Los cancioneros que reviven al Chile de la Lira Popular
Los historiadores chilenos, Ana Ledezma y Tomás Cornejo, encontraron una colección de cancioneros impresos en papel roneo que hilvanan el pasado en cada estrofa.
"Cancioneros populares. De Chile a Berlín (1880-1920)" (UAH Ediciones) reúne la historia impresa en pasquines que circulaban con vehemencia en el país de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Son historias cantadas al ritmo de la zamacueca y la zarzuela; los valses, polkas, esquinazos y tangos. Personas de todas las clases sociales compartían esta pasión: la lectura y tarareo de cancioneros impresos en papel roneo. Era una selección de letras de diversos ritmos, que se paseaban desde la ópera y la zarzuela a rondas infantiles como "Los diez perritos", pasando por audaces valses y cuecas. Todo, con una aguda mirada social.
Mientras los historiadores chilenos Ana Ledezma y Tomás Cornejo completaban sus respectivos doctorados en Alemania, dieron con el hallazgo de cancioneros dentro de la colección del antropólogo alemán Robert Lehmann-Nitsche, un acervo que alberga el Instituto Iberoamericano de Berlín.
Lehmann-Nitsche vivió 30 años en Argentina y fundó el Museo de Mar del Plata. El también médico, etnólogo y actor sostuvo amistad y correspondencia con su compatriota Rudolph Lenz, reconocido filólogo que estudió la poesía popular y la lengua mapuche y quien le envió numerosos cancioneros desde Chile (donde vivía) para engrosar su colección.
Para Ana Ledezma fue Lenz quien impulsó a Lehmann-Nitsche a "sacudirse la tutela del museo y salir a ver gente. Al alemán le costaba descender de la tarima de investigador, solía sentirse ajeno a las personas de a pie. En cambio, como etnógrafo, Lenz tomó una admiración sincera por las personas del pueblo mapuche, por sus informantes del mundo popular. Ambos tienen una aproximación eurocéntrica de nuestra cultura, pero Lenz tuvo mayor cercanía por trabajar como docente". De esa amistad surgió este libro.
¿Cómo Ana Ledezma llegó a estos cancioneros? Ella lo explica así: "Mi doctorado era sobre la historia de la sexualidad de los chilenos, sus formas amatorias y de seducción. Me costaba encontrar documentos o espacios donde se hablara del sexo desde el placer. Tomás Cornejo me dijo que había encontrado algo que quizás me sirviera y fue maravilloso leer los cancioneros por primera vez. Comenzamos a armar toda una escena cultural a partir del hallazgo de esta maravillosa fuente", cuenta la investigadora.
-¿Qué pistas entregan del pasado esas canciones?
-Muchas pistas, aparte de los discursos que levantan las letras de las canciones, también nos habla su materialidad, la forma de lectura que tuvieron estos cuadernillos frágiles, portables. Los datos de impresión y venta también entregan información sobre el mapa de una ciudad letrada, una sociedad porosa donde el cancionero inicia la lectoescritura. En cuanto a la música, son compilaciones muy diversas, son playlists variopintos que se abren a lo corporal, al baile. La diversidad es la principal característica de los cancioneros, nos hablan de la maravillosa diversidad, y no segregación, que hubo entre los chilenos.
-¿Se puede considerar los cancioneros como literatura popular?
-Hay dos grandes grupos de cancioneros: uno que está publicado, editado y hecho por poetas populares y otro de carácter más masivo que apunta a un popurrí de textos. El primero sí es literatura popular, ya que generalmente son versos, primero publicados en la Lira Popular o son directamente compuestos para estos cancioneros. Dentro de los mismos cancioneros hay muchas composiciones poéticas y algunos refranes. Hay una riqueza de cultural popular explica de donde venimos.
En "Cancioneros populares. De Chile a Berlín (1880-1920)" (UAH Ediciones) los autores trabajaron con 71 cancioneros, la mayoría entre 32 y 120 páginas. Lo cotidiano se refleja en las letras, que hablan desde la desaparición del aviador Luis Acevedo a las andanzas del huaso Raimundo. Entre medio, una zamacueca sobre la conveniencia del matrimonio civil, pasando por un hombre que le canta a su "paletó empeñado" y otra canción "para las chancletas de ña Juana": "Tienen medio siglo justo y cómo han de andar con gusto, si ya un esqueleto son. Tienen cada costurón y cada parche poroso, que es por demás doloroso verlas 'tuavía en junción'".
La temática del corazón también es muy amplia. Por ejemplo la canción del celoso: "Mi amor dice que soy su vida y que me tiene en su pecho; pero el sitio es tan estrecho que me voy a sofocar"; el vals del "Galán excéntrico" (1911) habla de que "en noche lóbrega un galán incógnito las calles céntricas atravesó, y bajo clásica ventana dórica pulsó su cítara y así cantó".
"La guachuchera", en cambio, es una mujer aficionada al aguardiente que recibe las coplas de su amante cansado y en la tonada "La guasa" resuena esta voz femenina: "Tres veces tomé la pluma, tres veces tomé el papel, tres veces escribí tu nombre, tres veces me 'esmallé'".
Los oficios también sirven para cantar. Mineros, pescadores, albañiles, carpinteros, artesanos, panaderos, abogados, zapateros, soldados y hasta los ociosos tienen su canción. La laboriosa chamantera, la perspicaz que vende chicha y la florista de Noche Buena también comparten mercado laboral con las modernas cobradoras de los trolebuses.
En "Suplementero" el protagonista cuenta que desayuna "tres mates y una empaná" y que de ahí vende veinte diarios y se va a jugar a las chapitas hasta agotar los tres centavos que ganó. "Para volver a pararme empeño los pantalones, compro algunos cancioneros y le doy a los talones. Esta es mi vida, señores, todo lo sé, todo tengo, por nadie me muero yo, ni quiero, ni voy, ni vengo", dice el 'canillita'.
Algunos de los "puetas populares" que publicaron cancioneros fueron Bernardino Guajardo, Daniel Meneses, Rosa Araneda y Juan Bautista Peralta. Muchos de ellos también publicaban en la "Lira Popular", una serie de impresos que circulaban masivamente en el Chile de fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX.
La Lira popular publicaba las canciones del Chile del Siglo XIX
"Cancioneros populares de Chile a Berlín. 1880 - 1920"
Ana Ledezma y Tomás Cornejo
Ediciones U. Alberto Hurtado
276 páginas
$14.000 ($4.193 en ebook).
Por Valeria Barahona
71 CANCIONEROS
Uno de los versos dice: "Tres veces tomé la pluma, tres veces tomé el papel, tres veces escribí tu nombre, tres veces me 'esmallé".
cedida