Nueva normalidad y educación
Se empieza a acuñar el término "nueva normalidad" como una forma de querer volver a lo de siempre, sabiendo que no será lo de siempre. Hablar de normalidad baja la ansiedad frente a las incertidumbres y miedos, pues después de estos largos meses de confinamiento en algún momento habrá que aprender acerca del desconfinamiento: medidas, protocolos y nuevos resguardos.
Queremos volver a las aulas, claman alumnos y profesores, parece que ese hábitat natural tiene muchas bondades que habíamos olvidado, muchas realidades insustituibles, una de ellas: la presencialidad; nada sustituye el encuentro humano, la mirada y el abrazo; el velo de la pantalla te muestra rostros cada uno en su contexto y el profesor aunando desde una nube.
Nada cierto hay acerca de la nueva normalidad; quizá una certeza sí, y que nos cuesta mirar, como será el presenciar más aún la desigualdad en la que vivimos.
Se fortalecerá un sistema mixto en educación entre el online y las clases presenciales, se aprovecharán infinitamente nuevos recursos aprendidos, se habrá crecido en autorregulación y autoaprendizaje, pero nada de eso se hace cargo de toda la incertidumbre social, política, económica, sanitaria, que plantea muchísimas incertidumbres que afectan directamente a la educación.
Ojalá que esta nueva normalidad sea volver a plantarse algo no nuevo y aún pendiente como es que la formación de los profesores tiene que ser atendida de forma urgente, que los profesores en ejercicio necesitan buenas capacitaciones y recursos pedagógicos, que la valoración social que de ellos se ha hecho en este tiempo duro sea el nuevo piso para declarar en los titulares que "lo normal" es que los profesores sean el corazón de la educación, que toda inversión en educación es garantía segura para que la desigualdad y las diferencias de oportunidades no se anclen ahora en la nueva normalidad.
Solange Favereau, Universidad de Los Andes
Telecomunicaciones: más necesarias que nunca
No cabe duda de que año a año Chile crece con mucha fuerza en conectividad, sumando a miles de nuevas personas a la sociedad del conocimiento. De hecho, según datos entregados por Subtel, hace poco más de un mes, la penetración total de Internet móvil (3G+4G) llegó a 98,3% de la población al cierre de 2019, mientras que la de Internet fijo a un 54% de los hogares.
Estas cifras dan cuenta que la industria de telecomunicaciones ha realizado un gran trabajo en Chile, a partir de una inversión privada y una regulación pública, poniendo a Chile como uno de los países con mejor conectividad de Latinoamérica y entre los más competitivos en precios del mundo.
Y, si bien celebramos todo el crecimiento que se ha logrado, creemos que es clave hoy poner el esfuerzo en cerrar las brechas que aún mantenemos como sociedad, entre regiones y mundos urbanos y rurales. Según un diagnóstico que elaboramos el año pasado en la Mesa 16 de Compromiso País, en Chile aún hay alrededor de 77 mil personas, repartidas en 632 localidades de al menos 50 personas cada una, que no cuentan con acceso a estos servicios. Territorios principalmente en el mundo rural, donde a partir de la realidad observada producto del coronavirus y el necesario trabajo remoto o la educación a distancia, hace que tengamos que redoblar el esfuerzo en conectar a todo Chile, tanto en capacidades fijas como móviles.
Proyectos como los de Fibra Óptica Austral, Nacional y Prat, por ejemplo, son vitales para poder incluir a comunidades que aún están aisladas, pero sobre trabajar en la capilaridad que estas redes tengan al interior de esas localidades de manera de llegar pronto a todas las casas, colegios y servicios públicos. La pronta licitación de espectro para expandir la red 4G y comenzar a edificar el esperado 5G también aportará a esta máxima, permitiendo, además, que las industrias se digitalicen de la mano del IoT, haciendo posible que más personas puedan ejercer el teletrabajo desde sus hogares o los centros de salud las teleconsultas o telemedicina.
La entrada del "factor Covid-19" ha sido un propulsor de la transformación cultural y digital, en nuestras vidas y hoy, más que nunca, no contar con acceso a Internet o no saber cómo darle uso a este servicio implica un rezago aún mayor que el que enfrentamos durante el siglo pasado y que dejó a Latinoamérica y sus países con economías en vías de desarrollo en vez de haber sido parte de los países desarrollados. Esta pandemia, nos está cambiando nuestros hábitos y la forma en que consumimos Internet a través de sus diferentes plataformas y dispositivos que nos lleva a preguntarnos si ¿volverán esos usuarios a la vida análoga una vez superada la contingencia sanitaria?
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Pelayo Covarrubias, presidente Fundación País Digital