¿Viviremos mañana?
Todos como familia estamos más que preocupados del corona virus, pero, sería mejor ocuparnos del problema, que dejar que esa sensación de incertidumbre nos abrume, los cambios de rutina nos tiene desorientados, además se ha creado diversidad de opiniones que dan diferentes recetas de cómo salir de esta situación. Cada uno busca una estrategia para sobrellevar de mejor manera esta cuarentena, estamos pensando por fin, por sobre nuestras emociones y sensaciones, pero estamos llegando a creer que puede llegar un final que muchos han profetizado. La actual situación que estamos pasando nos hace reflexionar y cuestionarnos sobre nuestras ideas y pensamientos que casi eran muy seguros y reales, lo que creíamos sobre potenciar la autodeterminación hoy se nos cae. Surge la solidaridad y el pensar en el prójimo, la unidad y el acompañamiento, la accesibilidad cognitiva para que sea comprendida por todos con la información que nos entrega el entorno, sin discriminación de idiomas, color, edad o sea un derecho social. Hemos cambiado tan rápido, como este virus a avanzado y estamos adaptándonos nuevamente a formas de vida pasadas apoyándonos en nuestras formas de vernos, nuestras conductas se han flexibilizado, de considerarnos más y respetar nuestras normas de actuar y vida, volvemos a darnos cuenta de nuestra fragilidad y de que existe una fuerza poderosa de bien que nos llama a mirarlo de nuevo y creer que no somos solo números, somos personas, pensantes y con una vida que está proyectada a un fin mayor, que nos lleva a desear vivir mañana de otra forma y no como lo hemos hecho hasta hoy.
Raúl Ferrada Varas
Coronavirus contra todos
El coronavirus no distingue a su huésped, avanza sin cuartel y no reconoce ni etnia, raza, religión, empleo o cargo. El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, tuvo que ser internado en la unidad de tratamientos intensivos y no estuvo exento de complicaciones. Por otro lado, el presidente del banco Santander de Portugal, Viera Monteiro, falleció a causa de esta peste. Esto demuestra la gravedad e impacto que posee el virus y que nadie está libre de él. Por ello, resulta imprescindible respetar las medidas de las autoridades sanitarias, investigar y sancionar a irresponsables que creen que estos días son de vacaciones. Todos somos posibles huéspedes del virus, y por tanto, se requiere de la colaboración y responsabilidad individual de todos para enfrentar esta dura amenaza viral.
José Luis Trevia Fundación para el Progreso
Pacientes cardiacos y Covid
La pandemia de COVID-19 se contagia y es más agresiva a medida que la persona afectada aumenta de edad, sin un umbral preciso. Esto quiere decir que se desarrolla en menor número y más leve en niños que en adultos, afectando más a los mayores de 60 años y en especial si superan los 80 años de edad. Otro factor que aumenta el riesgo es la presencia de enfermedades crónicas como afecciones al corazón, diabetes y enfermedad renal. Enfermedades que precisamente aumentan su prevalencia en relación con la edad. De este modo, la presencia de una afección cardíaca es un factor de riesgo significativo, dependiendo de la severidad de la cardiopatía. La presencia de una arritmia benigna, bien tolerada, no constituye riesgo, sin embargo, la convalecencia de un infarto cardíaco reciente o de una insuficiencia cardíaca, son factores de riesgo importantes. La hipertensión arterial aislada, bien controlada, tampoco es un riesgo mayor, pero si se asocia de una cardiopatía hipertensiva cae en los grupos vulnerables. Si bien, actualmente, sabemos poco sobre el COVID-19, sabemos que los fallecimientos están relacionados a daño pulmonar, ya que este virus tiene una afinidad por lesionar el tejido alveolar de los pulmones. Dicha falla respiratoria origina déficit de oxígeno, el cual puede llevar a la necesidad de una ventilación mecánica. Esta hipoxia, en tanto, afecta a todo el organismo y tanto el corazón como el cerebro son los más vulnerables. Aparte de la falla en la oxigenación, el músculo cardíaco puede tener una inflamación viral que genere una arritmia o afecte a su funcionamiento. El uso de la cloroquina, en tanto, que se emplea en los pacientes graves, puede originar arritmias, o sea, trastornos del ritmo cardíaco. Sumado al estricto aislamiento decretado por la autoridad sanitaria, el llamado es a que los pacientes cardiópatas se vacunen todos los años contra la influenza y en especial en esta oportunidad para evitar otra causa de pérdida de las defensas en el sistema inmunitario, lo cual también favorecería la severidad del COVID-19 y extremar las medidas preventivas. .
Dr. Eduardo Bastías Guzmán Cardiólogo Facultad de Medicina Universidad Andrés Bello