El deber y el compromiso de trabajar en este momento de pandemia en el área de la salud, emergió con mayor fuerza en la vida de Bárbara Araya, enfermera, con un magister en Enfermería, egresada y profesora de la Universidad de Concepción, cuando decidió enviar su hoja de vida al Servicio de Salud de Ñuble (SSÑ) en marzo pasado, institución que había abierto las puertas para contratar a nuevo personal profesional sanitario, para reforzar la red asistencial local. Además estos nuevos profesionales debían tener la disponibilidad y la flexibilidad para asumir o adecuarse a cualquier contingencia que amerite el momento de la emergencia sanitaria.
Araya tenía claro que por su perfil profesional podría ser contratada y el SSÑ le podía otorgar funciones inherentes a sus capacidades, hecho que se concretó el pasado 7 de abril, pero que evolucionó en tan sólo dos días, el 9 de abril fue designada como responsable de la primera residencia sanitaria para enfermos covid-19 en Ñuble, con capacidad para atender a 38 pacientes, 24 horas, durante 7 días a la semana y hasta que la situación sanitaria así lo amerite.
-¿Cómo fue la activación de esta residencia?
-Nuestro primer paciente llegó el 9 de abril, de hecho desde el primer día comenzamos a capacitar el personal, de manera rápida porque la contingencia así lo ameritaba.
-¿Cuántas personas laboran en este espacio?
-En total 8, 2 en cada turnos.
-¿Cuántas personas han atendido?
-Hasta ahora, sólo en esta residencia han ingresado desde el día uno hasta ahora, 59 personas, se han realizado 42 egresos y 17 pacientes permanecen actualmente en la residencia.
-¿Qué síntomas presentan los pacientes que hacen uso de la residencia sanitaria?
-Para estar en el hotel, debes tener síntomas leves o ser asintomático, pero eso no significa que el paciente va a permanecer así durante toda la estadía, porque nadie sabe qué curso de evolución va a tener, lo que nosotros hacemos, cuando los pacientes se agravan y ha ocurrido es que efectivamente tenemos que derivarlo a un centro de salud, a un hospital.
-¿Cómo llegan las personas?
-El primer día llegan muy tranquilos, caminando, en buenas condiciones generales y a medida que van pasando los días, más o menos en el día 6, allí hay como un quiebre, porque de acuerdo a la historia natural de la enfermedad ese día empiezan los síntomas, que no son agradables, la sensación de ahogo es muy intranquilizadora para el paciente, la sensación de preocupación, la fiebre, la tos que es persistente, no es una enfermedad bonita y la gente no puede tener la seguridad de cómo su cuerpo va a combatir la enfermedad.
-¿Además de estas afecciones, existen otras preocupaciones en los pacientes o en ustedes?
-Sí, los que sienten que han expuestos a sus familias, ¿qué pasa si tu personalmente no haces muchos síntomas?, estás leve, pero contagias a tu mamá, abuela o esposo y resulta que sus sistemas inmunes no combaten el virus bien y se agravan, ¿qué tranquilidad vas a tener después?, yo creo que este es el momento donde estas personas se cuestionan todo lo que hicieron.
-¿Han llegado casos de núcleos familiares contagiados?
-Han llegado de repente padres e hijos, que son mayores de edad, y muchas veces los papás comentan que yo les dije que no salieran, pero igual salió, fue a una fiesta y luego llegan ahí y saben que tienen que estar con sus papás y allí se sienten mal. Hay una responsabilidad como colectiva, no pasa nada si yo cumplo con todas las medidas, pero en el fondo, llega otra que no lo hace. No hay mucho tiempo para pensarlo, más adelante me voy a empezar a cuidar, es ahora, ahora es que está súper intensa la carga en los hospitales, la ocupación ya está llegando a un 100%, ya no hay más tiempo para tomar conciencia, ya no es un juego.
Hemos tenidos casos de grupos familiares, de padre, hijos, esposos, pero allí a cada uno lo hemos tenido en una habitación. No es raro tener un ingreso de un grupo familiar.
-¿Han atendidos pacientes de distintas edades?
-Sí, la semana pasado atendimos a niños con sus mamás, por ejemplo hubo un caso de una mamá que llegó al principio y después la hija dio positiva al virus y la persona que la estaba cuidando, ya no lo quería seguir cuidando, porque no se quería exponer, porque a la vez tenía a un hijo con patología crónicas, entonces la señora no tenía a nadie quien pudiera ayudarla.
-¿En estos casos los dos pacientes se ubican en la misma pieza?
-En estos casos el menor debe estar con su mamá, el hotel tiene habitaciones con capacidad hasta para 4 personas, pero nosotros las hemos mantenido para una sola persona, máximo 2, en el caso que pertenezcan al mismo núcleo familiar. No más de eso, porque el objetivo es mantener la carga viral baja.
-¿Han atendido personas extrajeras en la residencia?
-Sí, una colombiana, que además vivía con una persona adulta mayor que está dentro del grupo de riesgo, se dializaba, a quien también enviamos a una residencia porque también estaba toda su familia, porque ella no podía guardar su asilamiento, no podía hacer sus compras, ella fue a otra residencia que existía en su momento, cuando teníamos casos sospechosos, luego se cerró y se abrió otra en otro lugar que es para pacientes positivos.
-¿Has tenido miedo?
-Al principio, la verdad mucho miedo, un poco de incertidumbre, en el fondo tenía las ganas de llegar a ayudar, de empezar con esta estrategia que estaba recién comenzando, y con la responsabilidad de poder transmitir al personal que iba a estar bajo mi cargo, una cierta confianza, porque estábamos todos frente a esta situación de miedo, ante el contagio, miedo de contagiar a sus familias, a sus hijos, pero después de establecer muchos protocolos y muchas normas, casi que hemos llegado al punto de sentirnos mucho más seguros adentro que afuera.
-¿Frustración o decepción ante gente aún inconsciente?
-Nosotros quisiéramos estar en nuestras casas, con nuestras familias, pero alguien tiene que hacer este trabajo y ver que las personas siguen en la calle con una tranquilidad es frustrante, yo no sé si estamos comunicando bien lo peligroso que es esta enfermedad.