Covid-19 ¿Por qué es tan importante la liquidez?
Desde que el Covid-19 aterrizó en nuestras tierras, el gobierno ha estado trabajando en diferentes frentes.
El primero y más importante, es el sanitario, a través de todas las medidas que se han ido implementando, tales como la suspensión de clases, cuarentenas, entre otros. De la misma forma, también se han implementado una serie de medidas de índole económica, con el objetivo de lograr que "el golpe" del virus, no complique, adicionalmente, la situación económica del país.
En ese sentido, se han dado a conocer una serie de medidas, orientadas a las familias, a las Pymes y, por último, a los trabajadores independientes.
Es de esperar que con el correr de los días, se sigan liberando nuevas medidas en ese sentido. Al realizar un análisis conceptual de las medidas económicas tomadas, todas ellas apuntan a un solo concepto, la liquidez. Según la RAE, liquidez se define como la cualidad de un activo para transformarse fácilmente en dinero efectivo. En términos financieros, la liquidez se entiende como la capacidad de hacer frente a las deudas de corto plazo, en el entendido que, para ello, se tienen recursos líquidos (equivalente a dinero) o recursos que se pueden transformar rápidamente en dinero. La pregunta es obvia ¿qué tan relevante es la liquidez en el mercado? Para poder entender esta relación, vamos a asumir que la economía es un motor muy complejo, lleno de mecanismos que se mueven, a distinta velocidad. Algunas piezas se mueven en grandes movimientos y otras lo hacen a menor escala. Sin embargo, todas son vitales para el funcionamiento del motor. En este ejemplo, el dinero sería el equivalente al aceite, vale decir, un fluido que hace que los distintos mecanismos se puedan mover sin problemas. La falta de aceite genera roce en las piezas y un mal funcionamiento del mecanismo en general. En ese escenario es de vital importancia que todos los actores de la economía no pierdan su capacidad de pago (o consumo), dado que esto afectaría a la economía en su conjunto, a través de un efecto en cadena. Si las familias no tienen recursos frescos, no podrán consumir y, en definitiva, esta contracción en el consumo, generará que las empresas comiencen a reducir costos y con ello, un aumento el desempleo. De la misma manera, si las empresas no tienen acceso a líneas de financiamiento preferenciales, no podrán hacer frente a sus proveedores y el problema sube al siguiente nivel. Por lo tanto, medidas como el Bono Covid-19, el plan de protección al empleo, créditos de capital de trabajo, postergación del pago de créditos, subsidio para el pago de cuentas básicas, entre otros, lo único que buscan es reducir el riesgo de crédito, a través de mantener un nivel aceptable de liquidez (dinero efectivo) circulando en la economía. De esta forma, se mantienen funcionando el "motor" de la mejor manera posible, en un escenario complejo y de alta incertidumbre.
José Navarrete Oyarce, Director Ingeniería en Administración de Empresas Universidad Andrés Bello
Consecuencias
Chile vivió más de 5 meses -desde el 18 de octubre de 2019- de desobediencia civil; de protestas y marchas con o sin autorización de la gobernación respectiva; de ataques verbales, virtuales y físicos a las Fuerzas Armadas y de Orden; de disputas entre los poderes del Estado; de congresistas desautorizando al Gobierno y viceversa; de destrucción de bienes públicos y privados; de políticos justificando la violencia de la "primera línea"; de congresistas promoviendo indicaciones y proyectos de ley flagrantemente inconstitucionales.
Es decir, Chile vivió -y vive- una crisis de autoridad política, social, empresarial y moral.
Así, entonces, ¿por qué nos sorprendemos que ahora la ciudadanía no respete el mandato de la autoridad sanitaria de guardar cuarentena y no salir en Semana Santa?
Javier A. Labrín Jofré
Desafíos
La tormenta pandémica del covid-19 ha venido a subrayar las debilidades objetivas del Estado, la economía y la sociedad chilena: una concepción de seguridad nacional anticuada, capacidades estatales no explotadas, falta de diversificación productiva, desinterés en aumentar la competitividad tecnológica de nuestras exportaciones, baja complejidad económica, educación y salud pública de bajo rendimiento, un bajo capital cognitivo como promedio nacional, liderazgos con poca obsesión con el desarrollo, excesiva politización, inamovibles sesgos cognitivos, entre varios otras.
La resolución de estas desventajas objetivas es el titánico desafío nacional que debemos asumir, si es que queremos enfrentar con éxito las próximas pandemias del futuro. Si el SARS (2003), el MERS (2012) y el SARS CoV-2 (2019-2020) tienen una distancia entre sí de tan sólo ocho, nueve años, no se piense bajo ninguna forma de que esta será la primera ni la última pandemia que sacudirá a la historia de Chile.
De esta forma, la mejora de nuestras capacidades en inteligencia médica para una preparación efectiva y advertencia temprana será esencial para transitar nuestro camino de desarrollo con seguridad y estabilidad.
Camilo Barría Rodríguez