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Hace 3 años | 28 de mayo de 2017

Prevén alza de turistas al Valle Las Trancas

A diferencia del 2016, esta temporada se ve más auspiciosa ante los anuncios climáticos y mayor promoción.

Hace 2 años | 28 de mayo de 2018

Dos liceos de Chillán arriesgan su cierre

Martín Ruiz de Gamboa y

polivalente Marta Colvin están en la

categoría "insuficiente" en el Simce.

Hace 1 año | 28 de mayo de 2019

Fiscalía detectó los siete delitos más críticos

Robo con violencia e intimidación, ilícitos de la Ley de Armas, receptación y abigeato encabezan la lista.

Improvisación y consecuencias

Recién el gobierno ha improvisado un plan de reparto de alimentospara enfrentar el hambre
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Frente a las contingencias, el éxito o fracaso de la gestión pública en satisfacer las necesidades vitales de la comunidad depende en gran medida del nivel de preparación de los organismos encargados. Chile se caracteriza por enfrentar desastres naturales y/o desastres provocados por el ser humano. Los terremotos, las erupciones volcánicas, las inundaciones, las avalanchas, los incendios forestales y las pandemias, entre otras calamidades, han tenido consecuencias dantescas en vidas humanas, destrucción de bienes públicos y privados y consecuencias físicas y sicológicas que perduran por mucho tiempo.

Chile es un país con una geografía extremadamente larga y angosta, lo que lo hace muy vulnerable al aislamiento de la población ante los desastres naturales. Si a lo anterior sumamos que más de dos tercios de la industria está instalada en la zona central del país, la logística para abastecer las zonas aisladas se transforma en un problema crítico en todas y cada una de las zonas afectadas. Las enfermedades por falta de remedios y el hambre por la falta de alimentos, terminan por configurar un ambiente apocalíptico para la población afectada.

Conocida esta realidad, no deja de llamar la atención el alto grado de improvisación de las autoridades al momento de enfrentar las consecuencias de los desastres. La emergencia sanitaria llegó con más de 30 días de aviso. El aislamiento social y los problemas logísticos para hacer llegar los alimentos y productos de primera necesidad se manifestaron con fuerza en los primeros países afectados. En marzo de 2020 el Frente Parlamentario contra el hambre advirtió a los gobiernos de América Latina y el Caribe de que "es crucial que los países aborden medidas de emergencia alimentaria orientadas a los sectores con mayor vulnerabilidad".

Después de dos meses de cuarentenas intermitentes en distintas partes del territorio nacional, recién el gobierno ha improvisado un plan de reparto de alimentos hacia la población para enfrentar el hambre que era esperable que ocurriera en períodos más prolongados de aislamiento. La creciente presión social para enfrentar el hambre en la población, y la respuesta de ollas comunes de la sociedad organizada que entiende que la población afectada no puede esperar la evaluación de los programas piloto que está llevando adelante la autoridad, revela una vez más la incapacidad del gobierno para establecer planes de contingencia que eviten un mayor sufrimiento a la población.

Se ha revelado que existe un alto nivel de desinformación de los alcaldes respecto del plan para abastecer con alimentos a la comunidad. La información que emana de las autoridades centrales contribuye a un mayor nivel de incertidumbre en las autoridades locales y la comunidad afectada. Por ejemplo, el Intendente de la Región Metropolitana reconoció que "nadie puede decir que estamos seguros de que esto va a resultar bien", mientras que el Presidente de la República remató con un "ojalá esta canasta, que no es la solución a todos los problemas, sea un alivio".

Felipe Harboe Bascuñán

Senador

Ir en ayuda de las familias de Ñuble

En Ñuble también hay familias con severos apremios, no solo sanitarios, que necesitan ayuda de diversos tipos. Hay chilenos y chilenas bajo la sombra del hambre, factor que, si no se logra controlar, puede ser más violento que el mismo coronavirus.
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Ya está demasiado claro que hay dos tipos de pandemias en pleno ataque contra la humanidad y especialmente contra los países que aún presentan debilidades en su esquema funcional, como ocurre con el nuestro.

Tenemos por un lado al coronavirus, cuyo número de contagiados y muertos no para de crecer y frente al cual la ciencia todavía no ha podido ofrecer una defensa eficaz, a pesar de los esfuerzos de investigadoras de todo el planeta y del trabajo sin desmayos de los profesionales y trabajadores de los sistemas sanitarios, igualmente del orbe completo.

La otra gran epidemia es la económica, que con distintas intensidades se deja sentir a lo largo y ancho del mundo, dejando que prever que sus efectos serán muy severos incluso en las naciones más desarrolladas y derechamente catastróficos en aquellos países con menos recursos.

Entre nosotros, ambos aspectos del problema se dejan ver con facilidad. La capacidad de respuesta del sistema sanitario está en jaque, y la otra amenaza, la que se presenta bajo la forma de desempleo y apremios tan grandes que llegan a la indefensión de crecientes sectores habitacionales.

Hay chilenos y chilenas bajo la sombra del hambre, factor que, si no se logra controlar, puede ser más violento que el mismo coronavirus, por sus efectos inmediatos y a mediano plazo.

Es por ello que han surgido iniciativas solidarias para ir en ayuda de los más necesitados, y en paralelo a los aportes gubernamentales. Todos son bienvenidos, pero serán más efectivos si cuentan con una activa participación de la ciudadanía en condiciones de sumarse a estas labores. Es tiempo de entregar no solo alimentos y artículos de aseo, sino cuanto pueda resultar útil para enfrentar un invierno que aún ni siquiera comienza.

Es fácil informarse a través de los medios y las redes sociales acerca de cómo se puede colaborar, así que no hay excusas para no hacerlo.