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FRIDA Y EL COLIBRÍ

Adelanto del libro "Frida". Por Hayden Herrera
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"E n un autorretrato pintado en 1940, que luego adquirió Nickolas Muray, Frida se hace acompañar por (el mono) Caimito del Guayabal y un gato negro. Un colibrí muerto cuelga del collar de espinas. El mono combina una capacidad casi humana de compasión hacia su ama abandonada, con las posibles reacciones previsibles de un simio. Mientras toca con cautela el collar de espinas de Frida, el espectador siente que un precipitado jalón puede hacer más profundas las heridas. El gato también constituye una amenaza. Listo para saltar, con las orejas echadas hacia delante, fija la mirada en el colibrí que cuelga junto a la carne desnuda y sangrante de Frida. Puesto que el colibrí no solo representa una especie a la cual Frida se sentía estrechamente ligada (en un dibujo realizado en 1946 convirtió sus cejas en un pájaro, y la gente decía que ella se movía con la ligereza de un colibrí), el cuerpo inánime del mismo probablemente señala una vez más el hecho de que Frida se sintió 'asesinada por la vida'. Asimismo, tiene otro significado: en México se usan los colibríes como amuletos para atraer la suerte en el amor.

"Frida también utiliza la corona de espinas de Cristo como collar en otro busto del mismo año, en el que un broche en forma de mano sostiene una cinta sobre la que ha escrito: 'Pinté mi retrato en el año de 1940 para el doctor Leo Eloesser, mi médico y mi mejor amigo. Con todo cariño, Frida Kahlo'. Al igual que en el autorretrato que le vendió a Muray, así como en 'La columna rota' y, de hecho, en la mayoría de sus autorretratos, Frida amplía su sufrimiento personal al darle un significado cristiano. Se representa como mártir; las espinas le causan heridas sangrientas. A pesar de que rechazó la religión, las imágenes cristianas, particularmente el martirio teatral y sanguinolento común en el arte de México, impregnan la obra de Frida. La sangre y la aplicación de sufrimiento en uno mismo, por supuesto, se remite hasta la tradición azteca, pues no solo ejecutaban sacrificios humanos, sino que también se pinchaban la piel y se perforaban las orejas con el fin de conseguir mejores cosechas. No obstante, fue el cristianismo el que llevó al México colonial la imagen del dolor en términos verdaderos y humanos. Como resultado, casi todas las iglesias mexicanas cuentan con una escultura espantosamente realista de Cristo ya sea atado a un poste, arrastrando la cruz o muerto, pero siempre lleno de heridas sangrientas y supurantes. Frida tenía un cuadro particularmente impresionante de Jesucristo rumbo al Calvario y utilizaba el mismo dolor y realismo extremos para comunicar sus propios mensajes. El hecho de que empleara la retórica se debía a que sus pinturas, en cierto modo muy especial, trataban acerca de la salvación.