Estrés y lesiones orales
La condición presente ha desencadenado una serie de cambios en nuestro estilo de vida. La sobrecarga a la que estábamos acostumbrados, se ha potenciado con el teletrabajo, con el enseñar en casa, con estar pendiente de múltiples frentes o con el simple hecho de sentirse privado de libertad. Cada nuevo condicionante genera una respuesta defensiva de nuestro organismo, un desequilibrio del funcionamiento que se traduce en una alteración de la relación cuerpo- mente, que puede afectar a un alto porcentaje de individuos.
La cavidad oral es una zona de reflejo de este tipo de alteraciones. En la actualidad se reporta un sinnúmero de lesiones y enfermedades asociadas a trastornos psicógenos, que se manifiestan no solo con dolor, sino también, con otros signos y síntomas que alteran la calidad de vida de quien las padece. Ardor, úlceras (heridas) o ampollas son algunas de las expresiones que se pueden evidenciar producto de la desregulación inmunológica que inducen los cambios psíquicos en nosotros.
Los trastornos psicológicos que conforman la conocida triada ansiedad, estrés y depresión han sido fuertemente estudiados en asociación a otras entidades, entre ellas las lesiones orales como las úlceras recurrentes (aftas), el liquen plano, el pénfigo o el cada vez más común Síndrome de Boca Urente (SBU). Las anteriores patologías orales ya venían manifestándose cada vez más frecuentemente en la sociedad y el número de consultas al especialista aumentaba paulatinamente de forma considerable, debido al ritmo acelerado al que estábamos acostumbrados.
Resulta fundamental, entonces, entregar directrices de cómo actuar o qué hacer frente a esto. El dolor, de diferente intensidad, que acompaña en mayor o menor grado a las lesiones mencionadas, es en la actualidad un motivo de consulta que debe ser considerado, ya que se establece dentro de los protocolos de urgencias odontológicas actuales.
No existe una receta tipo para disminuir los niveles de estrés ó modificar los aspectos psicológicos y/o emocionales en cada uno de nosotros, pero sí contamos con herramientas para mitigarlos. Además del tratamiento farmacológico, una práctica y de bajo costo, que debería masificarse, es escucharnos unos a otros y desarrollar nuestra empatía.
Dra. Bernardita Fuentes Palma Cirujano- Dentista Magíster en Cs. Mención Patología Oral Docente Unab
La escuela especial y la familia en medio de la emergencia sanitaria
El Covid-19 se ha convertido en una inusual emergencia sanitaria, que ha remecido los cimientos sociales y económicos del país. La educación, sin mucho tiempo para reflexionar, debió detenerse, mirar a su alrededor, identificar las opciones y confiar en las potencialidades cognitivas de niños y jóvenes, para implementar las estrategias ofrecidas por el Ministerio de Educación. Pero ¿qué sucede cuando las capacidades cognitivas, sensoriales y/o motoras están afectadas?
El 16 de marzo se suspendieron las actividades académicas en todos los establecimientos educacionales de Chile, afectando según la Organización de Estados Iberoamericanos a un total de 4 millones 891 mil 92 estudiantes, de los cuales 416 mil tienen necesidades educativas especiales y asisten a escuelas preparadas para ellos (¿se podrá decir así sin sonar discriminador? La idea es no repetir la palabra "especiales"), aulas hospitalarias o establecimientos con programa de integración a lo largo del país.
Esta experiencia ha sido compleja para las escuelas. Algunas han incorporado las redes sociales como fuertes aliados, enviando a través de ellas mensajes de contención y apoyo a las familias. Además, han incorporado periódicas conversaciones telefónicas entre padres, especialistas, educadores y terapeutas; se han enviado videos elaborados por equipos de profesionales enseñando, por ejemplo, como contener a un niño descompensado.
La realidad y el contexto de cada familia con un hijo en situación de discapacidad son muy diferentes. Sin embargo, todas han vivido etapas como la conmoción, negación, tristeza, aceptación y reorganización, donde han aprendido a sacar lo mejor de sí, desarrollando habilidades sociales para lograr la autonomía de sus hijos.
Hoy, cuando se nos pide quedarnos en casa, las familias cobran un protagonismo diferente y, sin ninguna preparación profesional, más que la paciencia, organización, fe y amor, debieron desarrollar dentro de sus hogares diferentes actividades y estrategias para dar continuidad al proceso de enseñanza- aprendizaje de sus hijos.
Es en esta inusual emergencia sanitaria, donde nacen héroes y heroínas llamados padres, hermanos y abuelos, que siguen luchando 24 horas al día por la justicia de ver aceptados e incluidos en la sociedad a niños y jóvenes con capacidades diferentes.
Claudia González, académica Educación Diferencial UDLA Sede Viña del Mar.