equipos de región. No le llegaban muchas pelotas y con 1,72 metros se las arreglaba para batallar con los centrales rivales.
En 2008 se dio la opción de volver a la Octava región, aunque no al "León de Collao". La Universidad de Concepción, que venía de ser subcampeón el año anterior, le ofreció contrato.
"Es un club que me lo dio todo, me gané el respeto con esfuerzo y sacrificio, tengo el cariño de sus hinchas. Yo siempre lo voy a recordar como el mejor momento que viví en mi carrera profesional, donde me sentí muy cómodo, muy feliz", afirma. Con la UdeC tuvo más éxitos que amarguras. Anotó un golazo de mitad de cancha que valió un título de Copa Chile, se fue a la B fallando un penal clave y guió el ascenso con un tanto en una final durísima contra Curicó.
En total, registró 108 tantos con la U penquista y se convirtió en el máximo anotador en la historia del club. Entremedio de sus dos fructíferos pasos por el "Campanil", se dio la oportunidad de llegar a la Universidad de Chile. Estuvo dos temporadas y formó parte del plantel que en 2011 ganó la Sudamericana. Fue un sueño. Salir a la cancha con 40 mil personas, los compañeros que hasta hoy siguen marcando tendencia a nivel internacional, las órdenes de Jorge Sampaoli. Si bien no anduvo mal, nunca pudo ser titular indiscutido, así que decidió marcharse. Justo en ese momento, llegó una oferta de China.
"Yo siempre me muevo por donde quiero estar. Tuve la posibilidad de salir a México, a varios países, pero era feliz donde estaba. No quise moverme de mi comodidad. De verdad que no me reprocho nada. Tuve la posibilidad de ir a China, pero el amor fue más fuerte. Estaba recién conociendo a mi señora y si me iba no creo que la relación hubiese prosperado. Decidí volver a U. de Concepción. No estoy arrepentido, la carrera que he hecho nunca la esperé", apunta.