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Endeudamiento de las familias

Un informe del Ministerio de Desarrollo Social evidenció los problemas económicos que se viven en los hogares. A la necesaria acción del Estado para ir en ayuda de los sectores más golpeados por la crisis, se debe unir la responsabilidad de la ciudadanía.
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Preocupantes resultados que llaman la atención, pero también obligan a asumir la situación con una amplia responsabilidad, arrojó la Encuesta Social Covid-19, aplicada en julio para dimensionar el impacto socioeconómico de la pandemia en los hogares chilenos. El instrumento fue desarrollado por el Ministerio de Desarrollo Social junto al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

Entre las conclusiones, se cuenta que si antes de la pandemia el 16,5% de los hogares declaraba que su ingreso "no les alcanzaba" para financiar sus gastos, durante la emergencia ese porcentaje subió a 48,8%. Además, un 59,4% de los hogares declaró haber disminuido sus ingresos totales durante la emergencia sanitaria que vive el país.

Sobre los efectos de la crisis en la calidad de vida de los hogares, el 65,6% postergó tratamientos de salud en la emergencia (43,2% dentro de esa proporción, por temor a contagiarse), el 19,4% enfrenta problemas de inseguridad alimentaria y el 21,4% presenta un nivel moderado o severo de ansiedad y/o depresión.

Que la mayor reducción de gastos en el período asociado a la pandemia se dé en los sectores de la alimentación y tratamientos de salud es un dato inquietante, que obligará a intensificar el análisis de cómo se hará frente a las consecuencias de aquello para el futuro. Una vez que se supere la fase más crítica de la pandemia y se comiencen a retomar las actividades, habrá que pensar en planes especiales de atención y monitoreo, especialmente de la población más joven y los adultos mayores, para establecer la dimensión del impacto de esta situación en el estado general de salud de las personas.

Además, es bien sabido que en el Chile previo a la pandemia los indicadores del nivel de deuda de los hogares ya estaban muy altos, lo cual se verá fuertemente incrementado a partir de la emergencia y sus desastrosas consecuencias económicas. Por eso, junto con mantener las medidas de apoyo a los más necesitados, se requiere de la responsabilidad de quienes pueden hacer un esfuerzo de austeridad y evitar endeudarse más allá de lo estrictamente necesario para hacer frente a este complejo momento.

Comer en pandemia

Si el cliente elige esta última opción, deberá hacerlo con un código QR. ¡Ni qué decir de los pobres que no usan móvil!
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Nadie dijo que sería fácil comer en pandemia. Para demostrarlo, ahí están los múltiples requisitos impuestos por la autoridad sanitaria a propietarios y clientes de restaurantes y cafés.

Para días normales, en comunas que se encuentren en fase de preparación, (Chillán está en Fase 1) las inspecciones previas sobre cumplimiento de normas de higiene y señalización de espacio de distancia social ya están en plena aplicación. El ideal, en el caso de los restoranes será hacer una reserva, hábito al que no estamos acostumbrados los chilenos. Si no, correrá el riesgo de someterse a una fila interminable, aburrirse e irse enojado para la casa. Importante: la cola tendrá que respetar la obligación de un metro por cada persona.

Antes de ingresar, deberá preocuparse de llevar celular y tarjeta de débito, así como de someterse con su mejor sonrisa a la toma de temperatura y aplicarse alcohol en sus manos. La sonrisa no se advertirá mucho porque quedará escondida bajo la obligatoria mascarilla. También deberá portar un plumón para marcar el vaso en que está bebiendo y no infectar al prójimo.

Una vez en la mesa, tendrá que entender que deberá mantener un metro de distancia con polola, señora o lo que sea. Esto significa que terminaron las conversaciones privadas y, peor aún, demostraciones de afecto, como besos y tomaditas de mano o abrazos. ¡Todo sea para no intercambiar fluidos!

Ni qué decir sobre la forma de ser atendido y pedir los platos de su predilección. Se le acercará un garzón enmascarado, quien preguntará si quiere ser atendido en forma directa, desde lejos, o si prefiere elegir en un menú electrónico que llegará a un celular. Si el cliente elige esta última opción, deberá hacerlo con un código QR. ¡Ni qué decir de los pobres que no usan móvil o lo dejaron en la casa! La exigencia se multiplicará si desea pedir otros platos o el postre.

Cuando uno quiera compartir unas modestísimas papas fritas o un trozo de carne o empanada de su plato con su acompañante, o podrá hacerlo porque cada comensal estará bajo la presunción de virus. ¡Y ni se le ocurra cambiar vaso con vino o bebida!

La cuenta habrá que pedirla por celular e, idealmente, pagarla con tarjeta de crédito o débito, a fin de no contaminarse con coronavirus por empleo del vil dinero.

No se ha mencionado ninguna aplicación para dar propina al garzón. No está claro el mecanismo informático que se aplicará. Tampoco se ha dicho si existirá una "app" para reclamar por mala calidad de los platos o por atención diferente.

Y todo esto para tiempos normales. Habrá que ver lo que sucede en las próximas festividades patrias. Y ¡ojo! Todavía no se inventa la mascarilla que permitirá comer asado y choripán o tomar terreno con esa prenda puesta.

Raúl Rojas, Periodista y Académico.

Premio Nacional de Literatura 2020

La poesía de Elicura Chihuailaf trasciende de lo regional a lo universal. Universidad San Sebastián
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El Premio Nacional de Literatura es el que se espera con más ansiedad e históricamente es el que más atención recibe de la ciudadanía. Las polémicas y desacuerdos se originan tanto por la regularidad (actualmente se entrega cada dos años) como la composición del jurado y los requisitos para ser otorgado pues las bases han sufrido significativas modificaciones en los últimos años. También está la alternancia que se observa con relación al género literario que cultivan los galardonados donde predominan poetas y narradores por sobre el cultivo de otras manifestaciones literarias.

En la versión anterior el premio fue otorgado a la escritora Diamela Eltit, celebrada novelista, ensayista y académica. Apenas de comunicó la noticia fue favorablemente acogida tanto por la opinión pública como la emanada por voces de especialistas. Para este año, acorde a lo ocurrido anteriormente, el premio debía estar destinado a cultores de poesía. Entre los círculos literarios dominaba la expectativa de que fuera otorgado a una escritora dado que desde 1951, año en que lo recibiera Gabriela Mistral, no se ha premiado a una cultora de poesía.

Entre las favoritas destacaban las poetas Elvira Hernández, Carmen Berenguer, Rosabetty Muñoz, entre otras escritoras.

Todas con méritos de sobra para recibir el premio. Para el caso de Rosabetty Muñoz su postulación venía respaldada por la Universidad de Los Lagos y por un significativo listado de académicos nacionales y del extranjero.

Este año 2020 el premio ha sido otorgado al poeta Elicura Chihuailaf. Postulado por la Universidad de la Frontera y por la Pontificia Universidad Católica de Chile, su nombre es ampliamente reconocido tanto nacional como internacionalmente. Este premio a su obra literaria, contenedora de los significativos sellos de la cultura que lo identifica, marca un hito histórico al ser el primer escritor mapuche en recibir este reconocimiento.

Tanto por la cosmovisión que contiene su obra, caracterizada por el finísimo entramado de su leguaje literario, el respeto y celebración al entorno natural visto desde su cultura ancestral, la poesía de Elicura Chihuailaf trasciende de lo regional a lo universal. Es sin duda un mes de celebración para la poesía.

César Díaz Cid Director de Pedagogía Media en Lenguaje y Comunicación